Los pistoleros de un clan tribal de Mindanao mantienen hoy en su poder a 47 rehenes, tras liberar a ocho mujeres del grupo de 75 personas que secuestró el jueves en el sur de Filipinas.
El grupo de secuestradores, formado unos veinte fugitivos de la Justicia implicados en asesinatos, extorsión y bandidaje, puso en libertad a primeras horas de la mañana a tres mujeres y unas horas después a otras cinco, según indicó la Policía.
“Quedan 47 rehenes en el interior”, declaró a los periodistas Josefina Bajade, quien lleva el peso de las negociaciones con la banda de forajidos que se ha atrincherado con los secuestrados en tres cabañas situadas a las afueras de la localidad de Prosperidad, en la provincia de Agusan del Sur.
Una de las mujeres liberadas, identificada como Ponciana Avenido, relató a la radio local dzMM, todavía sorprendida, que su secuestro concluyó cuando rogó al jefe de la banda que le dejara ir a casa “para cambiarme de ropa y dar de comer a los animales”.
La mayoría de los rehenes están emparentados o son vecinos de los secuestradores capitaneados por Ondo Perez, ex miembro de una de las muchas organizaciones paramilitares que proliferan en la conflictiva isla de Mindanao y que años atrás formó su propio grupo armado.
“Creemos que los rehenes no serán maltratados puesto que conocen a sus secuestradores, incluso algunos son familiares suyos”, explicó a la prensa el jefe regional operacional de la Policía, superintendente Nestor Fajura.
Desde su llegada al poder en 2001, el Gobierno de la presidenta de Filipinas, Gloria Macapagal Arroyo, ha tolerado la actividad de las fuerzas de voluntarios para apoyar al Ejército en su larga lucha contra los rebeldes comunistas y musulmanes, que tienen sus plazas fuertes en zonas esparcidas por el sur del archipiélago.
El secuestro arrancó el jueves cuando las fuerzas de seguridad intentaron detener a Perez y a sus correligionarios por asesinar a seis familiares de Joel Tubay, jefe de otro clan tribal conocido en la región por “Datu Kalbit”.
Armados con fusiles automáticos y pistolas, la banda huyó y por el camino secuestro a escolares, profesores y aldeanos, hasta que, con ya 75 “escudos humanos” en su poder, se atrincheró en una zona boscosa de un monte, a unos dos kilómetros del pueblo más próximo.
El mismo día, tras comenzar a negociar con el comité de crisis, la banda liberó a 17 niños y a las personas mayores de edad, pero retuvo a 55 rehenes hasta la mañana del viernes.
Perez, quien en imágenes mostradas por la televisión, apareció con un fusil ametrallador en bandolera y cartucheras, exige a las autoridades el desarme del clan rival y que retiren los cargos de asesinato que pesan sobre sus hombres y él, demanda ante la que la Policía no parece dispuesta a ceder.
“La Policía no va a retirar la acusación de asesinato múltiple”, insistió el director regional de Policía, Lino Calingasan.
Además, el grupo de forajidos exige el repliegue de los cerca de 400 efectivos del Ejército y Policía desplegados alrededor de las tres chozas en las que tienen cautivos a los rehenes, y la presencia de periodistas en las negociaciones.
Este secuestro ocurre dos semanas después de que un centenar de pistoleros raptara y luego ejecutara a 57 personas en Maguindanao, al suroeste de Agusan del Sur, también en la conflictiva Mindanao.
La matanza se produjo a raíz de otra disputa entre clanes rivales por el cargo de gobernador de Maguindanao, la segunda provincia más pobre del país.
El Gobierno filipino, que declaró la ley marcial en Maguindanao para desarmar a los milicianos del clan agresor, admitió esta semana que hasta 132 ejércitos privados campan a sus anchas en el archipiélago, la mayoría a sueldo de políticos o terratenientes que imponen por la fuerza el dominio de sus feudos.
La presidenta Macapagal Arroyo está siendo muy criticada desde la matanza cometida el pasado 23 de noviembre, por sus estrechas relaciones con varias de estas dinastías, que controlan con impunidad amplias zonas del territorio nacional.