Sigue incontenible la deforestación de la amazonía colombiana; más de 75 mil hectáreas arrasadas hasta abril
–La pandemia del Covid-19 no ha frenado la devastación de la amazonía colombiana. Hasta el 15 de abril pasado, la deforestación de ese pulmón del mundo en territorio colombiano, superó las 75 mil hectáreas.
De acuerdo con el reporte de la Fundación para la Consevación y Desarrollo, FCDS, la deforestación en la Amazonia no se detiene.
Durante los primeros tres meses, más de 58 mil eventos de focos de calor o incendios fueron reportados. El monitoreo de FCDS registra más de 75 mil hectáreas arrasadas.
Señala que a pesar de la importante disminución de la deforestación registrada en 2019 (por sistemas de monitoreo como MAAP, que reportó alrededor de 55.000 hectáreas), resultados preliminares del estudio muestran que tuvo un cambio abrupto en 2020 y se incrementó significativamente superando las 75.000 hectáreas al 15 de abril.
Los importantes esfuerzos gubernamentales, comunitarios, de ONGs y de la comunidad internacional deben ser focalizados en áreas donde aún la incertidumbre es la constante, añade.
Al respecto destaca varios aspectos:
Hubo un periodo “retrasado” de lluvias que cayeron entre diciembre y las primeras semanas de enero, que pudieron haber aplazado la quema de bosques que ya estuvieran en el suelo desde 2019.
Con ese aparente retraso en el periodo de quemas, también fue visible en algunas zonas que los tiempos de tumba del bosque se retrasaron. Es decir, no solo fueron las quemas, sino también las tumbas.
Zonas con condiciones de gobernabilidad baja, con presencia de actores armados y dificultades y/o amenazas para la presencia de programas o instituciones ambientales, son claramente focos de alta deforestación.
Los resguardos indígenas, especialmente los ubicados en el noroeste amazónico, como Yaguara II y Nukak Makú, continúan presentando un proceso de invasión creciente y consistente. Vías, registro de veredas, apertura de fincas ganaderas, cultivos de coca, hacen parte de un complejo menú de actividades ilegales que deterioran significativamente estos resguardos y la expectativa del regreso de estos indígenas a su territorio.
Mas de 280 kilómetros de vías que estaban bajo el bosque han empezado a ser despejadas a cielo abierto en los primeros cien días del año y registran un proceso de apertura de lotes y fincas de diferentes tamaños. El conjunto vial tiene articulación entre sí y utiliza también conexiones fluviales. Estos accesos viales ilegales atraviesan zonas de resguardos indígenas, reservas forestales y parques nacionales.
Mas de 690.000 cabezas de ganado ha aumentado el hato ganadero en los últimos 4 años, en los municipios más afectados por deforestación alrededor de Chiribiquete, donde 290.000 ha han sido arrasadas.
– Un incipiente pero rápido crecimiento de cultivos de eucalipto y palma en la Reserva Forestal se presentan en las sabanas de la Fuga, Guaviare, e inclusive ya se ven terrenos mecanizados al interior del resguardo Nukak. Llama la atención que estos cultivos han sido rechazados por Fedepalma en virtud de la ilegalidad de estos.
-Existe un foco creciente y significativo de deforestación en el municipio de Mapiripán (Meta), que avanza rápidamente hacia las selvas del resguardo de Matavén.
-Hay un deterioro de la condición de la oferta forestal en la zona propuesta de Ordenación Forestal del Yarí-Caguan.
La Fundación advierte que desde mediados de febrero de 2020 los guardaparques de los parques Puré, Apaporis, Chiribiquete, La Paya, Macarena, Tinigua y Picachos y las reservas naturales de Puinawai y Nukak fueron sacados de sus lugares de trabajo por presuntas disidencias de las Farc, dejando sin la presencia de funcionarios y sin gestión ambiental con comunidades locales a por lo menos 9 millones de hectáreas de selva.