El expresidente Belisario Betancur – gran contradictor suyo en la política–, dijo de él: Gozó de un humor perverso y fue poseedor de una sabiduría y una gracia incomparable. A su turno, su copartidario, Ernesto Samper lo destacó como un hombre polifacético que protagonizó la escena política del último siglo.
Fue “el último de los grandes”, precisó, a propósito de Alfonso López Michelsen, cuyos 100 años de natalicio se conmemoran este domingo, 30 de junio.
En efecto, Alfonso Antonio Lázaro –su nombre completo – nacido en Bogotá el 30 de junio del 1913 y fallecido en la misma capital, el 11 de julio de 2007—, es definido por amigos y enemigos como un hombre sarcástico, irónico y uno de los más brillantes e influyentes de Colombia, tanto que siempre se dijo de él que era “el hombre que hacía pensar al país cuando hablaba”.
La agudeza de sus conceptos provocaba verdaderas tormentas políticas.
“Mientras los colombianos pierden su tiempo hablando mal los unos de los otros, yo aprovecho el mío hablando bien de mí”, precisó una vez.
Había que hilvanar o pensar mucho para llegar al fondo y alcances de sus apreciaciones.
“Siempre existirá el masoquismo en las relaciones entre hombres y mujeres, pero nunca con la intensidad que conocimos quienes vivíamos en medio de inhibiciones y prejuicios que eran como el caldo de cultivo de la anormalidad psíquica”, dijo una vez.
“Ha sido siempre una característica nuestra que quienes se suman a las protestas contra los gobiernos no tienen, por lo general, ningún interés directo en hacerlo”, señaló en otra oportunidad.
“El bolero es un baile para casados jóvenes que comienzan a interesarse por los cónyuges de los demás”, acuñó después, en su novela “Los Elegidos”, que fue llevada al cine, según lo recordó Luis H. Aristizabal en el Malpensante cuando López publicó “Mis Memorias”.
López también escribió:
“Cuando un individuo de provincia se enriquece en el comercio o en la industria y viene a establecerse a la capital, lo primero que tiene que hacer es comprarse una casa de campo. Es el signo inequívoco de su preeminencia social y económica. Sus hijos, generalmente menos capaces y trabajadores, pretenden explotar la propiedad para fines agrícolas; y la tercera generación que ya es “gente bien”, acaba teniendo que vendérsela al comerciante o al político de turno, recientemente enriquecido. Es una ley ineluctable, desde que existe la República”.
Otra muestra de la agudeza de sus criterios, es lo que dijo en la entrega del libro de su padre “Alfonso López Pumarejo, polemistas político”, por parte del Instituto Caro y Cuervo:.
“ …en nuestros días vivimos en un clima semejante de confusión ideológica, en donde unos pocos precursores tratan de imponer el viejo concepto de la democracia representativa, en donde, si es necesario vivir en armonía, es con el derecho de mantener ciertas convicciones y buscando las mejores soluciones por medio del debate y la contradicción, como el menos malo de los sistemas de convivencia social…”.
Además de “Los elegidos” (1953) escribió “Cuestiones colombianas (Ensayos), México, 1955; La estirpe calvinista de nuestras instituciones; Los últimos días de López, Biblioteca del Banco Popular, vol. 62, Bogotá, 1974, y El quehacer literario, Instituto Caro y Cuervo, Bogotá, 1989.
Humanista, catedrático y hombre de estado, Alfonso López Michelsen murió a los 94 años de edad Bogotá, víctima de un infarto.
En un reportaje autobiográfico, publicado en El Espacio, el 6 de agosto de 1974, detalló:
“La primera parte de mi vida la pasé al lado de la familia Michelsen. Mi padre se separó de los negocios de mi abuelo a los pocos años de casado, y nosotros, sus hijos, no conocíamos a la familia López. Eramos Michelsen ciento por ciento. Vivíamos la mayor parte del tiempo en casa de mi abuelo Carlos Michelsen que había sido casado con Antonia Lombana, mi abuela, a quien no alcanzamos a conocer, pero una hermana de ella, Dolores Lombana Barreneche, fue quien nos crió a los tres mayores. Mi papá y mi mamá viajaban mucho y siempre nos dejaban al cuidado de la tía Dolores.
