Al menos 44 personas murieron en Egipto en los enfrentamientos entre las fuerzas de seguridad y partidarios del depuesto presidente islamista Mohamed Mursi registrados este domingo, día en que se conmemora el 40º aniversario de la guerra árabe-israelí en 1973.
Se trata del balance más elevado desde la represión iniciada el 14 de agosto para dispersar por la fuerza dos sentadas de partidarios de Mursi, depuesto por los militares en julio, que reclamaban su vuelta al poder en El Cairo.
Los actos violentos de ese día y de la semana posterior dejaron más de mil muertos, en su gran mayoría manifestantes favorables a Mursi. Más de 2.000 islamistas fueron detenidos.
Del total víctimas mortales registradas este domingo, 40 personas murieron en El Cairo y otras cuatro en diferentes ciudades al sur de la capital, indicó Jaled al Jatib, responsable del departamento de urgencias del ministerio de Salud, sin precisar la identidad de los fallecidos, el lugar y las circunstancias de las muertes.
Otras 246 personas resultaron heridas, añadió al Jatib. Entre los muertos no figura ningún policía, según una fuente del ministerio del Interior.
Varios enfrentamientos se produjeron en la capital entre partidarios y detractores de Mursi, mientras la policía intervenía con gases lacrimógenos, balas de goma para dispersar a los manifestantes y, en ocasiones, ráfagas de armas automáticas, cuando el tamaño de las concentraciones se incrementaba, constataron periodistas de la AFP.
Estos periodistas vieron cómo policías detenían y golpeaban a varios manifestantes.
El ministerio del Interior acusó en un comunicado a los manifestantes de abrir fuego contra las fuerzas del orden y de destrozar bienes públicos en El Cairo, obligando a la policía a «intervenir».
Confluencia de manifestaciones
Según el ministerio, 423 personas fueron detenidas en la capital.
Varios centenares de detractores de Mursi se habían congregado desde la mañana en la plaza Tahrir de El Cairo, símbolo de la revuelta que derrocó al presidente Hosni Mubarak en 2011. Al mismo tiempo, una decena de aviones de caza egipcios sobrevolaron la capital en formación para conmemorar este aniversario, según periodistas de la AFP.
Estos manifestantes, que fueron registrados por las fuerzas de seguridad a la entrada de la plaza, llevaban numerosos retratos del general Al Sisi, jefe de estado mayor, viceprimer ministro y ministro de Defensa, considerado como el nuevo hombre fuerte de Egipto.
El ministerio del Interior advirtió que respondería con «firmeza» a cualquier intento de desorden durante las celebraciones del 40º aniversario de la guerra de 1973 contra Israel, para el que se habían anunciado manifestaciones rivales.
En El Cairo, el despliegue de tropas era este domingo más impresionante de lo habitual para un país que vive parcialmente en estado de emergencia desde el 14 de agosto y en cuya capital sigue vigente un toque de queda nocturno y hay puestos de control militares.
El conflicto de 1973 -conocido como Guerra de Octubre en los países árabes y Guerra de Yom Kipur en el Estado hebreo- es recordado con orgullo en Egipto, ya que junto con las fuerzas sirias lograron sorprender a las defensas israelíes durante la celebración de Yom Kipur (Día del Perdón) en Israel.
Esta ofensiva permitió más tarde la recuperación de la Península del Sinaí gracias al tratado de paz firmado en 1979.
Confluencia de manifestaciones
La Alianza contra el Golpe de Estado, dirigida por los Hermanos Musulmanes -el partido de Mursi-, había pedido a sus militantes que se concentraran este domingo en la emblemática plaza Tahrir.
Por su parte, Tamarrod, movimiento que promovió las gigantescas manifestaciones que llevaron a la destitución de Mursi, convocó también manifestaciones «en todas las plazas de Egipto» este domingo para defender la revolución de 2011.
Cuatro personas murieron el viernes en El Cairo y 40 resultaron heridas en enfrentamientos entre simpatizantes y adversarios de Mursi.
Los Hermanos Musulmanes siguen convocando manifestaciones, pero su capacidad de movilización ha disminuido considerablemente debido a la represión, la detención de casi todos los dirigentes de la hermandad y la confiscación de sus bienes por la justicia.
Según los expertos, si los seguidores de los Hermanos Musulmanes dieran muestras de extremismo, el Ejército no dudaría en reprimirlos aún con más fuerza, ya que la mayoría de la población apoya a los militares y la comunidad internacional, que fracasó en sus múltiples intentos de mediación, no pudo hacer nada ante la dura represión de las autoridades castrenses.