El papa Benedicto XVI pidió el domingo que sea la Palabra de Dios la que oriente “los pensamientos, las elecciones y las acciones” de las personas y no la búsqueda de bienes o de poder que son solo nociones falsas.
El Papa evocó cómo Moisés, tras el largo camino por el desierto, al borde de la tierra prometida proclamó: “Ahora Israel escucha las leyes y las normas que yo os enseño para que las pongáis en práctica, para que viváis y entréis en la tierra que el Señor os está a punto de dar”.
“Aquí -agregó Benedicto XVI- está el problema: cuando el pueblo se establece en la tierra y es depositario de la Ley, se ve tentado de poner su seguridad y su alegría en cosas que no son la Palabra de Dios: en bienes, en el poder, en otras divinidades que en realidad son vanas”.
De este modo, subrayó el Papa, la religión pierde “su sentido auténtico, que es vivir escuchando a Dios para hacer su voluntad, y se reduce a la práctica de costumbre secundarias, que satisfacen, sobre todo, la necesidad humana de sentirse bien con Dios”,
“Este es un grave riesgo en cada religión, que Jesús encontró en su tiempo, pero que, por desgracia, puede verificarse también en la cristiandad”, afirmó Benedicto XVI, que pidió que la Virgen María ayude a los hombres a escuchar “con el corazón abierto y sincero la Palabra de Dios, para que oriente sus pensamientos, sus elecciones y acciones”.
En el tradicional rezo del Ángelus dominical, que dirigió desde el palacio apostólico de Castel Gandolfo, unos 30 kilómetros al sur de Roma, el Pontífice recordó que la liturgia de la Palabra de este domingo “enseña que la Ley de Dios es su Palabra, que guía al hombre en el camino de la vida, lo hace salir de la esclavitud del egoísmo y lo introduce en la tierra de la libertad y de la vida”.