A sus 22 años, con gafas oscuras, en recinto cerrado, con pinta de play boy, con su linda mujer embarazada tomada de la mano (Elizabeth, 19 años, Miss Mundo Colombia 2006), con su credencial de concejal de Bogotá, con su título de administrador de empresas obtenido en Ecuador, con sus muchos negocios internacionales, parece importarle un comino la oscura trayectoria de su familia.
Pero el pasado es imposible enterrarlo fácilmente.
“El pasado se abre paso a zarpazos”, dice Khaled Hosseini (Cometas en el cielo). Y el nuevo y flamante concejal tiene que seguir respondiendo por los suyos, por su abuelo, por su padre, por su familia, que manejó por varias décadas los destinos de Tumaco, “la ciudad más corrupta del país”, según el Vicepresidente de la República, Francisco Santos. Ante la grave crisis, el municipio debió acogerse a la Ley 550 o de quiebra.
-“Lo que yo hago que me lo imputen a mí. Que no me armen un nombre a base de prejuicios. Y que algunos colegas no busquen protagonismo a punta de calumniarme”, responde orondo. –“Dicen muchas mentiras, muchas incoherencias”, complementa. Su mujer confirma. –“pobrecito”, y lo toma del brazo. –“Mi abuelo decía que hay que tener piel de cocodrilo y coraza de tortuga para aguantar”, se ufana el muchacho, detrás de sus gafas oscuras.
De la campaña política que lo llevó al concejo capitalino se dice todo, pero nada grave se ha confirmado. Que gastó millonadas en publicidad, que compró ediles, que repartió dinero en efectivo en los barrios, que hizo promesas estrambóticas, que les quitó líderes importantes a varios políticos consagrados. Que regaló relojes finos a cientos de personas, que hicieron colas para recibir electrodomésticos, que rifaron neveras y motos. Cierto o no, nadie ha mostrado una foto o un video sobre tantas especulaciones.
Rafael Alberto Escrucería (nuevo concejal de Bogotá) es hijo de Samuel Alberto Escrucería Manzi, despojado de su investidura de Congresista por irregularidades comprobadas. Y nieto de Samuel Escrucería, condenado por una corte de Estados Unidos, en noviembre de 1978, a 240 años de prisión y a una multa de medio millón de dólares, por el delito de narcotráfico.
La dinastía empezó con el abuelo, un patriarca recordado por haber llevado la energía eléctrica al municipio y porque tuvo un triste final en una cárcel de Estados Unidos, purgando una condena por un crimen que cometió su hijo Samuel Alberto Jr (dice la revista Semana).
-“La historia que cuentan los tumaqueños es que durante la presidencia de Julio César Turbay Ayala, la esposa del patriarca fue nombrada cónsul en Fort Lauderdale, Florida, Estados Unidos. Tiempo después, en 1986, su hijo estaba siendo investigado por las autoridades norteamericanas. Samuel Escrucería Jr no pudo atender el requerimiento de la justicia de ese país porque se encontraba en Colombia adelantando su primera campaña como aspirante a la Cámara de Representantes. Entonces, su padre, quien fue congresista durante 28 años, aprovechó que tenía el mismo nombre que su hijo y se entregó a las autoridades gringas. Poco antes de salir libre, murió de cirrosis”.
-De cirrosis no murió, refuta el concejal –
Y agrega:
“Lo envenenaron. Tenía orden de libertad y estaba en una cárcel de paso. Cuatro días antes de salir aparece muerto, supuestamente por problemas en un riñón. Ni tenía problemas de salud ni tampoco bebía trago. Era un hombre sano. En dos años y medio que estuvo detenido nada le dolió. El cuerpo lo despacharon a Colombia vacío, sin órganos, lleno de formol. No tenemos información de autopsia alguna o de información científica sobre su muerte, solamente el cadáver”.
La detención del abuelo y su muerte posterior no pararon la carrera política del hijo, quien estuvo dos períodos en la Cámara de Representantes. Y se hizo elegir senador e impuso a su mujer en la Cámara. Después a su primo, Jaime Fernando Escrucería. Y más adelante a Paola Andrea, su hija.
Separado de sus funciones de senador e inhabilitado para ejercer cargos públicos, aspiró –no obstante- a la alcaldía de Tumaco, y fue elegido. Una demanda lo tumbó del puesto obtenido ilegalmente. La sala penal de la Corte Suprema de Justicia lo condenó a cinco años de prisión, por peculado por apropiación.
