El juego es fundamental en todas las etapas del desarrollo físico, emocional e intelectual en las primeras etapas de la vida, especialmente en la pre adolescencia y adolescencia ya que se desarrollan y fortalecen capacidades y habilidades físicas, mentales, emocionales, racionales y afectivas, concluye un estudio de The Social Brain Development (El desarrollo del cerebro social) de Sarah Blakemore.
De acuerdo con el estudio, se demuestra que aún en la pubertad y la adolescencia el juego puede cumplir un importante papel en la formación de sinapsis cerebrales gracias a lo prolongada que es la maduración de este órgano del cuerpo.
Otro de los hallazgos es que la corteza prefrontal del cerebro de los adolescentes no se encuentra tan desarrollada, si se compara con la de un adulto, de modo que el juego es considerado como una de las maneras más efectivas del aprendizaje, dado que, mediante actividades lúdicas y de esparcimiento, las personas aprenden y memorizan las cosas de una manera práctica y sencilla.
Es así como los hábitos, los procesos, los límites y las normas pueden ser enseñados a los menores y los jóvenes, a través de juegos sencillos que favorecen no sólo un completo entendimiento, sino que también aseguran que la lección quede aprendida para toda la vida.
De acuerdo con el médico neurólogo Roberto Antonio Suárez, Jefe de la división de Ciencias Básicas de la Fundación Universitaria de Ciencias de la Salud “juegos que involucren destrezas físicas (actividades deportivas, interpretación musical), trabajo cooperativo de corresponsabilidad (juegos en equipo), y/o razonamiento abstracto (ajedrez, sudoku), ayudan al desarrollo cerebral”.
El doctor Suárez explica que esto sucede porque en la adolescencia ocurre un profundo remodelamiento del cerebro, en lo que tiene que ver con los mapas motores y sensitivos de la corteza debido al cambio rápido de talla y masa corporal, y cambios en cuanto a maduración de la corteza de asociación pre frontal, que tienen que ver con funciones ejecutivas, pensamiento abstracto, juicio y raciocinio así como la toma de decisiones.
Los videojuegos, por ejemplo, hacen que se entrene la focalización de la atención, se potencialice la memoria y se generen habilidades como la capacidad y velocidad de respuestas mentales y físicas. Igualmente, los juegos que implican secuencias, más o menos complejas, como el ajedrez o los juegos de palabras y de cartas, también ayudan a desarrollar estas destrezas mentales, de concentración y de memoria.
“Los juegos que más favorecen a los adolescentes y adultos son aquellos que requieren combinar diferentes habilidades cognoscitivas: atención, memoria, lenguaje, razonamiento espacial, etc. Al mismo tiempo, la actividad física constante contribuye a regular el metabolismo y a mejorar las condiciones cardiovasculares y respiratorias lo que va a favorecer el funcionamiento cerebral”, concluye el doctor, Suárez.
El juego es un espacio y momento natural en el que se socializa y se aprende a la vez que sirve de puente entre el adolescente y sus pares para desarrollar destrezas y habilidades que se manifestarán durante el resto de la vida. Es importante que los papás y la familia en general faciliten esos momentos de juego y los incentiven en sus hijos.