–Las Farc admitieron que sí tiene secuestrados, pero los llama “prisioneros de guerra” y notificó que solo los dejará en libertad cuando el gobierno nacional haga el «canje humanitario» con los guerrilleros que están presos en distintas cárceles del país.
“Sí, nosotros tenemos prisioneros de guerra y los vamos a entregar, pero que el Estado nos devuelva a los nuestros que están allí, en las prisiones”, afirmó Sandra Ramírez, quien fue la última compañera sentimental del desaparecido máximo cabecilla de las Farc, alias Manuel Marulanda o Tirofijo (muerto en el 2008) y ahora integrante del equipo de las Farc que adelanta conversaciones con el gobierno nacional en La Habana, Cuba.
Sin embargo, la mujer no dijo cuántas personas tienen cautivas las Farc.
La ex compañera de Tirofijo concedió un amplio reportaje al periódico cubano “Juventud Rebelde”, en el cual dijo que a partir de febrero el grupo guerrillero dejó de hacer “retenciones económicas”, previstas en “ley, la 002”, y en la cual se estipulaba que a quien tuviera un patrimonio superior a un millón de dólares le exigían el pago de “un impuesto para la paz” y a los que se negaban a pagar los secuestraban.
“Hemos tenido errores en torno a esto. Entonces decidimos buscar nuevas formas de hallar los recursos que necesitamos para la organización. Nos financiamos con la ayuda de muchos compañeros, pero también en nuestras áreas cultivamos para autoabastecernos, y vender», precisó.
Sigue vigente por parte de las FARC-EP la propuesta de un canje?, le preguntó el periodista.
«Mantenemos ese proyecto porque es lo que nos permitiría buscar, precisamente, cómo logramos que los compañeros que se están pudriendo en las cárceles del país, regresen.
«En combate capturamos policías, soldados. Es distinto: son prisioneros de guerra porque son capturados en combate. A ellos se les respeta su vida, se les respeta su integridad física, sus creencias. Se les respeta sus derechos humanos. Con ellos también buscamos el canje.
Dijo que actualmente hay unos 700 guerrilleros presos, pero, añadio «tenemos datos de que también existen ocho mil presos políticos y de conciencia» y subrayó que «a muchos no se les ha realizado proceso y no hay definición de qué tiempo tienen que pagar».
Ademas indicó que «no todos son guerrilleros; hay muchos compañeros de apoyo acusados de serlo. Son compañeros que viven en los campos, que pasa uno y le dan un vaso de agua; nos ofrecen una comida o un racimo de plátanos. Por ese hecho ya son judicializados. Les dicen guerrilleros o que son apoyo logístico de las FARC, pero son civiles. Hay muchísimos compañeros civiles que están en las cárceles del país», precisó.
Por otro lado señalo que las Farc no llegaron a las conversaciones porque estén debilitadas.
«Por supuesto que nosotros hemos recibido golpes, y recibimos golpes», dijo, luego referirse a los distintos procesos emprendidos en el pasado que no fructificaron.
«Ahora, con el Gobierno de Juan Manuel Santos, comenzamos de nuevo a conversar. En medio de toda esta confrontación nos envía razones para intentar un diálogo. Siempre hemos estado dispuestos. Pero en ningún momento porque estemos debilitados. Estamos presentes aquí en la búsqueda de una solución al conflicto que vive Colombia», afirmó.
Sostuvo que «existen más de 60 frentes guerrilleros y otras unidades a nivel de compañías móviles. Y hay compañeros de 60, 50, 40, 30 años; tenemos jóvenes de 20 que están llegando permanentemente».
De otro lado, negó como lo han hecho los demás cabecillas, que las Farc estén vinculadas al narcotráfico.
“Una mentira dicha mil veces tiende a volverse realidad”, señaló y agregó:
«Nosotros cobramos un impuesto, pero no al que la siembra, sino al que viene a comprar el producto. A ese se le cobra un impuesto, así como lo cobramos al comercio, a la cerveza, a la ganadería. Al que viene a comprar lo producido de la coca, se le cobra un impuesto”.
LA VIDA EN LA SELVA
Tambien hizo el siguiente relato sobre la vida de la guerrilla en la selva:
Cuando el compañero de guardia grita: «¡Bombarderos!», la orden es saltar a la trinchera como quiera que estén. La bomba tarda unos cinco o seis segundos en estallar, así que hay que darse prisa.
Infinidad de veces Sandra se ha ido a ella sin las botas.
Si no están en combate, «la levantada» es a las cuatro y media y de ahí, directo a las aulas, donde un compañero les lee. Van en lo oscuro, «por caminitos. Absolutamente nadie alumbra; está prohibido porque la luz es un referente para los aviones de inteligencia».
A las cinco y treinta hacen gimnasia; luego, a formación para recibir orientaciones y dar parte al jefe. Como aún no ha amanecido y no pueden encenderse los fogones porque no puede haber luz, ahí toca «el tinto». Con pan, si hay. A las siete y media u ocho, el desayuno. Y luego, la distribución de tareas y el aseo del campamento, entre todos.
Así comienza cada jornada, en una rutina solo rota los domingos.
Entonces ven películas, hay lavado de ropa, peluquería.
«A veces hacemos un bailecito de dos horas, en el día. Y si hay un traguito, es para todos. Solo dos o tres. La pasamos rico. También hacemos horas culturales-recreativas en que inventamos juegos; ahora le estamos dando vida de nuevo al teatro».
—¿Usan celular?
—Está absolutamente prohibido. Puede servir para localizarnos. Se tiene, porque lo necesitamos, pero con medidas. Se usa para una misión. Controlado.
Sobre el fin de su vida al lado de Manuel Marulanda, dijo:
“Inicialmente estaba al lado del «camarada» Marulanda. Tengo 32 años en la guerrilla, y la mayor parte de esos años fueron al lado de él.
Cuando falleció (víctima de un paro cardiaco) en el año 2008, sentí profundamente su pérdida.
«Pero, afortunadamente, en las FARC contamos con la solidaridad y el apoyo inmenso que me dieron todos. Lo sentí en ese momento de profundo dolor. Y después, poco a poco una va viviendo otra vida. Ya sin el compañero es otro proceso que una empieza a vivir. Pero vamos bien en todo este trabajo que nos ha tocado, con el legado del “camarada” siempre presente”.
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