La proliferación de teléfonos inteligentes, tablets, dispositivos con capacidad de conexión a la red, así como aplicaciones tipo Over the Top y en especial el video, han sido sin duda los motores del crecimiento del sector. Detrás de este aumento de dispositivos y novedosas aplicaciones, se encuentra la banda ancha, sin ella sería complicado explicar estas tendencias y el desarrollo de las telecomunicaciones en los últimos años.
Existen diferentes análisis que establecen una estrecha correlación entre la penetración de la banda ancha y el crecimiento del Producto Interno Bruto. Esta correlación aplica tanto para economías desarrolladas como para economías en subdesarrollo; más aún, algunos estudios establecen también un impacto positivo en materia de empleo, competitividad y productividad. El estudio del Banco Interamericano de Desarrollo liberado a finales de 2012 es uno de los más optimistas en este sentido y señala que por un incremento de penetración de la banda ancha de 10 por ciento, el impacto en el crecimiento del Producto Interno Bruto será de hasta 3.19 por ciento, mientras que la productividad se elevará 2.62 por ciento y el empleo 0.5 por ciento.
Es por eso que a nivel mundial muchos países han trabajado en desarrollar planes tendientes a promover el desarrollo de la banda ancha. Latinoamérica no ha sido la excepción; países como Brasil, Colombia, Argentina, Chile, Perú, Costa Rica, Colombia y México, entre otros, son ejemplos de estas iniciativas.
Conectividad
Para continuar hablando sobre este tema, es importante entender cuál es el estado que guarda la región en materia de banda ancha. En la parte fija, Latinoamérica alcanzó 63 millones de suscriptores a finales de 2013, lo que representa más de 8 por ciento de todos los accesos fijos de banda ancha a nivel mundial. Respecto de la penetración fija en términos de población, la región promedió 10 por ciento, cifra muy baja si la comparamos en los mismos términos con el 33 por ciento de la penetración promedio de banda ancha fija para Europa Occidental o el 28 por ciento para Estados Unidos.
En cuanto a la banda ancha móvil, la región llegó a la marca de 200 millones de accesos a finales de 2013, cifra que representa 9 por ciento de todos los accesos de banda ancha móvil a nivel mundial, mientras que el número de accesos de banda ancha móvil sobre la población, la región también observa niveles pequeños si los comparamos con otras aéreas geográficas; por ejemplo, Europa Occidental actualmente tiene una penetración de banda ancha móvil del orden de 71 por ciento, mientras que Latinoamérica finalizó 2013 con 33 por ciento para este concepto. Esta situación es aún más preocupante si consideramos que países asiáticos como Japón o Corea del Sur ya han superado la barrera del 100 por ciento desde 2012.
Tecnologías para la banda ancha
Desde el punto de vista tecnológico, existen soluciones para ambos mundos. En el terreno fijo, varios operadores en la región han empezado a desplegar redes de fibra óptica que pueden permitir velocidades de 100 Mbps y teóricamente hasta 1 Gbps. Sin embargo, el despliegue de este tipo de plataformas puede ser lento y costoso. De acuerdo con Heavy Reading –firma especializada en proveer análisis de telecomunicaciones para operadores, proveedores de tecnología e inversionistas–, un despliegue de fibra óptica demora como mínimo 10 años para dar 50 por ciento de cobertura de la red. Ningún operador puede darse el lujo de esperar tanto tiempo. Es por eso que tecnologías como “vectoring” representan alternativas en la evolución hacia plataformas basadas en fibra, ya que permiten reutilizar el cobre existente para dar velocidades de hasta 100 Mbps. En Europa, estos despliegues ya han iniciado. En lo sucesivo tecnologías como G.Fast, en fase de desarrollo, permitirán ofrecer hasta 1 Gbps por usuario.
Sin lugar a dudas, para el tema de la banda ancha móvil, LTE se perfila como la tecnología que permite, en función de su configuración, velocidades de hasta 100 Mbps por usuario, menor latencia (10 ms) y al mismo tiempo mayor eficiencia espectral, permitiendo video en alta definición. Algunos operadores han desplegado infraestructura LTE como sustituto o reemplazo de plataformas de banda ancha fija, mientras que otros han posicionado LTE como una extensión de sus redes 3G.
