Los chilenos celebraron la noche del miércoles el final del rescate de los 33 mineros atrapados en el fondo de una mina norteña, pero el lugar donde el júbilo alcanzó su máximo nivel no fue en la mina ni en la capital del país, sino a 50 kilómetros del yacimiento minero: la ciudad de Copiapó.
Cientos de conductores se desplazaron por las calles de Copiapó, a 800 kilómetros al norte de Santiago, para ondear banderas chilenas y accionar las bocinas de sus autos.
La plaza principal de Copiapó recibió a casi 3.000 habitantes que observaron desde una pantalla gigante la salida del último minero, Luis Urzúa, quien era el jefe de turno aquel 5 de agosto, el día que ocurrió el derrumbe masivo que atrapó a los mineros.
“Esto es una locura, nunca antes la gente de Copiapó se ha reunido con tanta alegría en la plaza principal para celebrar un acontecimiento”, dice Pedro Medina, de 50 años, que ha vivido desde que nació en la ciudad.
En la misma plaza principal de la ciudad el municipio instaló un estrado donde diversas orquestas locales interpretaron conocidas canciones de la música popular chilena junto a cumbias peruanas, colombianas y salsa de Panamá y Puerto Rico.
“Tocamos música … como si tuviéramos un fuego incandescente en el interior, todo por la alegría de ver a nuestros 33 mineros”, comentó Luis Orquera, trompetista de la banda Sabor Moreno, que toca hace 15 años música tradicional de Copiapó y del norte chileno.
Los comerciantes ofrecieron imitaciones de vuvuzelas rojas, azules y blancas _los colores de la bandera chilena_ junto con banderines con las imágenes de los 33 rescatados.
Silvia Madariaga, una vendedora ambulante de café, escribió un poema para los mineros. “Voy a contar una historia, un hecho muy real; 33 mineros quedaron atrapados, en un derrumbe infernal”, recito a la AP los primeros versos de un largo poema titulado “Para los 33”.
Sin embargo, otros creen que Dios debe ser el receptor de todos los agradecimientos.
“La fe en Dios ha traído a esos hombres a tierra”, dijo Luis Carbajal, un fervoroso creyente que vestía una camiseta con una enorme imagen de Cristo. Carbajal le restó cualquier mérito a la tecnología o a la creatividad humana empleada en el rescate.
Los pobladores de Copiapó, de casi 200.000 personas, están divididos respecto al destino de la mina.
Algunos como el taxista Samuel Tapia, de 51 años, consideran que la mina San José debería continuar funcionando “a tajo abierto y sin peligros” y no en socavón, como ocurría hasta el 5 de agosto. “Si la posibilidad del tajo funciona, se debería aplicar porque he escuchado que hay mucho oro y cobre”, comentó.
Ada Negrón, una ama de casa de Copiapó, cree que la mina debe cerrarse. “Antes que ocurra el suceso de los 33 mineros ocurrió otro hecho en la misma mina donde un minero perdió una pierna porque le cayó un montón de piedras en un accidente”, añadió.
En la capital Santiago, así como en Arica, Antofagasta, Linares, Talca, La Serena, Osorno, Punta Arenas y varias plazas públicas de otras ciudades del país congregaron a chilenos que celebraron el exitoso rescate. AP
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