El presidente de EEUU, Barack Obama, cumple mañana, jueves, dos años en el poder alentado por una recuperación en su popularidad pero con numerosos interrogantes sobre el futuro.
Obama atraviesa un momento dulce entre el electorado. Las encuestas apuntan a que ha conseguido superar la barrera clave de popularidad del 50 por ciento, algo que no lograba desde hace meses.
En parte, esta recuperación se debe a la aprobación el pasado diciembre en el Congreso de una serie de medidas, como el tratado de desarme nuclear con Rusia START o un acuerdo para prorrogar recortes de impuestos, en las que buscó, y logró, el respaldo de la oposición republicana.
Pero también ha jugado un papel su respuesta al tiroteo de Tucson del día 8, en el que murieron seis personas y catorce quedaron heridas, entre ellas la congresista Gabrielle Giffords. Obama acudió a un servicio de homenaje a las víctimas en el que pronunció un emotivo discurso y llamó a la unión, no a las divisiones.
Para Obama, ahora el desafío es mantener durante la segunda mitad de su mandato -marcada por el dominio republicano en la Cámara de Representantes y la proximidad de los comicios de 2012- esta conexión con los votantes.
A los electores les queda ya muy lejos aquel 20 de enero de 2009 en el que cerca de 2 millones de personas acudieron al Mall de Washington a presenciar la investidura del primer presidente de raza negra en EEUU.
Su primera prueba de fuego tendrá lugar la próxima semana, cuando el martes pronunciará, ante el pleno de las dos Cámaras del Congreso, su discurso anual sobre el Estado de la Unión, en el que expondrá sus prioridades legislativas para este año.
Según ha informado el portavoz de la Casa Blanca, Robert Gibbs, el presidente trabaja aún en el primer borrador del discurso, considerado el más importante del año. Pero Gibbs ya ha apuntado que Obama abordará de nuevo, como hizo en Tucson, los temas de la unidad, la cooperación y el abandono de la dialéctica insultante en la política.
No lo va a tener fácil. Hoy mismo, la mayoría republicana en la Cámara de Representantes ha dispuesto una votación para anular la reforma del sistema sanitario, la “joya de la corona” del mandato de Obama hasta el momento.
Aunque la revocación no tiene perspectivas de salir adelante, puesto que los demócratas aún controlan el Senado y Obama ha dado a conocer que la vetaría si llegara a su despacho para promulgarla, sí representa un indicio de cuál será previsiblemente la estrategia republicana para los próximos dos años: tratar de denegar al presidente cualquier logro.
Tanto la Casa Blanca como los republicanos tienen claro que la campaña electoral para los comicios de 2012 comienza ya este mismo año.
Tras el discurso sobre el Estado de la Nación, el presidente estadounidense tiene ante sí otro escollo potencial, la presentación de su propuesta de presupuesto para el próximo año fiscal.
Sobre ese asunto se anticipa una dura batalla con los republicanos, que basaron buena parte de la campaña con la que ganaron las legislativas de noviembre en promesas de austeridad fiscal y de recorte del ingente déficit presupuestario, superior a los 1,3 billones de dólares.
La Casa Blanca tiene previsto presentar su propuesta para la semana del 14 de febrero, una semana más tarde de lo habitual ante el retraso en la confirmación en el Senado de su nuevo director de la Oficina de Gestión y Presupuesto, Jack Lew, que ha sustituido en el cargo a Peter Orszag.
Para afrontar los desafíos de su segunda mitad de mandato, Obama está llevando a cabo una profunda reestructuración de su equipo, donde ya ha nombrado un nuevo jefe de Gabinete, el empresario William Daley, y un nuevo asesor económico, Gene Sperling. Está también de salida el portavoz presidencial, Robert Gibbs.
El nuevo equipo tendrá que reforzar los lazos con el mundo empresarial y colaborar con los republicanos para mantener la “marca Obama”. Y el presidente tendrá que recordar a los ciudadanos por qué fueron al Mall una helada mañana de enero hace dos años. EFE