Por: Jorge Consuegra (Libros y Letras)
Su vida parece de verdad un cuento de hadas, pues de pronto se sintió princesa o reina en una historia que ella misma inventó. Y también de pronto surgieron, como por arte de magia, sus súbditos –léase lectores- y la rodearon los micrófonos, las cámaras, los flashes, el centenar de preguntas y las grabadoras guardando en su memoria las respuestas inteligentes sobre su libro.
Y también de pronto se le olvidó que iba a la universidad a seguir con Administración de Empresas, pero de pronto supo que no, que no podía dejar a medio estrenar su carrera, si que menos dejar a la vera de camino su imaginación convertida en libro como Zakrana que, de pronto, se convirtió en una de las novelas más leídas en la pasada Feria del Libro de Bogotá.
Y de pronto se sintió asediada de niños y de jóvenes y todos con las ganas de conocerla, de hablar con ella, de mostrarle el libro para que estampara su nombre después de una inolvidable dedicatoria. Y Juanita Cepero sonreía a diestra y siniestra porque ella misma –y lo confiesa- jamás creyó que pudiera ser titular de un comentario o de una entrevista o de una reseña.
Y apenas estaba llegando a los 23 años y se estaba formando como administradora de empresas y como escritora…
– ¿A qué edad tuviste tu primer libro en tus manos?
– No lo recuerdo. De hecho…no recuerdo no haber tenido un libro. Mi infancia se desarrolló entre cuentos de hadas, historias donde lo inverosímil marcaba la pauta. Probablemente mi primer libro fue un “Canticuento”, pues recuerdo aún el sonido de las voces del cassette que acompañaba la colección. Historias hechas de letras, sonidos e imágenes que se me quedaron tatuadas en algún lugar del cerebro.
– ¿En tu casa siempre hubo libros a tu alrededor?
– Sí. Mi papá tiene una gran biblioteca, la cual nos siguió de apartamento en apartamento. Tengo a la mano la mayoría de clásicos… pero también tuve acceso a libros que me permitían viajar con imágenes e historia. Egipto fue mi primera obsesión, la cual alimenté con enciclopedias, trascripción de jeroglíficos, así no entendiera nada, y deseos de viajar en el tiempo a eras faraónicas…Ahora que lo pienso, ese fue mi primer ejercicio en la creación de fantasía. Los viajes en el tiempo.
– ¿Qué libro de tu infancia o adolescencia recuerdas con especial cariño?
– Los “Canticuentos” y ahora quiero recuperarlos. Creo que las decenas de historias de esta colección y los cientos de graciosos y malévolos personajes desarrollaron mi habilidad para soñar despierta. Es de hecho, un ejercicio muy completo, las voces, los sonidos, todos los estímulos que generan este tipo de libros en un niño me ayudaron a crear un mundo interno en el cual soy capaz de componer música, construir obras maestras de arquitectura y diseñar seres ajenos a la humanidad…Claro, exteriorizar todo esto no es tarea fácil.
– ¿A qué libros recurres ahora ya en tu juventud?
-Todavía busco libros que carecer de cierta realidad. El misterio genera tensión y la fantasía me hace viajar…Me gusta cuando ambos se mezclan, cuando una intrincada red de relaciones y cabos sueltos se unen y de repente, todo tiene o cambia de sentido.
– ¿Por qué decidiste Administración de Empresas en lugar de las letras?
– Siempre he sido muy racional…Irónicamente. Antes de tomar la decisión hice una balanza de pros y contras. Probabilidades vs. Sueños. Busqué una universidad que me diera flexibilidad y que ofreciera una carrera que sirviera, como muchos dicen “para todo”. Ya en IX semestre, a unos meses de terminar, puedo decir que mi decisión fue la correcta. El CESA fusionó la realidad con la fantasía permitiéndome viajar de un mundo a otro. Hoy ambos mundos complementan el uno con el otro.
– ¿Cuál fue la razón por la cual resolviste escribir Zakrana?
– Quería escribir algo que yo quisiera leer y darle un final inesperado, pero con el tiempo mis sueños y delirios se filtraron en las páginas, así que la historia se transformó en una mezcla de realidad e inverosimilitud. Y descubrí que así me gustan las historias: Locuras llenas de cordura. Zakrana es un mundo confuso que tiene sentido sólo dentro de su propio contexto.
– ¿Cómo surgió la primera imagen de tu novela?
– Una niña perdida en un bosque, un mar de luces la rodea y la niña desaparece. Pero la imagen que lo cambió todo, que le dio el vuelco a la historia y la transformó en lo que es hoy…Es el capítulo final, con una serie de adaptaciones claro. Yo empiezo a escribir por el final, y de ahí doy saltos de atrás hacía adelante.
– ¿Qué fue lo más complicado en el primer proceso de escritura?
– ¡Comenzar! Descubrí que es más fácil escribir de atrás hacia adelante, no en el estricto sentido de la palabra, pero redactar el capítulo 2 antes de redactar el capítulo 1 ciertamente me sacó de la tragedia de la página en blanco.
– ¿Qué fue lo más complicado en el proceso de redacción?
– Hace unos días en la oficina me quedé embelesada con una taza de té tan sólo porque el vapor que chocaba contra las paredes hizo que mi cabeza empezara a maquinar. Cuando estás desarrollando una historia, tu cerebro está atento a todos aquellos estímulos que puedan aportar a ella. Miles de detalles cambian de una versión a otra y terminas con un mundo lleno de cabos sueltos o sorpresas poco verosímiles. Reescribí la historia cuatro veces, asegurándome de atar esos cabos, de dejar libres aquellos que pudiera usar en futuros proyectos y eliminando los que estorbaban.
– ¿Quedaron imágenes o personajes o situaciones por fuera de la novela?
– ¡Muchas! Si lo hubiera incluido todo en la historia, esta no se podría encuadernar en un solo tomo. Ocho años de desarrollo crearon un mundo con decenas de seres y reinos que no llegaron al papel. Zakrana es una realidad enorme. Muchos secretos, muchas reglas, muchos mitos y muchas aventuras no están en el papel… pero eso hace del libro algo más interesante. Zakrana, como libro, tiene la justa cantidad de información. Tal vez la parte más importante de escribir es saber editar, es saber renunciar a lo que sobra para exaltar lo necesario, y cuando menos te das cuenta…Lo necesario está condensado en 360 páginas.
– ¿Tienes en mente dedicarte más a tu profesión como administradora o como escritora?
– Creo que puedo ejercer ambas. El ideal: ¡Dedicarme a escribir! Pero mi carrera me enseñó que no debo renunciar a una cosa para hacer la otra, al contrario, puedo usar una para potencializar el resto. Como administradora de empresas estoy consciente de una serie de variables que influyen en el mundo literario y como escritora estoy obsesionada con crear algo a partir de nada. Es como un rompecabezas, sólo hasta que encajan las piezas te das cuenta de que aquella mancha de colores era realmente el corazón de una obra maestra.