Los cabecillas del grupo Nule afirmaron que desde que les fue retirado el cocinero personal que tenían en su sitio de reclusión en La Picota, no consumen alimentos por temor a ser envenenados.

La afirmación la hicieron ante Consejo de Estado, que los llamó a declarar dentro del proceso de pérdida de investidura del excongresista Germán Olano, procesado también por el carrusel de la contratación.

El cocinero personal le fue retirado a los cabecillas del grupo Nule hace una semana, junto con otros lujos que tenían en la casa fiscal de La Picota, como juegos de video, televisores, celulares, etc.

Como se recuerda, por este hecho, fue destituido el director del penal.

“Desde hace ocho días están a pan y agua o algo muy parecido porque temen que su comida sea envenenada”, aseguró el director de la Red de Veedurías Ciudadanas, Pablo Bustos.

Frente a la denuncia, el Consejo de Estado dispuso oficiar al Ministerio del Interior, Fiscalía e Inpec, para que garanticen la integridad de los procesados, en su régimen alimenticio, así como por la seguridad de los familiares.

De otro lado, el director de la Red de Veedurías Ciudadanas, Pablo Bustos, dijo que en esta nueva declaración los Nule hicieron nuevas revelaciones que deberán ser investigadas por las autoridades competentes.

“Indudablemente aportaron nuevos datos no solo en el caso del carrusel de la contratación en Bogotá, sino también a nivel nacional”, señalo Bustos y agregó que la magistrada ponente del caso tendrá que compulsar copias para que todo sea investigado.

Los primos Nule afirmaron que el exrepresentante Germán Olano recibió cerca de mil 700 millones de pesos como contraprestación
por haber intercedido ante el personero distrital, Francisco Rojas Birry, para que no investigara las irregularidades en los contratos de la fase tres de Transmilenio y de la malla vial.

También ratificaron que los hermanos Iván y Samuel Moreno Rojas recibieron millonarias comisiones por los contratosque les adjudicó la administración distrital.

Igualmente señalaron a los empresarios Emilio Tapia y Julio Gómez como fichas claves en el carrusel de la contratación en Bogotá.