Ecuador atraviesa la peor sequía registrada en las últimas cuatro décadas, cuyos efectos están golpeando a la debilitada economía local y podría mermar el respaldo popular con el que cuenta el presidente Rafael Correa.
Washington Vera, un pequeño ganadero ecuatoriano, soporta desde hace cuatro meses una dura sequía que de a poco le está arrebatando a sus 43 vacas productoras de carne.
Familias de agricultores y ganaderos de la zona costera del país enfrentan situaciones similares a la de Vera debido a la ausencia de lluvias, que está secando hectáreas de sembrados, matando a decenas de cabezas de ganado y ha sumido al país en una crisis energética marcada por cortes de electricidad.
“No resistiremos un mes más en esta situación”, dijo Vera, mientras intenta alimentar a las raquíticas vacas que aún le quedan en un pequeño terreno en el pueblo costero de Boyacá, una de las zonas más afectadas del país.
Los racionamientos en el país petrolero sudamericano han afectado a la industria local, pero la falta de agua está aniquilando a pequeños productores y comerciantes, sectores que apoyan mayoritariamente al mandatario.
En medio de la crisis, la popularidad de Correa tuvo un síntoma negativo. Para noviembre, el nivel de aprobación llegó al 42 por ciento, según la firma Cedatos-Gallup, casi la mitad del respaldo que ostentaba cuando asumió el cargo por primera vez en enero del 2007.
“Me parece que los apagones y la sequía son un problema que está afectando su popularidad y que ha mostrado cuales son las debilidades de este Gobierno” dijo Adrián Bonilla, catedrático de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (Flacso) en Quito.
La sequía ha afectado también a otros países de la región. En Venezuela los racionamientos de electricidad y agua han generado ciertos problemas políticos al presidente Hugo Chávez, un aliado de Correa.
Pese a que la crisis no ha sido superada y la lluvia se mantiene aislada de Ecuador, el Gobierno decidió terminar antes de las fiestas navideñas con los racionamientos de energía eléctrica, que por más de un mes se extendieron hasta por ocho horas diarias en todo el país.
PERDIDAS Y TEMORES
Los racionamientos de energía fueron por años uno de los mayores dolores de cabeza para los ecuatorianos, quienes desde hace más de una década han tenido garantizado el abastecimiento de energía eléctrica.
Analistas aseguran que la falta de previsión del Gobierno llevó a la nación andina a enfrentar la crisis, aunque Correa, un economista de izquierda, ha dicho que se debe al clima y a la falta de inversión de gobiernos anteriores.
“El Gobierno cuenta con un plan eléctrico donde se estigmatizó la generación térmica y se dio paso sólo a la energía hidroeléctrica. Se descuidó la generación en térmicas y eso es lo que a la larga nos provocó los apagones”, dijo José Pileggi, experto en el sector eléctrico.
El promedio de pérdidas diarias por los racionamientos representa unos 14 millones de dólares, según datos de la Cámara de Comercio de Quito.
Pero para el Gobierno el impacto será mínimo en la economía local. Correa ha invertido unos 200 millones de dólares para comprar energía a sus vecinos y centrales termoeléctricas, en un intento por evitar mayores impactos.
Aunque, los vecinos de Ecuador no han podido salir a su auxilio con la venta de toda la energía que necesita por los similares problemas que atraviesan, aumentando la incertidumbre de Quito.
Bogotá vendía normalmente hasta un 10 por ciento del total de la demanda diaria ecuatoriana, pero por la sequía ahora entrega hasta un 4 por ciento.
Ecuador cambió su política energética para reemplazar la térmica por la hidroeléctrica, en un intento por reducir las millonarias planillas de importación de combustible y garantizar la energía a la población.
Ecuador busca en Rusia y China financiamiento para dos proyectos hidroeléctricos que costarán unos 2.400 millones de dólares y que convertirían al país en un potencial exportador de energía en el largo plazo.
Mientras se construyen las centrales hidroeléctricas, los ganaderos y agricultores tendrán que esperar las lluvias para evitar su quiebra.
“Si las lluvias no llegan en estas semanas no sabremos qué hacer para mantener a nuestros animalitos y los pocos sembríos que nos quedan”, dijo Richard Andrade, otro productor agropecuario de la zona costera, mientras buscaba agua para su ganado.