El gobierno del presidente Nicolas Sarkozy pidió este lunes el fin de las huelgas y manifestaciones contra la reforma de las jubilaciones, que le habrían costado al país más de 3.000 millones de euros.
Los empleados de las dos refinerías del grupo estadounidense Exxon-Mobil votaron a favor de reanudar el trabajo, al igual que los de la refinería del grupo suizo Petroplus, situada en Reichstett (este). Con esto, nueve refinerías, de las doce que cuenta el país, siguen en huelga.
La industria petrolera dio parte de una mejora en los depósitos de carburante. Nueve de ellos (del total de 219), que forman parte de las refinerías todavía en huelga, siguen bloqueados, tras la intervención de la policía para permitir el suministro desde varios depósitos.
El sector estratégico del petróleo y los carburantes ha sido en estas dos semanas la punta de lanza del movimiento de protesta de los sindicatos contra el proyecto de reforma de las jubilaciones impulsado por el gobierno.
Este lunes, en plenas vacaciones de otoño, la situación se mantenía tensa, con una gasolinera de cada tres con problemas de abastecimiento. El gobierno tiene que importar diariamente unas 100.000 toneladas de productos petroleros, en lugar de las 20.000-25.000 toneladas habituales.
La impopular reforma aumenta de 60 a 62 años la edad mínima para poder jubilarse y de 65 a 67 años la edad para hacerlo con una pensión completa. Además prolongará a 41,5 años la duración mínima del periodo de aportes.
El texto será adoptado definitivamente el miércoles por el Parlamento, después de que ambas cámaras consensuaron este lunes un texto común.
Pese al anuncio, los sindicatos no bajan los brazos. Esta semana prevén realizar nuevas manifestaciones y mantener la presión en el estratégico sector de la energía.
La ministra de Economía, Christine Lagarde, señaló el lunes que el costo de las huelgas contra esta reforma podría ser evaluado en “200 a 400 millones de euros diarios”.
Según el diario Le Figaro, que cita a los servicios del ministerio de Economía, el costo total de las ocho jornadas nacionales de huelgas y manifestaciones contra esta reforma fue evaluado en “1.600 millones a 3.200 millones de euros”.
Lagarde lanzó un nuevo “llamado a la responsabilidad”, manifestando el deseo de que las actividades se reanuden “lo antes posible en condiciones normales”.
Las protestas contra la reforma de las jubilaciones constituyen la mayor crisis para Nicolas Sarkozy desde su elección, en 2007.
A mediados de octubre, entre 1,2 millones (según el ministerio del Interior) y 3,5 millones de personas (de acuerdo con los sindicatos) salieron a las calles para exigir una modificación de esta reforma, considerada “injusta” por la oposición y gran parte de la opinión, pero “indispensable” por el gobierno.
Nicolas Sarkozy, que se ha vuelto muy impopular, advirtió que no cederá en esta reforma, con la cual espera fortalecerse antes de una reestructuración de gabinete con miras a la elección presidencial de 2012.
En momentos en que Francia recién comienza a salir de la crisis, con un desempleo de casi 10%, Christine Lagarde también subrayó el impacto financiero del movimiento.
“No hay que perjudicar esta recuperación de (…) la economía francesa”, insistió.
“La cuestión de la jubilación permanecerá como el principal fiasco del gobierno”, sostuvo por su parte el ex primer ministro socialista Laurent Fabius.
El lunes, el portavoz del Partido Socialista, Benoît Hamon, volvió a criticar un proyecto “injusto” y se unió a la CGT, uno de los principales sindicatos, para pedir a Nicolas Sarkozy que “no promulgue la ley”.
Los sindicatos prometieron ir “hasta las últimas consecuencias”, con una nueva jornada nacional de huelgas y manifestaciones el jueves, otra el 6 de noviembre, y manifestaciones estudiantiles el martes.
AFP