-Yo admiro a mi papa –dice Escrucería, el concejal- porque a pesar de toda la persecución, especialmente en Nariño, nunca ha bajado la cabeza y siempre ha mantenido su compostura. Excelente padre por sus consejos, excelente persona. Mi padre está dedicado a los negocios, viajando por todos lados. Yo ando ahora en lo mío.
¿Y qué es lo suyo?.
La política. A los 18 años quería ser alcalde de Tumaco y realizó una campaña muy fuerte, que –por fortuna- perdió. Muchos le vieron, disfrazado de mariachi, cantando “…y aunque soy muy joven, no me sé rajar”.
Derrotado en esos comicios, se lanzó al mundo de los negocios del chance, de las loterías, de los juegos de azar, en Guatemala, Honduras, Nicaragua, El Salvador, Perú. Con un compañero (hijo de chanceros) y la ayuda económica de los Escrucería, Rafael Alberto recorrió el mundo e hizo negocios en la India, en la China, en Asia.
En un receso se pasó por Colombia y conoció al representante a la cámara Rubén Darío Salazar, de Convergencia Ciudadana, la del senador Luis Alberto Gil, que debió renunciar por sus vinculaciones con la parapolítica. Y sin darle mucha discusión al tema, se hicieron socios electorales. Escrucería entró al partido del “Tuerto” Gil y ahora es flamante concejal de Bogotá.
Sobre el representante Salazar Orozco, yo hice la siguiente semblanza en el libro H.P (Honorables Parlamentarios, publicado en 2006).
Salió de un casino en Armenia y al llegar a su casa un hombre lo atracó. Le propinó varias puñaladas. Ese momento y haber perdido todos sus haberes en el terremoto que afectó gravemente a su ciudad han sido los más duros de su vida. Decidió cambiar y se vino a Bogotá. Siete años después se convirtió en congresista, miembro de la comisión de presupuesto.
“Salazar se lanzó en el año 2002 al Congreso y obtuvo sólo 5.541 votos. Esto fue antes de que llevara un hábito e ilusionara a las personas con tener vivienda propia”, informó RCN radio el 21 de enero de 2006.
Según la cadena radial, el entonces candidato se hacía llamar Padre, y ofrecía subsidios de vivienda, con la condición de votar por él. Rubén Darío, como lo conocen sus feligreses, tramita con algunas ONG subsidios para que personas humildes accedan a una casa propia, como lo demuestra el formato que su oficina entregaba.
El falso cura no puede oficiar eucaristía de la Iglesia Católica, aunque lo hace, según fotografías que se conocen. “No aparece registrado en la Arquidiócesis de Bogotá como sacerdote y quien utilice estos elementos propios de la Iglesia Católica incurre en delito de falsedad”, advirtió la Jerarquía Eclesiástica en Bogotá.
Salazar toma las cosas con calma y explica, en su oficina del Congreso, que es misionero de la comunidad “Jesús de la Buena Esperanza”, católica y apostólica pero no romana. Que su superior es Monseñor Abelardo Pérez Henao. Que fundó la organización social para buscarle casa a los marginados de Bogotá.
Durante su última campaña nunca se quitó el cleriman, que usan los curas católicos. –“Cleriman es clérigo y yo soy clérigo. Lo uso entonces sin problema. Voy al Congreso así vestido, o con cuello de tortuga. Nunca uso corbata. No veo nada de malo en eso”, explica.
Sobre el “accidente” sufrido en Armenia (el atraco y las cuchilladas) dice que perdonó al agresor y que prefirió no avanzar en responsabilidades legales “porque el regalo más grande es el perdón”. En referencia a sus tiempos en los que frecuentaba casinos de Armenia comenta que lo hacía para entretenerse”.
Volviendo a Escrucería Lorza:
Ha decidido que su tema central será el de la productividad y la competitividad de Bogotá. El desarrollo económico de la ciudad es su preocupación. Y la escrituración de miles de predios que tiene la capital sin definición. -“Estoy solicitando una emergencia jurídica para que Bogotá se ponga al día, para que escriture lo que tenga que escriturar”.
Y como este muchacho sabe tanto de negocios, piensa uno que se pondrá del lado de la ciudad y de los electores. Sus arcas y las de su familia no tienen problema.
De él depende que el nombre de los Escrucería no siga siendo sinónimo de narcotráfico y corrupción, o que algún día un guionista talentoso como Mario Puzo, lo escoja como el Vito Corleone para realizar una película similar a “El Padrino” o “El Siciliano”.
Tomado del libro: Artunduaga desnuda al Concejo de Bogotá.
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