Artunduaga: de sal y de dulce

El nuevo Galán

carlosgalanDe manera escueta, la vida pública del concejal Galán se resume en que es hijo del asesinado Luis Carlos Galán (cuando él tenía 5 años), que vivió y estudió en el exterior, que trabajó como periodista en Semana, Cambio y El Tiempo. Que lo eligieron concejal con la mayor votación de las últimas elecciones y que tiene todo por demostrar.

Creo que de los tres hijos del matrimonio Galán-Pachón, Carlos Fernando será la estrella, aunque en los primeros cinco meses de concejal no haya dicho más de cinco frases y la ciudad todavía no lo identifique.

Resulta fácil que la gente lo confunda con su hermano Juan Manuel, el senador, y a éste con él. Nadie conoce a Claudio, el más parecido al papá y el que menos se muestra. Acaba de ser nombrado en el gabinete de Cundinamarca, en cualquier secretaría, que nadie identifica.

Una vez más se confirma que casi siempre la gloria del padre confunde, aturde y, al final, y de manera cruel y paradójica, oscurece a sus hijos.

Por eso se suele decir también que un padre importante parece más un castigo que un premio de los dioses. A lo mejor se trata de un pobre consuelo de quienes nacimos de padres que a duras penas se diferenciaban del paisaje que los rodeaba.

¡Vaya uno a saber!

Este Galán, a sus 30, soltero, sencillo, amable y serio, está dando sus primeros pasos en la política, como guiado por su padre. O mejor, por su madre, doña Gloria Pachón, mano derecha de su difunto marido y mujer culta, fría, cerebral, que a sus años, los de ella y los de ellos, todavía se involucra en todo lo relacionado con su prole.

El senador Vargas Lleras, su jefe político, le calculaba 12 o 14 mil votos. El propio Galán no se atrevía a pensar en 20 mil. Pero la ciudad generosa le aportó casi 50 mil. Fue tan inesperado el resultado que el periódico El Tiempo lo distinguió como el personaje de las elecciones, por encima del alcalde elegido Samuel Moreno.

Fueron entonces dos sorpresas. La primera, unos resultados imprevistos y halagadores. Y segundo, que El Tiempo le hubiese dado un tratamiento tan elogioso. Meses atrás –cuando renunció, después de dos años y medio de desempeñarse como editor político- los directores (Enrique y Rafael Santos) se negaron a recibirlo en sus oficinas.
Y lo evadieron en los pasillos del ‘monstruo’, como una vez su padre, llamó a El Tiempo. Luis Carlos Galán y doña Gloria, vale la pena recordarlo, se conocieron en la redacción de ese periódico. Allí nació la relación que los llevaría luego al altar.
Los señores Santos consideraban que el retiro abrupto de Galán, para vincularse a la política, era una puñalada a la credibilidad de El Tiempo, de por sí golpeada ya por la presencia en el alto gobierno de Juan Manuel (Ministro de Defensa) y Francisco (Vicepresidente de la República).
La anécdota vale la pena contarla:
Acompañado del periodista Enrique Meléndez, Galán se tropezó con uno de los Santos, y éste, al verlos, tomó del brazo al reportero, con el propósito claro de evitar el diálogo con Galán. Meléndez contó después que era la primera vez en su vida que hablaba con uno de los directivos de El Tiempo.
Estar en el Concejo de Bogotá le aporta mayor visibilidad, como se ha dado en llamar a la oportunidad de aparecer más en los medios de prensa. Son 45 miembros de la Corporación (la mitad de los cuales sólo saldrá en la prensa si cometen alguna torpeza).
En el Congreso casi 300 congresistas se pierden en la selva de proyectos y discusiones menores, incluso su hermano Juan Manuel Galán. Por estos tiempos sólo hay referencias para los políticos implicados en la parapolítica o para quienes se atreven a practicar acrobacias suicidas.
Obviamente que el apellido Galán (y el significado enorme en la memoria de los colombianos) le aportó la mayor votación. Bogotá quiso tener ese ‘gesto’ póstumo con el carismático líder liberal.
Fue afortunada la decisión de inscribirse por Cambio Radical, y no por el liberalismo, partido opositor al gobierno Uribe, todavía de luna de miel con los electores. El Partido Liberal ha venido perdiendo en Bogotá su poderío de otros tiempos, a tal punto que cada día elige menos concejales y representantes a la Cámara.
Galán tuvo suerte (siempre la ha tenido). Los votos logrados son suyos, no de Cambio Radical, que puso también su estructura y organización (la tiene burocrática y clientelista) al servicio de los candidatos Acosta y Ríos, de igual manera elegidos. Vargas Lleras expresa especial aprecio por los padres de los dos nuevos y jóvenes concejales, que deben aportarle –me imagino- mucho dinero a sus campañas.
El concejal Galán, que no sólo estudió periodismo, sino una especie de economía y relaciones internacionales, hizo pinitos de reportero en Semana, primero como practicante y luego como corresponsal en Washington. Su consagración (sin mucho merecimiento) la logró en El Tiempo, la mayor vitrina periodística del país, por ser –como era- el único periódico nacional (acaba de regresar la competencia, El Espectador).
La ‘vitrina’ privilegiada, el apellido de su papá, los estudios en el exterior y tanto candidato mediocre, robustecieron su nombre y peso electoral, sin que hubiera hecho -ni dicho- nada meritorio.
Pero tiene carácter y condiciones que lo convertirán en figura y posiblemente en el mejor concejal de la ciudad.
La ‘madera’ comenzó a mostrarla cuando –apenas un niño- le dijo a su padre, en la campaña del 82, que disputaba con López Michelsen:
-Yo no creo que usted vaya a ganar. Las manifestaciones de López son más grandes. (Obviamente no había raciocinio ni consideraciones, pero tuvo el arrojo de expresar lo que veía y sentía).
En otra oportunidad, después de una extenuante gira de siete días y 62 manifestaciones, que resistió sin protestar, le dijo a su papá la víspera del regreso:
-Regresemos a casa. Si no gana con todo esto, nadie nos puede salvar.
En el Concejo de Bogotá ha soltado unas pocas frases, sin mucho alarde:
-El Alcalde Samuel Moreno está improvisando.
-Extraditar a los jefes paramilitares fue un error del presidente Uribe.
-La extradición ya no es la mejor herramienta contra el narcotráfico.
-Para mí es una vergüenza que mi partido Cambio Radical esté implicado en el escándalo de la parapolítica.
-El narco-paramilitarismo infiltró todo el sistema político colombiano.
Este Galán no es nada uribista, como tampoco Vargas Lleras, pero en el juego de la política se han vestido a la moda, con buenos resultados. Y volverán al Partido Liberal, porque el ‘cambio radical’ no lo ha sido tanto.
El propio Luis Carlos Galán debió regresar –en su momento- al liberalismo y abrazarse con Turbay Ayala, cosa impensable semanas atrás, pero calculadamente necesarias en sus pretensiones presidenciales.
Carlos Fernando, con menos oratoria y condiciones políticas que su padre, (es lo que se ve) enfrenta el reto de no decepcionar. Por lo pronto ocupa la curul de su progenitor, el mismo pupitre donde se sentaba el gran Galán.
-¿Y quiere ser Presidente de la República?
-Sería tanto como ganarse una lotería, casi imposible.
-¿Pero le gustaría?
-Uno va construyéndose el camino…
El problema es que con un peso tan grande como el que le dejó su padre, ese camino es más largo y culebrero que el de los demás mortales.

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