Los hombres excepcionales siempre encontraran una causa justa para una batalla ideal, donde los bandos opuestos siempre están al mismo nivel, batallas épicas como la que desarrolló a comienzos del siglo XIX el Libertador, Simón Bolívar, quien envestido de valentía e inteligencia, soportó las más duras pruebas para salvar a cinco naciones del dominio español, y de paso finalizar con el periodo histórico conocido como La Colonia.
Pero Bolívar es sólo uno más, entre los grandes personajes que alrededor del globo se han puesto como meta acabar con las tiranías, sean cuales sean y estén representadas bajo las figura que fuere.
Podríamos citar un sinnúmero de ejemplos, desde la lucha de conciencia y paz del Dalahi Lama, pasando por la revolucionaria imagen del Che Guevara, evocando la voluntad y altruismo de Nelson Mandela y el idealismo de Martin Luther King, hasta llegar al mismísimo Jesús quien enseñó que con amor se puede salvar al mundo.
Excepcionalmente, como inicia este discurso, tuve la fortuna de que en mi caminar se atravesara un hombre de esos que les gusta dejar huella, y a veces ni siquiera caen en cuenta de que lo están haciendo. Un Bolívar libertador de tiranías, en este caso, humanas y contradictorias, pero con la gallardía y el coraje que se necesitó para enfrentar a las tropas de Morillo en Boyacá.
Este hombre es Fernando Corredor, un ‘cachaco cualquiera’ que en un cáncer linfático que le descubrieron hace dos años y medio, encontró la causa de su lucha, y en el humor refinado hallaría su campo de batalla.
Lector y escritor, creo que por naturaleza, adicto a la política y de un humor irreverente, Fernando lanzó en 2010 el libro ‘Mi vida con el cangrejo’, una dosis de amor y buen humor, en el que invita a los lectores a mirar al cáncer, enfermedad que siempre se ha asociado con la palabra “muerte”, desde otra óptica.
Gracias al apoyo de la empresa Cemex, hoy Corredor se encuentra haciendo una gira nacional, para llevar a diferentes rincones del país, no una voz de aliento, más bien una cura para este mal: el amor por la vida, la valentía frente a la adversidad por medio de la risa, pero sobretodo una invaluable experiencia de vida, que no sólo los enfermos o sus familiares deberían compartir, porque su enseñanza abarca cada fibra de la existencia humana.
Así, en medio de su correría nacional, este bogotano, de aquellos que todavía hablan ‘chirriao’ y usan el ‘ala mi rey’, llegó a uno de los fortines favoritos de Simón Bolívar, su amada ciudad de Cúcuta.
Y al hablar de amada, me refiero a que Cúcuta fue lugar obligatorio para el Libertador, cuando en paso furtivo rumbo a Ocaña para verse con ‘Las Ibañez’ – Bernardina y Nicolasa, descansaba en la “ciudad amañadora”.
Y precisamente en Cúcuta, o Ciudad de los Duendes en el idioma ‘motilon’, Fernando Corredor estuvo presentando su conferencia, remontando los pasos de Bolívar, esta vez la lucha no fue para liberar a dos naciones, esta vez la cuestión era concientizar a un grupo de empresarios y comerciantes de la capital nortesantandereana, sobre la forma más fácil de enfrentar lo más difícil.
A cinco ciudades para terminara esta ‘primera temporada’ de conferencias, Fernando Corredor no enseñó, simplemente ratifico que el ingenio del humor, va mucho más allá de la adversidad.
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