El hermano de la tía Dolores, mi tío José María, era uno de los médicos más notables de entonces, político radical, senador vitalicio por el Tolima, llegó a ser candidato a la Presidencia de la República como liberal independiente”.
Su padre, Alfonso López Pumarejo, fue dos veces presidente de Colombia.
“En el año de 1930 mi papá se metió a la política. Ya antes había tenido intervenciones esporádicas al lado de Laureano Gómez en los años de la Primera Guerra Mundial. Por el correo, que en aquella época gastaba veinte días, nos iba contando de sus esfuerzos para reconstruir el partido liberal y dar al traste con la hegemonía conservadora”.
“Iba a estudiar Filosofía y Letras – reseñó también– cuando sobrevino el conflicto con Perú y nos vinimos a vivir a Colombia a casa de mis tíos Michelsen con mi papá, mi hermano Pedro y yo. Teníamos un recuerdo muy borroso después de tantos años de ausencia. La primera gira política a que nos llevaron fue un homenaje a Plinio Mendoza Neira en Tunja. Nos llamaba mucho la atención el estilo oratorio colombiano de entonces, lleno de alusiones a Grecia y a Roma, mientras los campesinos debajo de las ruanas, entre atónitos y perplejos, esperaban que les hicieran señales para aplaudir”.
“Me gradué en el Rosario y me comprometí con Cecilia con quien habíamos sido medio novios desde cuando ambos estudiábamos en París”.
Se casó con Cecilia López en 1938. Al respecto comentó que “la niña Ceci –como la llamaba cariñosamente–aceptó casarse con él cuando comenzó su carrera política como concejal de Engativá, cuando era un municipio de Cundinamarca, que luego fue absorbido por Bogotá.
El martrimonio se realizó “en la iglesia de San Lorenzo, parroquia de Bojacá porque ella vivía en la Hacienda de San Marino, donde todavía pasamos los domingos en familia en una terrible desproporción: seis mujeres para cada hombre. Es un verdadero matriarcado en donde cualquier día voy a tener sobrinos bisnietos ya que como abuelo he sido estéril”.
“Con Cecilia viajamos mucho, antes de tener familia. Ibamos juntos a hacer cursos de verano en Estados Unidos, Europa y Suramérica. En Lima nos hicieron sentar en una silla milagrosa, la de Santa Patrocinia y a los nueve meses nació Alfonso, el mayor de mis hijos. Los otros dos, Juan Manuel y Felipe, siguieron con un año de diferencia”.
“Todos –complementó –me han dado satisfacciones y me han ayudado a robustecer mis convicciones de liberal de tiempo completo. Los eduqué dejándoles desde muy niños asumir sus responsabilidades sin ejercer casi autoridad ni señalarles qué debían hacer en la vida. En esta época tan difícil para la juventud cada cual a su manera vive consagrado a su trabajo y aspira por igual a seguir estudiando después de haber tenido experiencias en la vida práctica”.
Aunque tuvo tres hijos varones, el célebre político dijo que la vida le dio una hija que llevaría siempre en su corazón llamada “revolución”, según lo destacó la agencia china Xinhua.
Por qué? Porque fue un gran admirador de la cultura China, país que visitó en varias oportunidades y fue tal vez el único colombiano que se reunió con Mao.
Lo hizo en dos ocasiones, para ser exactos, una en 1960 y la segunda en 1970.
A propósito, fue muy “amigo, compadre y socio” de los ex presidentes estadounidenses Gerald Ford y Jimmy Carter, del panameño Omar Torrijos, del venezolano Carlos Andrés Pérez y del líder cubano, Fidel Castro.
Con un grupo de sus antiguos estudiantes de la U del Rosario fundó el Movimiento Revolucionario Liberal, MRL., con el cual logró ser elegido Representante a la Cámara en 1960.
