La temperatura en las relaciones entre Colombia y Venezuela subió aún más ayer con las acusaciones del vicepresidente y ministro de Defensa, Ramón Carrizalez en contra de los gobiernos de Bogotá y Washington, y la expulsión de un miembro de la Guardia Venezolana, capturado en territorio de La Guajira.
De una parte, Carrizalez, dijo que los colombianos masacrados en Venezuela pertenecían a una organización paramilitar que se entrenaba en el país con intenciones desconocidas.
Los cadáveres de 11 de los 12 secuestrados en Táchira aparecieron días atrás maniatados y con heridas de bala.
“Todo tiene las características de que es un grupo paramilitar que estaba siendo entrenado, que estaba siendo consolidado, con otro objetivo”, le dijo Carrizalez al canal Televen. El funcionario añadió que el interés de los irregulares es algo “que no hemos podido descifrar”.
“La muerte de nueve colombianos, un peruano y un venezolano se debe a un asunto entre paramilitares del vecino país. Se presentó un plan de infiltración paramilitar, que hace parte del ataque sistemático de Colombia y Estados Unidos contra Venezuela, el cual tiene como otros elementos el presunto espionaje a nuestro país y además, los renovados acuerdos militares con el gobierno norteamericano”, precisó.
“Lo que ocurrió allí es parte del conflicto colombiano que permea hacia nuestra frontera y que nos está generando grandes problemas. Siempre existe colaboración y ellos lo saben porque les hemos entregado una gran cantidad de delincuentes buscados por Interpol, por narcotráfico, lavado de dinero y delitos comunes. Ahora, no vamos a hacer el trabajo de ellos, ni nos van a echar la culpa de su ineficiencia”, dijo el ministro Carrizalez.
“Nosotros también nos estamos preparando para defender el territorio, para asegurar la soberanía”, le señaló Carrizález al ex vicepresidente y periodista José Vicente Rangel.