Dos renglones en “Teléfono rosa” de El Tiempo, el domingo anterior, anunciando mi nuevo libro sobre sexo y política, o el sexo de los políticos, o algunas historias de políticos en materia sexual (o encima de la materia), me tienen agobiado.
Y no se trata de angustia por escribir sobre un tema tan delicioso, así tenga en la lista algunos depravados, sino por la cantidad de personas que me han llamado a contarme asuntos que conocen.
La ex novia de un dirigente de izquierda. La amante de un jefe conservador. El novio de un jefe muy liberal. La amiga lesbiana de una congresista. La esposa burlada de un ministro y la señora cachona de un alto funcionario de la Cancillería…..me han citado para narrar sus cuitas, algunas con toda clase de pelos y señales.
Obviamente que no he faltado a ningún encuentro (con los informantes, no hablo de encuentros sexuales). El libro que ya había definido de doscientas páginas, puede ser de 300. Los aportes recibidos lo harán más picante. En algunos casos me he sentido vírgen, ingenuo e inexperto, por las historias que me cuentan. En otros he sentido sofoco ante tanto pervertido.
Si usted se ha metido en la cama con un político (tiene que ser importante, influyente, no cualquier edil, concejal o Congresista sin fama y prestigio de santurrón), espero que me confíe sus secretos. Yo le garantizo absoluta reserva, como dicen algunos avisos de actividades sospechosas.
Acepto citas en cualquier café o librería conocida. No me convoquen a moteles, como se le ocurrió a una espigada jovencita que se ofreció a mostrarme videos y otras “acciones más reales”, según me dijo.
A estas alturas de mi vida, escasamente cuento historias de sexo. En lo personal todo es pre-historia.
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