Miles de argentinos despeden durante todo el jueves al ex presidente Néstor Kirchner, el peronista que dominó la política del país en la última década y cuya muerte sacudió al Gobierno de su esposa, Cristina Fernández, del que era el principal estratega.
Los restos de Kirchner, quien gobernó Argentina entre 2003 y 2007, son velados a cajón cerrado en la Casa Rosada, a donde una multitud entristecida ingresó durante todo el día en la Sala de Patriotas Latinoamericanos del palacio presidencial.
La presidenta Fernández, de luto riguroso y junto a sus hijos, Máximo y Florencia, estuvo horas de pie ante el féretro con el cuerpo de su marido y socio político, recibiendo gritos de aliento, aplausos y abrazos de admiradores, de mandatarios sudamericanos y del astro del fútbol Diego Maradona.
Como una guardia pretoriana, ministros, gobernadores, sindicalistas, artistas, legisladores, funcionarios y dirigentes de organizaciones de derechos humanos rodearon el ataúd, asistiendo al lento paso de las miles de personas que acudían a rendir tributo a Kirchner.
Analistas políticos indican que la desaparición física de Kirchner abriría una lucha por el control del gobernante Partido Justicialista (peronista), el cual lideraba, y también que comenzaba una sorda batalla para influir sobre la presidenta Fernández.
«En el frente político, el país entró, desde nuestro punto de vista, en un período de incertidumbre significativa mientras los actores políticos clave y bastiones de poder político se realinean para llenar el vacío que dejó un peso pesado de la política sin un heredero aparente», dijo el economista Alberto Ramos, de Goldman Sachs.
La ceremonia fúnebre se extenderá hasta la mañana del viernes, anunciaron autoridades argentinas, y se mantendrán abiertas durante toda la noche las puertas de la Casa Rosada.
Posteriormente, el cuerpo de Kirchner será trasladado a la sureña ciudad de Río Gallegos, donde nació y en la que inició su carrera política, para su sepultura en el cementerio local.
En las adyacencias de la Plaza de Mayo, manifestantes gritaban y pintaban consignas de apoyo a la presidenta, quien sucedió a Kirchner en el poder en 2007 y cuyo mandato está marcado para concluir en diciembre de 2011.
«Néstor siempre presente. Fuerza Cristina», rezaba un cartel próximo a una de las puertas del palacio presidencial, al que llegaron también algunos dirigentes opositores.
«Estando él se pudo hacer todo, dio trabajo, dio salario, ayudó a los jubilados. A mi me dio el plan de asignación. Que Cristina no baje los brazos, que siga como va», dijo Ramona Delgado, un ama de casa de 20 años vestida con una camisa azul con la leyenda «Movimiento Evita».
Una pantalla gigante instalada en la Plaza de Mayo mostraba la imagen de la presidenta Fernández, aplaudida a cada rato por niños y personas de todas las edades.
Líderes sudamericanos dan su abrazo
Presidentes sudamericanos participaron en Buenos Aires de los homenajes a Kirchner, quien también era secretario general de la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur).
«Llegó un hombre, llegó un líder y un pueblo que despertó. Los pueblos despiertan y generan sus líderes. Como dijo Juan Gelman (renombrado poeta argentino), ‘fue el que necesitábamos'», dijo el presidente venezolano Hugo Chávez al llegar al aeropuerto metropolitano de Buenos Aires.
Rafael Correa, presidente de Ecuador, expresó que «el mayor homenaje que le podemos hacer a Néstor es ratificar nuestro compromiso de construir esa patria grande, esa América unida».
«La pérdida del compañero Néstor es un dolor para mí personal, para el pueblo boliviano (…), la pérdida nos deja huérfanos», dijo un desolado presidente de Bolivia, Evo Morales.
Rafael Correa, presidente de Ecuador, expresó que «el mayor homenaje que le podemos hacer a Néstor es ratificar nuestro compromiso de construir esa patria grande, esa América unida».
