Por: Julio Fernando Rivera Vallejo
Sobre cuál es el deporte nacional, puede haber discusión entre los amantes del ciclismo y del fútbol, pero acerca de cuál es la necesidad más sentida de nuestro sufrido pueblo, aparte de la justicia, que por ser una utopía está fuera de concurso, hay unanimidad en señalar que lo constituye el empleo, pues, aquí lo que se reclama por doquier es la oportunidad de ganarse la vida dignamente.
Ahora bien, para buscar empleo se apela a varios caminos, entre ellos los tradicionales avisos clasificados en los periódicos que, entre más grande sea su tamaño mejor salario auguran, obvio, a menos que anuncien: ´´se requieren lindas niñas que no sepan hacer nada; se garantizan excelentes ingresos y viajes al exterior; favor enviar CURRÍCULUMMMMM vitae al anunciador tal. Absoluta reserva´´. Los papelitos pegados en las carteleras de algunos almacenes de cadena o los anuncios en programas radiales de música ´´guasca´´ también tienen su efectividad, cuando se trata de empleos menores. Y, finalmente, no se pueden olvidar los directorios políticos, especialmente en época preelectoral como la que se avecina, ya que en la mayoría de ellos existen inmensos archivadores en los que se almacenan miles de voluminosas hojas de vida en papel kímberly, debidamente argolladas y enlucidas por llamativas fotos tipo Facebook, que pocas veces coinciden con la real apariencia de la persona que aspira al puestico.
Por esas vías llegan las solicitudes de miles de esperanzados compatriotas deseosos de entrar a engrosar el privilegiado grupo de quienes según el DANE, tienen empleo, aunque no les paguen ni el salario mínimo ni los tengan afiliados a seguridad social; y en ellas, tratan de resumir, de magnificar o de inventar la información que estiman necesario suministrar al anunciador de turno.
Es en ese momento cuando conviene tener en cuenta cómo se debe presentar una hoja de vida que es, ni más ni menos que el primer contacto que se establece entre las partes, excepto claro, en el caso de las que llegan a algunos directorios políticos, que pasan directo a los recicladores que las compran por kilos, pues, los respectivos jefecillos ya tienen aspirantes debidamente seleccionados – o seleccionadas – según el número de votos que puedan aportar a la campaña o el grado de simpatía que les inspiren.
En las otras situaciones mencionadas, vale tener en cuenta que no se debe exagerar en las características o condiciones o competencias del o de la aspirante. No deja de resultar desagradable leer cosas como esta: ´´Soy una persona proactiva, responsable, capaz, honesta, leal, agradecida, estudiosa, perseverante, conciliadora, positiva, bondadosa, cálida, agradable, con un inigualable sentido de pertenencia, una enorme capacidad de liderazgo y un inigualable sentido de pertenencia que me llevaría a dar la vida por mi jefe en caso de ser necesario, , fotogénica, que casi nunca se equivoca y que en las pocas ocasiones en que comete un error, tiene la humildad, escasa en nuestro medio, de pedir perdón y reparar el daño causado´´.
Otras fallas que jamás debe tener una hoja de vida, son: el desorden, la mala ortografía y la información falsa y no pertinente, como la relacionada con cuanto curso se haya realizado en momentos de ocio, que en lugar de indicar conocimiento, puede llevar a pensar que no se tiene ni idea de qué es lo que se quiere en la vida.
Finalmente, la hoja de vida no puede ser genérica como si se tratara de una circular o de un comunicado de prensa, sino que tiene que ser pensada y escrita dependiendo de cada destinatario, pues, cada uno seguramente tiene sus propios intereses y expectativas y, deben escogerse muy bien las referencias laborales y familiares, aplicando aquel adagio popular que afirma: ´´dime con quién andas y te diré quién eres´´.