Los líderes del G20 prometieron el viernes en Seúl evitar “devaluaciones competitivas” que afectan al comercio mundial y “fortalecer la cooperación multilateral”, en un intento por frenar la guerra de divisas que opone principalmente a Estados Unidos y China.
En su “Plan de Acción de Seúl”, incluido en el comunicado final del encuentro de potencias desarrolladas y emergentes que se inauguró el jueves, el G20 señaló que se moverá “hacia un sistema de tasas de cambio más determinado por el mercado” y que sus países se “abstendrán de devaluaciones competitivas de monedas”.
“Las economías avanzadas, incluyendo aquellas con monedas de reserva, seguirán vigilando la volatilidad excesiva y los movimientos desordenados de las tasas de cambio. Estas acciones ayudarán a mitigar el riesgo de excesiva volatilidad en los flujos de capital que enfrentan algunos países emergentes”, señaló el texto.
La quinta cumbre del grupo consolidado en noviembre de 2008 en Washington, en pleno auge de la crisis financiera internacional, se desarrolló con el telón de fondo de duros intercambios de acusaciones, principalmente entre China y Estados Unidos, por sus políticas monetarias que aplastaron la cotización de sus monedas.
Los países latinoamericanos, con Brasil a la cabeza, hicieron vehementes llamados para evitar medidas unilaterales en las economías centrales que provoquen flujos descontrolados de capitales hacia los países en desarrollo, pues la llegada masiva de divisas sobrevalúa sus monedas y conlleva el riesgo de provocar burbujas especulativas.
“No existen más decisiones unilaterales en la economía mundial” ya que se debe considerar “las repercusiones en las otras economías”, dijo Lula a los otros líderes del G20 en una reunión a puertas cerradas, según el audio de su alocución al que tuvo acceso la AFP.
“Es importante que el G20 de aquí en adelante (…) asuma la responsabilidad de coordinar mejor las acciones unilaterales de los países importantes”, añadió.
Tras dos días de discusiones, las 20 mayores economías del planeta coincidieron en ese punto, al destacar que políticas económicas “no coordinadas” solo pueden tener consecuencias desastrosas “para todos”.
Por ello el G20 se comprometió a “fortalecer la cooperación multilateral” para “reducir los desequilibrios excesivos”.
Asimismo, acordaron aplicar mecanismos para “mantener los niveles de cuenta corriente en rangos sostenibles”, según criterios a ser definidos por grupos de trabajo con apoyo técnico del Fondo Monetario Internacional (FMI).
Los líderes también respaldaron como se esperaba la reforma de cuotas del FMI aprobada la semana pasada por el directorio del organismo, que otorgó a economías como China y Brasil mayor peso de decisión en la institución.
Adoptaron igualmente el nuevo marco reglamentario “Basilea III”, que exige más fondos propios a los bancos considerados importantes para el sistema financiero mundial, con el objetivo de que resistan mejor a posibles futuras crisis.
La cumbre del G20 tenía como principal objetivo bajar la tensión por la llamada “guerra de divisas”, fundamentalmente entre Estados Unidos y China, que acentuaron las diferencias dentro del grupo en los últimos tiempos.
El debate sobre las intervenciones para depreciar las monedas e impulsar las exportaciones propias en detrimento de las finanzas ajenas se tensó más tras la decisión tomada la semana pasada por la Reserva Federal, el banco central estadounidense, de inyectar 600.000 millones de dólares en el circuito financiero.
Este anuncio despertó fuertes críticas de China -a su vez acusada por Washington de infravalorar artificialmente el yuan-, así como de Alemania y Brasil, porque debilita la cotización del dólar y afecta las exportaciones de esos países.
El presidente estadounidense, Barack Obama, reiteró el viernes el llamado de su país para que China deje paulatinamente al mercado fijar el valor del yuan.
AFP