La revuelta se desató el miércoles por la mañana tras un tiroteo que tuvo lugar en una reunión entre miembros de los Bangladesh Rifles (BDR), que reclamaban mejoras salariales, y altos mandos del cuerpo, que pertenecen al Ejército.
Durante el día, se escucharon disparos y fuego de armamento pesado dentro del cuartel, que fue rodeado de inmediato por unidades del Ejército mientras en las proximidades cerraban negocios y escuelas y la ciudad se paralizaba poco a poco.
Tras un primer intento negociador de una comitiva enviada al cuartel por el Gobierno, la primera ministra bangladeshí, Sheikh Hasina, recibió a una delegación de los amotinados, a los que prometió una “amnistía” y atender gradualmente sus demandas profesionales.
Pese a que los negociadores del BDR garantizaron que los amotinados, que se calculan en cientos, depondrían su actitud, no lograron convencer a sus compañeros, que volvieron a disparar sus armas y exigieron la retirada completa del Ejército.