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Fue terrible estar a 700 metros bajo la tierra durante 70 días: Minero

Estar durante casi 70 días atrapado en un mina fue “bien complicado”, cuenta el minero Yonni Barrios al llegar a su casa, pocas horas después de ser rescatado tras la extraordinaria proeza que vivió con 32 “buenos compañeros” que gracias a “buena organización” lograron sobrevivir a 700 metros bajo la tierra.

“¿Te imaginás a 700 metros de profundidad? Fue muy terrible”, cuenta Barrios, de 50 años, ya instalado en su humilde vivienda.

Este minero, que cumplió un papel clave de enfermero durante los días que estuvo atrapado en la mina San José debido a conocimientos básicos de medicina, volverá a la minería, pese a su “traumática experiencia”.

“Sí, seguiré de minero”, responde tajante a la pregunta de un puñado de periodistas que lo esperaban a su salida de un hospital de Copiapó, en el norte de Chile, donde estuvo internado durante dos días tras un mega operativo de rescate, que atrajo a la prensa del mundo entero.

Ahora sólo quiere descansar. “Descansar un poco y volver a la mina”, afirma.

Responde con monosílabos. Se lo ve cansado, abatido. Dice que aún tiene problemas de “vista, complicaciones en la dentadura” y que deberá seguir con “controles psicológicos”. Su pareja Susana intenta contínuamente reanimarlo.

“Es difícil celebrar”, narra el minero, que convivió durante 69 días con 32 compañeros bajo una extrema humedad y 30 grados Celsius de temperatura.

El dice que fue Susana su principal incentivo para salir adelante. Por muchas veces perdió “la fe”. “Varias veces perdí la esperanza. Pero uno tiene que tener siempre un incentivo para vivir, y ella fue mi incentivo”, murmura. Susana explica que Barrios tiene algunos problemas auditivos, tras la que ya es la hazaña más grande de superviviencia bajo la tierra.

Pero hubo “muchos cosas positivas”, detalla el minero. Destaca los “33 compañeros, los mejores” que supieron organizarse en distintos papeles y que se organizaron en un sistema “bien democrático”.

“Allí no había líderes. Era un grupo democrático. Se votaba siempre para decidir lo que había que hacer”, explica este hombre bajo, de 50 años, vestido de zapatillas nuevas y camisa a cuadros y con sus lentes negros para protegerse de la luz, tras dos meses de oscuridad en las profundidades de la mina.

“La unión fue la clave”, insiste y muestra una pulsera azul que dice “Los 33”.

“Yo era el encargado de informar sobre las dolencias, yo entregaba los medicamentos, tomaba los signos vitales de mis compañeros”, dice.

Así Barrios informaba constantemente al equipo médico de rescate sobre la evolución física de los mineros.

Todo a través de una sonda por la que también se les pasaba alimentos, mensajes de aliento familiares, vestimenta apropiada y regalos.

“La sonda nos ayudaba para tener comunicación, alimentación, podíamos saber sobre nuestros familiares, llegamos a tener electricidad”, relata.

Todo ello se logró tras el célebre mensaje “Estamos bien en el refugio los 33” que dio vuelta al mundo, 17 días después del accidente del 5 de agosto que los sepultó en la mina.

“Los primeros 17 días fueron terribles. Luego fue todo mejor”, detalla. Pero aclara que sobre eso aún no quiere hablar públicamente, de esos primeros días en que el mundo entero los daba por muertos, debido a que ello forma parte de la investigación que se inició sobre la responsabilidad en el accidente de la Mina San Esteban, propietaria del yacimiento San José, en pleno desierto de Atacama.

A partir de ahora lo único que quiere es “descansar un tiempo, y después trabajar. Uno tiene que trabajar”.

Y a diferencia de alguno de sus compañeros, no tiene ningún interés en viajar. “Yo estuve a 700 metros de profunidad debajo de la tierra, no me gustaría estar a 700 metros de altura de la tierra, ni a 700 km de distancia de mi tierra”.

Yonni entra a su casa. Unos diez amigos y familiares le gritan “Chi, chi, chi, le, le, le…los mineros de Chile”. Desde su ventana se lo ve sonriendo por primera vez y alzando una copa de champán. AFP

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