La opinión pública chilena se declaró decepcionada tras abrirse el miércoles el último testamento del dictador Augusto Pinochet, al no contar con ningún heredero, y remitirse a un simple cambio de albacea.
El testamento del dictador, fallecido en diciembre de 2006, fue abierto a petición del Consejo de Defensa del Estado (CDE), en un tribunal de Santiago y su contenido se remitía solamente a media página, en la que se consignó el cambio del albacea de los bienes, desde el abogado Oscar Aitken a Julia Hormazábal.
«Se abrió el testamento y en él se dispone exclusivamente una modificación de la persona del albacea», explicó a periodistas el abogado del Consejo de Defensa del Estado (CDE), Álvaro Quintanilla.
«No hay ninguna referencia a actos de disposición de bienes, lo cual probablemente hace el testamento a que se remite esta modificación, que es un testamento del año 2002 ante otra notaria», agregó el jurista.
Ningún familiar del ex dictador (1973-1990) asistió a la diligencia y sólo estuvieron presentes una jueza, dos abogados del CDE, el notario Eduardo Avello, que guardaba el testamento, y dos amigos de la familia que en 2005 lo firmaron como testigos.
Al finalizar el trámite, el abogado del CDE Álvaro Quintanilla explicó a los periodistas que el testamento de 2005 sólo contiene un cambio de albacea y no hace ninguna mención a los herederos de los bienes de Pinochet.
El dictador nombró como albacea a la abogada Julia Hormazábal, tras la renuncia de Óscar Aitken, acusado de participar, junto a Pinochet y otros miembros de su familia, en el “caso Riggs”.
Este caso se abrió a mediados del año 2004 cuando se descubrió que Pinochet mantenía numerosas cuentas secretas en el Riggs Bank de Estados Unidos y otras entidades financieras del exterior. Al fallecer, el dictador estaba procesado en el “caso Riggs”.
Santa Fe con agencias