El uruguayo José Mujica y su esposa; así como el mandatario de Chile, Sebastián Piñera, y la primera dama del país vecino, también dieron un cálido saludo a Fernández en la Casa Rosada. Posteriormente se sumó el colombiano Juan Manuel Santos.
Kirchner, quien tenía 60 años y era considerado el político más poderoso de Argentina, murió el miércoles en la sureña ciudad de El Calafate como consecuencia de una afección cardíaca aguda.
El país recibió la noticia de su fallecimiento con sorpresa y consternación, pese a que los problemas de salud del ex mandatario se habían convertido en recurrentes. Había sido sometido a dos intervenciones este mismo año por problemas en su corazón. La última internación había ocurrido hace 45 días.
«Quédate tranquilo Néstor, Cristina sola no está. Están los trabajadores que la vamos a cuidar», cantó un grupo de sindicalistas en la plaza, sede de históricas manifestaciones de protesta y festejos del pueblo argentino.
Las banderas en Buenos Aires estaban a media asta y las autoridades federales declararon un duelo de tres días.
Durante su Gobierno, Kirchner puso a Argentina en el camino de una recuperación tras la profunda crisis económica de 2001 y 2002, implementó políticas estatistas y planes sociales, y tuvo a los derechos humanos como prioridad en un país muy lastimado por dictaduras militares.
Pero su estilo agresivo, confrontativo y calificado como autoritario por sus contrincantes fue desgastando su imagen tras pasarle la banda presidencial a su esposa, con quien se casó en 1975.
Bonos y acciones suben
Los mercados, en tanto, reaccionaron. Los bonos de la deuda soberana de Argentina subían un 2% en promedio ante previstos reacomodamientos de precios luego del salto que dieron el día previo en Estados Unidos tras conocerse la muerte de Kirchner.
«Los mercados siempre han visto a Kirchner como una restricción a los negocios», dijo el analista Zuleta.
Las acciones del argentino Grupo Clarín llegaron a subir un 40,85% hoy en Buenos Aires. Kirchner estaba abiertamente enfrentado con el grupo editorial, uno de los mayores del país, al que una ley impulsada por su esposa podría obligar a vender activos para reducir su influencia en el sector de los medios de comunicación.
Algunos analistas apuestan a la posibilidad de una unión del dividido peronismo, fuerza dominante de la política argentina.
Kirchner, quien con un férreo liderazgo disciplinó a gobernadores, diputados, alcaldes y dirigentes sociales, era sin embargo discutido por muchos líderes peronistas, entre otras cosas por haber conducido hacia la izquierda al movimiento fundado por Juan Perón en la década de 1940.
«Kirchner fue un factor de división en el peronismo. Sin Kirchner no tiene mucho sentido la división», opinó el analista político Ignacio Zuleta.
Por su parte, el consultor político Jorge Giacobbe destacó en declaraciones a una radio local que «hay que estar muy atentos a cómo reacciona Cristina, a quién la va a rodear».
«Ha empezado la batalla por rodearla, por influir sobre ella, por cumplir la tarea que cumplía Néstor. Depende de quien logre ese sitial será un rumbo o será otro. Murió el jefe. Hay que pensar eso», agregó.
Gran parte de la oposición argentina expresó condolencias por la muerte de Kirchner y apoyo a la mandataria, haciendo una pausa en la cruenta lucha política del país, caracterizada por posiciones irreductibles de los grupos antagónicos.
La poderosa central obrera CGT, cercana a la presidenta gracias a las alianzas que tejió Kirchner, manifestó su apoyo al Gobierno y llamó a los trabajadores a concurrir a la Casa Rosada a despedir al ex mandatario.
La muerte de Kirchner obligará a replantear la estrategia del Gobierno para los comicios de octubre de 2011, en los que la mandataria podría llegar a presentarse para la reelección.
REUTERS
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