Estados Unidos reiteró este miércoles su apoyo a Corea del Sur, con la que efectuará maniobras militares conjuntas tras los disparos de artillería de Corea del Norte contra una isla surcoreana, que provocaron cuatro muertos y llamados a la venganza en Seúl.
El presidente Barack Obama manifestó a su homólogo Lee Myung-Bak el apoyo «inquebrantable» de Washington a Seúl, anunció la Casa Blanca.
Las maniobras navales, previstas antes de la actual crisis, y en las que participarán el portaaviones «USS George Washington» y navíos surcoreanos, se celebrarán de domingo a miércoles próximos. Según el Pentágono, la fecha de inicio de esos ejercicios había sido fijada antes del ataque norcoreano.
Obama, al denunciar la «amenaza» que plantea Pyongyang, exhortó a China a presionar a su aliado.
«Queremos asegurarnos de que todas las partes en la región reconocen que hay una amenaza seria y continua de la que hay que ocuparse», declaró.
El bombardeo del martes, que provocó la muerte de dos soldados y dos civiles surcoreanos, fue seguido por disparos de réplica de Seúl y constituye uno de los incidentes más graves en la península desde la guerra de Corea (1950-1953).
La comandancia militar norcoreana afirmó que Corea del Sur había disparado en primer lugar, y prometió lanzar «ataques sin piedad, sin vacilar, si el enemigo surcoreano osara invadir nuestras aguas territoriales aunque sólo sea 0,001 milímetro».
Por su lado, Seúl prometió «represalias» en caso de nuevas provocaciones norcoreanas. El ministro surcoreano de Defensa, Kim Tae-Young, anunció un próximo despliegue de nuevas baterías de artillería en la isla bombardeada.
La comunidad internacional condenó el ataque, producido después de que se revelara un nuevo programa norcoreano de enriquecimiento de uranio. China, en cambio, se limitó a expresar su «preocupación».
Obama, que tiene 28.500 soldados en Corea del Sur, rehusó especular sobre eventuales represalias militares norteamericanas. Pero pidió explícitamente a China que «transmita claramente a Corea del Norte que existen normas internacionales que deben ser respetadas».
China es considerada como la única potencia que tiene capacidad para influir en el régimen de Pyongyang.
La isla de Yeonpyeong, con 1.500 habitantes –la mitad de los cuales huyeron desde el ataque del martes– está ubicada en el Mar Amarillo, en una zona disputada por ambas Coreas.
Está ubicada al sur de la línea fronteriza decretada por la ONU tras la guerra de Corea, pero se halla al norte de la franja divisoria reivindicada por Pyongyang. Ya se produjeron en esa área graves incidentes navales en 1999, en 2002 y en noviembre de 2009.
Aún bajo el impacto, los residentes de Yeonpyeong aseguraron el miércoles haber vivido escenas de guerra, al recordar el estrépito de los obuses y los incendios devastadores.
Kim Kil-Soo, un marino de 51 años, estaba descansando en uno de los dormitorios comunes de los pescadores de la isla cuando las primeras explosiones hicieron estallar las ventanas del local. «Estábamos estupefactos, y completamente perdidos», relató.
Al huir hacia el refugio más cercano, Kim percibió los daños provocados por los obuses en las oficinas y en un supermercado. «En ese momento, realmente creí que la guerra había estallado», aseguró.
En Seúl, mientras tanto, unos manifestantes quemaron este miércoles banderas de Corea del Norte y retratos del dirigente norcoreano Kim Jong-Il y de su hijo y posible sucesor Kim Jong-Un.
«Nuestro gobierno debe ejercer firmes acciones de revancha contra Corea del Norte», afirmó Park Chan-Sung, organizador de la manifestación.
«Tras la revelación de su programa de enriquecimiento de uranio, Corea del Norte llevó a cabo este ataque para otorgar a Kim Jong-Un un estatuto de poderoso líder», declaró el ministro surcoreano de Defensa, refiriéndose al menor de los hijos del número uno norcoreano Kim Jong-Il, y que parece destinado a suceder a su padre.
El jefe del Estado Mayor Conjunto estadounidense, el almirante Michael Mullen, abundó en la versión: «Creemos que esto está vinculado a la sucesión en favor de este joven de 27 años», dijo en una entrevista con la cadena de televisión ABC, refiriéndose a Kim Jong-Un.