En el marco de la denominada Operación ‘Perla III’ destruyó un complejo cocalero de colosales dimensiones en zona rural de la vereda Guacamayas del municipio de Mapiripan en el departamento del Meta.
Cerca de 50 Comandos Jungla, apoyados por varios helicópteros Black Hawk, llegaron hasta el sitio en donde al parecer el narcotraficante conocido con el alias de “Cuchillo”, había dispuesto la construcción de una ciudadela compuesta por 24 construcciones, no solo dedicada específicamente a la producción de clorhidrato de cocaína, sino también a la fabricación de amoniaco y a al almacenamiento de sustancias químicas controladas.
La infraestructura era tan gigantesca que para cristalizar el alcaloide, habían construido un gusano con 28 cavidades, utilizaban 2 plantas eléctricas para proveer de energía las 24 construcciones y toda la infraestructura de hornos, secadoras y maquinas industriales utilizadas para según los cálculos, lograr producir mensualmente alrededor de 15 toneladas de clorhidrato de cocaína.
La operación helicoportada permitió no solo descubrir el gigantesco laboratorio, sino también encontrar por primera vez una pequeña factoría utilizada para la fabricación de amoniaco; un insumo químico controlado utilizado puntualmente en la cristalización del clorhidrato de cocaína para darle el balance a la acides del mismo en el PH, con lo que los traficantes ahorraban costos en la producción de la droga, ya que este químico puesto en la selva, puede llagar hasta cuadruplicar o quintuplicar su precio real por galón que en el mercado licito oscila entre los 3 mil y los 4 mil pesos y en el mercado negro puede costar hasta 12 mil pesos; contaba con dos reactores, una motobomba, dos construcciones aparte de las 24 que componían la ciudadela central y todo el montaje necesario para producir el suficiente amoniaco para soportar la producción de clorhidrato de cocaína del mismo.
La magnitud de esta ciudadela era tan amplia que contaba además con una bodega en donde fueron encontradas almacenadas 73 toneladas de precursores químicos controlados, una cifra record en lo que se refiere a lo que normalmente se incauta dentro de un cristalizadero.
Además en la zona de secado que ocupaba 2 de las construcciones del complejo, fueron halladas 500 marquillas plásticas con el logotipo “Oro 8”, que al parecer serían utilizadas para individualizar el mismo numero de kilos de droga; igualmente fueron descubiertas 16 marquillas más de diferentes logotipos, lo que indica que allí no se le producía clorhidrato de cocaína a una sola organización delincuencial, sino también a otros narcotraficantes.
Finalmente durante los minuciosos registros se evidenció que este lugar entre trabajadores y personal dedicado a la custodia del mismo se podía dar cuenta de más de 70 personas involucradas.