“El M.R.L., escribió, fue una extraordinaria experiencia como conocimiento del país y de sus gentes. Sin prensa, sin recursos, acusados de ser los agentes de Fidel Castro en Colombia, libramos batallas inolvidables. Fui candidato presidencial en 1962 y el gobierno de entonces prohibió la inscripción de mi nombre, alegando que lo que era nulo era prohibido. Guillermo Hernández Rodríguez demandó el acto del Ejecutivo ante el Consejo de Estado y fallaron a nuestro favor un año después de las elecciones”.
Se presentó como candidato a la Presidencia en 1962, siendo ampliamente derrotado.
En 1966 es elegido senador, y logra pactar el regreso del MRL al oficialismo de su partido un año después, siendo nombrado por el Presidente Carlos Lleras Restrepo como el primer gobernador del recién creado departamento del Cesar.
Allí surgió una de sus particulares pasiones: el vallenato.
Precisamente en su condición de primer Gobernador del Departamento del Cesar, fundó al lado de “la Cacica” Consuelo Araujo y Rafael Escalona, del Festival de la Leyenda vallenata.
Quizá uno de los colombianos que sintió más la muerte de López fue el maestro Escalona, quien, entonces, en declaraciones al diario El Tiempo, expresó:
“Cuando el doctor López fue candidato, me hubiera gustado regalarle un cheque de mil millones. Pero no podía hacerlo, porque no los tenía. Y le hice una canción que expresaba el sentimiento de Nación y que fue tomado como himno de su campaña…”
Así le cantó Escalona:
“El Partido Liberal tiene el hombre. En la Plaza de Bolívar se grita. López es el Pollo. López es el gallo. El presidente que Colombia necesita”.
Después, el autor de ‘La casa en el aire’ recordó que en todas las plazas donde “el doctor López hizo acto de presencia, así como ‘La Niña Ceci’ o cualquier otro familiar allegado, se presentaba la canción ante las multitudes como El gallo…”
“…El Gallo, que era el doctor López –gregó–. Ese fue mi aporte a su campaña”, proclamó.
Desde cuando se lanzó su candidatura a López se le llamó “El pollo vallenato”.
Un año después de dejar la gobernación del Cesar, López asumió la cartera de Relaciones Exteriores, hasta el final del gobierno de Lleras, en 1970.
Para las elecciones de 1974 se presentó como precandidato de su partido, y logró la candidatura al derrotar al expresidente Lleras Restrepo y luego del retiro de Julio César Turbay, quien lo respalda.
Con el slogan del “Mandato Claro”, ganó las elecciones por amplia mayoría sobre sus dos contrincantes: el conservador Álvaro Gómez Hurtado y la “capitana” de la ANAPO María Eugenia Rojas. Curiosamente, los tres protagonistas eran “delfines”, esto es hijos de expresidentes.
Al finalizar su mandato en 1978 reasumió las riendas de su partido y se presenta a las elecciones de 1982; pero fue derrotado por el candidato conservador Belisario Betancur, quien lideró un movimiento que convocó sectores políticos que iban más allá de su partido.
Durante su gobierno Colombia tuvo una segunda bonanza cafetera, pero a su vez altos niveles de inflación.
Las mujeres accedieron por primera vez a la carrera militar. Se creó el HIMAT (Instituto Colombiano de Hidrología, Meteorología y Adecuación de Tierras, hoy IDEAM), estableció la mayoría de edad a los 18 años y restableció las relaciones de Colombia con Cuba.
Participó internacionalmente en la firma del Tratado Torrijos-Carter que garantizaba la futura devolución del Canal de Panamá por parte de los Estados Unidos a Panamá.
Luego de retirarse de la política activa, tras rechazar ser candidato a la Asamblea Nacional Constituyente de 1991, emprendió una fuerte campaña en favor del intercambio humanitario desde 2002 y volvió a la plaza pública para respaldar al liberalismo en las elecciones de 2006.
En 2005, participó a favor de la aprobación de una ley que otorgaba derechos patrimoniales a las parejas homosexuales.
En sus últimos días fue miembro Honorario de la Academia Colombiana de Jurisprudencia y colaborador del periódico El Tiempo, en el cual mantenía una columna dominical.
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