El alacrán que llevó Moreno de Caro al Senado -que yo puse a volar con un manotazo- cayó cerca de la curul del senador Víctor Renán Barco, a quien nunca había visto tan bravo.
-Si me llega a picar, lo mato, le gritó al payaso congresista, especializado en bromas, unas simpáticas (las mariposas que invadieron el recinto) y otras de muy mal gusto (dos pelotas que le entregó a una ministra).
Barco parecía cascarrabias pero no lo era. Periodistas, Senadores y Representantes, funcionarios del Gobierno o del Congreso, siempre recibimos cátedra suya, no sólo sobre temas económicos sino sobre la vida.
Por varios meses le hice cacería para un reportaje “humano”, pero cuando le dije que el tema de las mujeres era uno de los asuntos a tratar, comenzó a postergar la entrevista, que nunca me dio.
Barco fue un solterón jamás vencido, como dice mi amigo Orlando Cadavid, graduado en la misma universidad. Tuvo grandes y muchos amores, pero ninguno capaz de romper su propósito de dedicarle todo el tiempo a la política, el estudio y el campo. Ni siquiera Carmenza Jaramillo, que lo esperó por tanto tiempo hasta cuando desistió del propósito y se casó con alguien que no le dio tantas vueltas a la decisión.
Hijo de campesinos pobres que vivían en una vereda de Aguadas, lejano municipio caldense. Entendieron muy temprano que el joven Víctor Renán era un diamante en bruto.
El viejo hipotecó la casa y lo envió a estudiar leyes en Bogotá (Universidad Libre). De ahí salió becado al exterior y se especializó en economía. Nunca dejó de madrugar a leer en inglés, especialmente.
Pragmático. Entendió rápido que debía cultivar un electorado fiel y les dio vivienda, algo más contundente que un discurso. Clientelista en Caldas y académico en Bogotá, logró mantenerse por más de 40 años en el Congreso, después de ser mensajero y secretario de comisión.
“En el Partido Liberal de Caldas nadie tiene qué pensar. Para eso estoy yo”, decía con frecuencia.
El joven Víctor Renán creció en la política desde el concejo de La Dorada (15 años fue su Presidente) hasta desbancar al eminente Alberto Mendoza Hoyos, por entonces máxima figura del Partido Liberal en la región.
Siempre se especuló que era un hombre muy, muy rico. Y que tenía muchas, muchas mujeres.
-La mitad de la mitad, me respondió al respecto su hermano Rubén Dario Barco (52 años) , el segundo de toda la prole de nueve (ya hay dos muertos).
Ministro de Justicia por sólo 19 días. No resistió un debate que promovió Jesús Jimenez Gómez. Barco prefirió eludir la polémica y nunca más aceptó cargos distintos al de congresista.
Alguna vez le plantearon prestar su nombre como candidato a la Designatura (una especie de Vicepresidente de la República).
-Yo no tengo ropa para eso, le dijo a su amigo Omar Yepes Alzate, con quien por casi cuatro décadas conformó la más fuerte y exitosa tenaza burocrática y política en Caldas.
Barco y Yepes cantaron a dúo (“el dueto de Antaño”), que se rompe hoy por la muerte de uno de sus socios, indudablemente la primera voz.
Y no dejó herederos. Ni hijos de su sangre ni sucesores políticos de importancia. Pensaba hacerlo más tarde, porque solía decir que todo viene a su tiempo.
-El amor me llegará… le explicaba a su hermana Amalia, cuando le presionaba por una mujer que le hiciera compañía.
Amalia Barco, hermana del fallecido congresista Víctor Renán Barco. | |
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Cristina Jaramillo, amiga del fallecido congresista Víctor Renán Barco. |
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Jorge Montero, escolta y amigo del fallecido congresista Víctor Renán Barco. | |
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Senador Omar Yepes: Fórmula política del fallecido congresista Víctor Renán Barco. | |
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Ruben Darío Barco, hermano del fallecido congresista Víctor Renán Barco. | |
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