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Chuzadas sacaron del cargo a dos jefes de Inteligencia del Ejército

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El ministro de Defensa, Juan Carlos Pinzón, anunció este martes que fueron relevados de sus cargos el Jefe de inteligencia del Ejército, Ricardo Zúñiga; y el Director de la Central de Inteligencia Técnica del Ejército Nacional, Óscar Zuluaga.

La decisión fue tomada entre el Ministerio de Defensa las Fuerzas Militares y el comandante del Ejército Nacional, luego de conocerse un informe de la revista Semana donde denunciaba que inteligencia militar venía espiando a los integrantes del equipo negociador del gobierno en las conversaciones que se adelantan con la guerrilla de las Farc en La Habana, Cuba.

En la tarde de este martes, Pinzón anunció que “en consenso con el comandante general de las Fuerzas Militares y el comandante del Ejército Nacional hemos decididos relevar de sus cargos al Jefe de inteligencia del Ejército (Ricardo Zúñiga) y al Director de la Central de Inteligencia Técnica del Ejército Nacional (Óscar Zuluaga)”.

El ministro de Defensa agregó que “en ningún caso se puede tolerar ningún comportamiento que afecte a personas, más aun si estas fuesen del alto Gobierno”.

Precisamente, tras conocerse el escándalo sobre las nuevas chuzadas, el titular de cartera había anunciado que ordenó una investigación para establecer la veracidad de la información divulgada por Semana.

“Le he pedido al @COMANDANTE_EJC que investigue situación de supuestas chuzadas a equipo negociador en La Habana” : @mindefensa”, escribió el titular de esta cartera en la cuenta en Twitter del mismo ministerio, sin ahondar en el tema.

La revista Semana afirma haber descubierto “una oficina fachada de la inteligencia militar que habría chuzado a los representantes del Gobierno en el proceso de paz” y agrega:

“Se trata de un local relativamente pequeño, cerca al centro comercial Galerías, en el occidente de Bogotá. Ya no tiene en el exterior el letrero que lo identificaba y que estaba sobre las dos ventanas con vidrios que no dejan ver su interior. En una pequeña terraza, bajo una carpa negra hay ocho mesas y 24 sillas. En el interior hay siete mesas más y se observa una escalera curva que lleva a un segundo piso en donde hay un salón con un televisor gigante y módulos para computadores.

Además señaló: “En el sitio se venden almuerzos ejecutivos. Los lunes hay sopa de plátano y carne con pasta. El modesto lugar tiene una página de internet donde ofrecen cursos de creación de web, seguridad informática, publicaciones sobre cómo espiar WhatsApp, cómo crear y detectar ataques web, entre muchos otros.

“Algo que llama poderosamente la atención es que pese a ser un lugar aparentemente común cuenta con dos guardias privados de vigilancia, uno de los cuales no pierde de vista a los clientes extraños que intentan moverse por el lugar. Incluso en el sitio hay trabajadores como las cocineras y las meseras que son ajenas a lo que realmente ocurría allí”.

“Tras la fachada hay una central de interceptaciones del Ejército Nacional”.

“Desde allí se habrían monitoreado comunicaciones privadas, entre otros, de algunos de los integrantes del equipo negociador del Gobierno en el proceso de paz que se realiza en La Habana”, complementa la información.

La publicación advierte que durante 15 meses “investigó el asunto y el resultado abre serios interrogantes. Por tratarse de un tema tan sensible, en este tiempo fueron consultadas más de 25 fuentes que incluyeron agencias de inteligencia estadounidense, altos mandos del Ejército colombiano, militares de inteligencia y contrainteligencia, y altos funcionarios del Estado, entre otros”.

El resultado de esas pesquisas –continúa diciendo–, que incluyen documentos y fotografías, es un complejo entramado que pone en evidencia una serie de interceptaciones ilegales por parte de sectores del Ejército Nacional del cual haría parte esta fachada y una sala de interceptaciones en una instalación militar ‘La sala gris’.

El nombre clave otorgado por los militares a esa fachada era conocido como ‘Andrómeda’. El sitio estuvo a cargo de un capitán, cuyo nombre este portal se reserva. El oficial pertenece al batallón de Inteligencia Técnica del Ejército número 1, Bitec-1.

Además señala que allí operaban “hackers civiles”, que son “muchachos” reclutados en los ‘Campus Parties’, las ferias de tecnología que se hacen anualmente. “Otros son hackers conocidos que han ayudado en el pasado”, contó a Semana.com uno de ellos”, reseña la publicación.

“Allá no se podía hacer control de voces pero si se podía hacer control de datos, que esencialmente son correos, pines, etc. Los blancos eran personas relacionadas con las ONG: Piedad, Cepeda, los de siempre. Pero también, y principalmente, a algunos de los plenipotenciarios y asistentes”, contó otro de ellos”, establece la revista, que también reseña:

“Jaramillo (Sergio Jaramillo) , Eder (Alejandro Éder) o De la Calle (Humberto de la Calle) fueron algunos de los que me acuerdo. La idea era tratar de conseguir la mayor cantidad de datos sobre lo que se hablaba y cómo iban.

Finalmente dice que según uno de los militares entrevistados, “a diferencia del DAS, que con el tiempo se supo lo que pasó, esto es el Ejército y el rasero es muy distinto. Si esta es la hora que no han dicho quién le dio las coordenadas al presidente Uribe, imagínese si existe alguna posibilidad de saber quién ordenó y recibió todo lo de Andrómeda”.

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