El derrocado mandatario de Honduras Manuel Zelaya abandonó el miércoles el país tras meses de refugio en la embajada de Brasil en el mismo día que asumió un nuevo presidente, acabando con la crisis política desatada por el golpe en su contra.
Entre gritos de aliento de sus seguidores, Zelaya fue trasladado desde la sede diplomática en un convoy hasta el aeropuerto internacional, donde partió en el avión presidencial del mandatario dominicano Leonel Fernández hacia Santo Domingo, a donde al llegar se le otorgó visa de huésped distinguido.
“Volveremos, gracias a todos”, dijo Zelaya -vestido con un traje oscuro y llevando en la mano su característico sombrero vaquero- a seguidores en el aeropuerto antes de partir.
Ya a su llegada República Dominicana, Zelaya agradeció la hospitalidad de Fernández y el apoyo del mandatario brasileño Luiz Inácio Lula da Silva por los meses de resguardo en la embajada de su país en Tegucigalpa.
“Tengo un gran agradecimiento por este rescate histórico que ha hecho Leonel Fernández para sacarnos a nosotros de esta terrible tragedia”, dijo Zelaya en un discurso.
La partida de Zelaya, factor clave para zanjar la crisis política que dividió a los hondureños durante meses, fue posible gracias a un salvoconducto del nuevo presidente conservador Porfirio Lobo, un hacendado que asumió el poder el miércoles buscando pacificar el país y hacer las paces con la comunidad internacional.
“Todavía falta mucho que hacer y hoy el presidente Lobo tendrá que demostrar que esta voluntad que ha manifestado para buscar una solución a los problemas de Honduras se haga una realidad”, sostuvo Zelaya desde suelo dominicano.
El ex presidente partió acompañado de su esposa Xiomara Castro, una hija y su asesor Rasel Tomé. Al llegar a la isla caribeña, se le concedió al depuesto mandatario visa por un año y alojamiento en un exclusivo centro turístico, 80 kilómetros al este de Santo Domingo, dijeron fuentes diplomáticas.
“Estos son pasos importantes para traerle paz a los hondureños, no podemos seguir en un ambiente de confrontación, un presidente encerrado en una embajada, eso no puede ser”, dijo Lobo en el aeropuerto de Tegucigalpa mientras estaba a punto de despegar el avión con Zelaya a bordo.
Zelaya fue depuesto por militares en un golpe de Estado el 28 de junio cuando intentaba hacer un referéndum sobre la reelección, algo que había sido prohibido por la justicia y que para sus opositores era un intento de perpetuarse en el poder.
Después del derrocamiento, un Gobierno de facto liderado por Roberto Micheletti asumió el poder. Como protesta, la comunidad internacional y organismos cortaron sus relaciones diplomáticas y la ayuda financiera al empobrecido país.
“Nunca van a dejarlo volver”, dijo Carla López, una seguidora de Zelaya de 30 años con lágrimas en sus ojos mientras el derrocado presidente despegaba. “El realmente trató de ayudar a los pobres, (…) si otro presidente intenta hacer lo mismo va a haber otro golpe”, agregó.
En una carrera de resistencia, Micheletti se mantuvo por meses al frente del Gobierno de facto y Zelaya volvió en secreto a Tegucigalpa en septiembre y se refugió en la embajada de Brasil bajo amenaza de ser arrestado. Con su retorno, el país quedó más dividido que nunca entre sus partidarios y los simpatizantes de Micheletti.
(Con información de Reuters)