El líder libio Muamar Kadhafi perdió el control del este del país a manos de una insurrección popular y enfrentaba el jueves una fuerte presión occidental para evitar un baño de sangre que podría provocar un exodo masivo y una desestabilización mayor de esta rica nación petrolera.
El presidente estadounidense, Barack Obama, juzgó «escandalosa» la represión que ya se cobró cientos de vidas y afirmó que los autores de las matanzas deben de «responder» por sus actos.
La Unión Europea (UE) también se movilizaba para decidir eventuales sanciones y trataba de encontrar una respuesta al éxodo de miles de libios y de extranjeros que huían del país norafricano. La cuestión será debatida por los ministros de la UE este jueves en Bruselas.
Organizaciones de defensa de los derechos humanos denunciaron ataques aéreos y bombardeos contra civiles. Según datos divulgados el miércoles en París por la Federación Internacional de Derechos Humanos (FIDH), la represión del levantamiento ha dejado 640 muertos desde su inicio el 15 de febrero.
La sublevación parecía sólidamente implantada en la costa oriental del mediterráneo libio, en la región de Cirenaica, desde la frontera con Egipto hasta las ciudades de Tobruk y Banghazi, pasando por Al Baida. En las carreteras se veían a rebeldes armados junto a soldados que se sumaron a la causa de los insurgentes.
La ciudad libia de Zuara, a 120 kilómetros al oeste de Trípoli, ha sido «abandonada por la policía y los soldados» y está «bajo control del pueblo», aseguraron testigos llegados a Túnez este jueves por vía terrestre.
Kadhafi, de 68 años, en el poder desde 1969, amenazó el martes con «luchar hasta la muerte» y ordenó a sus tropas aplastar la rebelión.
Sin embargo, uno de sus hijos, el ex futbolista Saadi Kadhafi, dijo que ‘el Guía de la Revolución’ estaría considerando otros planes, como el de convertirse en consejero de una nueva generación de dirigentes.
«Mi padre sería como el abuelo que aconseja», declaró Saadi Kadhafi, entrevistado por teléfono por el diario británico Financial Times.
«Después de este sismo positivo, tenemos que hacer algo por Libia», añadió: «Debemos aportar sangre nueva para gobernar nuestro país», aseguró.
El tercer hijo del coronel Kadhafi afirmó asimismo que un 85% del país está «muy tranquilo y seguro» y que el régimen recuperará el control total «tarde o temprano».
En Misrata, la tercera ciudad del país, a 200 kilómetros al este de Trípoli, partidarios de Kadhafi atacaron el miércoles con ametralladoras y granadas a manifestantes, matando a varios, indicaron testigos.
Los precios del petróleo alcanzaban este jueves niveles inéditos desde hace dos años en los mercados de Asia, como fruto de la ola de violencia en el mundo árabe y sobre todo en Libia, un país miembro de la OPEP (Organización de Países Exportadores de Petróleo).
El barril de West Texas Intermediate (designación del ‘light sweet crude’ negociado en EEUU) ganaba un dólar, a 99,10. Y el Brent del mar del Norte llegó a tocar los 120 dólares antes de replegarse.
El viceministro de Asuntos Exteriores libio, Jaled Kaim, aseguró el miércoles que la red islamista Al Qaeda había fundado en Derna (este) un emirato islámico dirigido por un ex detenido de Guantánamo (la prisión para acusados de terrorismo establecida por EEUU en esa base situada en la isla de Cuba).
Pero los residentes de esa ciudad negaron esos informes, asegurando que sólo se proponían «asustar a Europa».
La organización Al Qaeda en el Magreb Islámico (AQMI) expresó este jueves su apoyo total a los manifestantes libios y prometió «hacer todo lo posible para ayudar» a la insurrección, indicó este jueves SITE, el centro estadounidense de vigilancia de webs islámicas.
La revuelta en Libia estuvo inspirada en las que en las últimas semanas derrocaron a los regímenes autoritarios de Túnez y Egipto, en una inédita ola de protestas en los países árabes. AFP