Los obispos latinoamericanos expresaron su preocupación por el tráfico de drogas y armas, la violencia y la corrupción política en América Latina, informó el sábado la oficina de prensa de la Santa Sede.
Esos “son los grandes desafíos de numerosos países, a pesar de algunos éxitos en la lucha contra tales males sociales”, dijo El Vaticano en un comunicado sobre los resultados de la XV reunión del consejo especial para América Latina de la Secretaría General del Sínodo de los Obispos celebrada el 16 y 17 de noviembre pasado.
La emigración de los países más pobres hacia los más ricos representa también uno de los aspectos de mayor preocupación, que constituye “un empobrecimiento de los recursos humanos de los países que sufren la emigración”, agregó.
Asimismo, señaló los problemas sociales generados en los países que reciben la emigración: “Graves dificultades encuentran los emigrantes en situación irregular y a menudo repatriados con la fuerza a sus países de origen”.
“Se registra con satisfacción un desarrollo económico positivo en algunos países, aunque sería necesario favorecer una distribución más justa de las riquezas y de los recursos naturales”, afirma.
En este contexto, “crece la conciencia ecológica en las poblaciones con el objetivo de salvaguardar la creación y promover un uso razonable de las materias primas”.
En particular, los obispos latinoamericanos destacaron la alarmante situación social de Haití tras el terremoto y la reciente epidemia de cólera.
“La solidaridad manifestada concretamente por los gobiernos extranjeros y los organismos eclesiásticos producirían mayores frutos si los entes locales fueran más capaces de predisponer orgánicamente las ayudas recibidas”, expresó.
Añadió que merece atención particular la promoción de una de una serie de leyes “contra a las normas éticas, como las leyes sobre el aborto, la eutanasia y los matrimonios entre personas del mismo sexo”.
Señalo que aunque en varios países hay procesos electorales con respeto de las normas, “no faltan los tentativos ideológicos de revisar los ordenamientos constitucionales y legislativos, provocando tensiones internas, incluso con las Iglesias locales, con repercusiones en las relaciones internacionales”.
“Se intenta ignorar a la Iglesia Católica, excluyéndola como parte en el diálogo social, a pesar de la alta credibilidad de la cual goza a nivel popular”, manifestó. AP