Papa Francisco: Niños rechazados y abandonados son una vergüenza para la sociedad
–El Papa Francisco califico de “vergonzoso” el rechazo, el abandono y la explotación de niños en el mundo y preguntó: “¿Para qué sirven solemnes declaraciones de los derechos del hombre y de los derechos del niño si luego los castigamos por los errores de los adultos?”.
“Cada niño marginado, abandonado, que vive en la calle mendigando y con todo tipo de expediente, sin escuela, sin cuidados médicos es un grito que llega a Dios y que acusa el sistema que nosotros adultos hemos construido”, sostuvo el Pontífice este miércoles en su catequesis de la audiencia general de la Octava de Pascua celebrada en la Plaza de San Pedro ante varios miles de fieles y peregrinos procedentes de numerosos países.
“Alguien osa decir, casi para justificarse, que ha sido un error hacerlos venir al mundo. ¡Esto es vergonzoso! ¡No descarguemos sobre los niños nuestras culpas, por favor! Los niños no son jamás “un error”, proclamó el Papa Francisco, quien añadió:
“Su hambre no es un error, como no lo es su pobreza, su fragilidad, su abandono, tantos niños abandonados por las calles; y no lo es tampoco su ignorancia o su incapacidad, tantos niños que no saben qué es una escuela, y no lo es tampoco todo esto. A lo sumo, estos son motivos para amarlos más, con mayor generosidad. ¿A qué sirven solemnes declaraciones de los derechos del hombre y de los derechos del niño si luego punimos a los niños por los errores de los adultos?
El Pontífice expresó que “los niños son a menudo las primeras víctimas de los problemas familiares, de los conflictos, de las guerras y de las persecuciones” y habló de “la pasión de los niños”, para advertir que muchos de ellos “son presa de los delincuentes, que los explotan para indignos tráficos y comercios, o adiestrándolos para la guerra y la violencia”.
Dijo que también en los países llamados ricos muchos niños “viven dramas que los marcan duramente, a causa de la crisis de la familia, de los vacíos educativos y de condiciones de vida a veces deshumanas”.
En todo caso–sostuvo– son infancias violadas en el cuerpo y en el alma.Sin embargo añadió que “a ninguno de estos niños el Padre que está en los cielos lo ha olvidado! ¡Ninguna de sus lágrimas está perdida! Como tampoco se debe perder nuestra responsabilidad, la responsabilidad social de las personas, de cada uno de nosotros y de los Países”.
El Papa citó el pasaje bíblico cuando Jesús reprochó a sus discípulos porque alejaban a los niños que los padres le llevaban, para que los bendijera, diciéndoles.: ‘Dejen a los niños, y no les impidan que vengan a mí, porque el Reino de los Cielos pertenece a los que son como ellos” y agregó: ¡Cómo quisiera que esta página se transformara en la historia normal de todos los niños!
No obstante señaló que “es verdad que gracias a Dios los niños con graves dificultades encuentran muy a menudo padres extraordinarios, dispuestos a todo sacrificio y a toda generosidad. ¡Pero –continuó diciendo –estos padres no deberían ser dejados solos! Deberíamos acompañar su fatiga, pero también ofrecerles momentos de alegría compartida y de alegría despreocupada, para que no estén ocupados sólo por la routine terapéutica.
Francisco destacó que “demasiado a menudo sobre los niños recaen los efectos de vidas desgastadas por un trabajo precario y mal pagado, por horarios insostenibles, por transportes ineficientes” y además subrayó que “los niños pagan también el precio de uniones inmaduras y de separaciones irresponsables, son las primeras víctimas”.
Sufren los resultados de la cultura de los derechos subjetivos exasperados, y se transforman luego en los hijos más precoces. A menudo absorben violencia que no están en condiciones de “digerir” y bajo los ojos de los grandes están obligados a acostumbrarse a la degradación, complementó el Pontífice.
Luego expresó: A los padres y a los hijos de este nuestro mundo lleva la bendición de Dios, la ternura materna, el reproche firme y la condena decidida. Hermanos y hermanas, piénsenlo bien: ¡Con los niños no se juega!
Y complemenetó: Piensen en que cosa sería una sociedad que decidiera, de una vez por todas, establecer este principio: “es verdad que no somos perfectos y que cometemos muchos errores. Pero cuando se trata de los niños que vienen al mundo, ningún sacrificio de los adultos será juzgado demasiado costoso o demasiado grande, con tal de evitar que un niño piense que es un error, que no vale nada y que es abandonado a las heridas de la vida y a la prepotencia de los hombres”. ¡Qué bella sería una sociedad así! Yo digo que a esta sociedad se le perdonaría mucho, de sus innumerables errores. Mucho, de verdad.
El Señor juzga nuestra vida escuchando aquello que le refieren los ángeles de los niños que “ven siempre el rostro del Padre que está en los cielos” (cfr. Mt 18,10). Preguntémonos siempre: ¿Qué le contarían a Dios de nosotros estos “ángeles de los niños”?, concluyó.