Latinoamérica ha ido avanzando con despliegues de LTE en varios países. AT&T en Puerto Rico y Antel en Uruguay fueron los pioneros, iniciando operaciones con tecnología LTE en noviembre de 2011, mientras que en Brasil, Sky Telecom hizo lo mismo un mes después. En 2012, UNE en Colombia comenzó operaciones comerciales de LTE en junio y Telcel de México en noviembre. Desde entonces y hasta la fecha, la tecnología LTE ha crecido de manera exponencial en Latinoamérica; en mayo de 2014 se contabilizan 39 redes LTE operando en 18 países de la región.
Si ahondamos más sobre soluciones inalámbricas, en varios países de Latinoamérica la banda ancha móvil ha resuelto el tema de la conectividad básica para aquella población que había carecido de acceso personalizado a Internet. Sin embargo, estos usuarios deberán ir actualizando su conectividad para tener mayor acceso a tablets, laptops y conexiones fijas residenciales (en la actualidad la gran mayoría de banda ancha móvil es utilizada en teléfonos inteligentes, mientras que la banda ancha fija ha tenido mayor presencia en plataformas residenciales o empresariales). Es por eso que tecnologías móviles como LTE y fijas como FTTH, VDSL, Vectoring y Docsis (para operadores de cable), continuarán siendo preferidas por los diferentes operadores de banda ancha en la región.
Políticas de los gobiernos
Volviendo al tema de los esfuerzos de los gobiernos por desarrollar la penetración de banda ancha en la región, diferentes países han trabajado en el desarrollo de planes ambiciosos tendientes a impulsar el crecimiento de la banda ancha de varias maneras. Por una parte, intervienen de manera directa en la obtención de los resultados, como es el caso de Argentina en donde la empresa estatal Arsat es la responsable de garantizar el despliegue de la infraestructura, y cuya intención del gobierno es convertir a esta empresa en un operador mayorista que comercialice el acceso a operadores existentes, así como a pequeñas cooperativas.
En Brasil, en cambio, el gobierno se ha apoyado en operadores privados empleando la red dorsal nacional y aprovechando la red de fibra óptica no utilizada que se encuentra bajo el control del gobierno brasileño. Colombia, por su parte, lanzó su Plan Vive Digital cuyo principal objetivo es cuadruplicar el número de accesos de banda ancha en cuatro años (8.8 millones a finales de 2014). Para tal efecto, el gobierno colombiano inició el despliegue de una Red de Fibra Óptica Nacional con la intención de conectar 700 municipios con servicios de banda ancha de alta velocidad y también subastó espectro en las bandas de 1,900 MHz, 2.1 GHz y 2.5 GHz. Por su parte, el gobierno mexicano impulsará la banda ancha móvil vía una red dorsal y en la banda de 700 MHz que proveerá servicios mayoristas a los que tendrán acceso los operadores existentes, así como potencialmente operadores móviles virtuales.
Los resultados de los planes anteriores son diversos; por una parte, países como Colombia y Brasil han superado las expectativas. Colombia cerró 2013 con una cifra (8.2 millones) muy cercana a su objetivo de 8.8 millones de accesos de banda ancha para 2014, mientras que en marzo de este año, Brasil llegó a 137 millones de conexiones de banda ancha (23 millones fijas y 114 millones móviles), cifra muy por arriba de la meta de 90 millones de accesos para finales de 2014.
Argentina ha instalado hasta el momento 30 mil kilómetros de fibra óptica con el objetivo de llegar a 58 mil kilómetros a finales de 2015. México en este momento se encuentra en espera de que las leyes secundarias de su reforma en telecomunicaciones sean aprobadas por el Congreso de la Unión y que den mayor detalle sobre el proyecto de Red Dorsal Mayorista establecido en la Constitución desde junio de 2013.
Es así como los objetivos, metas y logros difieren de país en país, no sólo para Latinoamérica, sino también para otras áreas geográficas. Por ejemplo, Australia, cuyo proyecto de banda ancha ha sido soportado por intervención del Estado, ha observado un retraso en términos de despliegue, ingresos, inversiones y gastos operativos de dos años comparado con su plan original anunciado en 2009. Es por ello que el nuevo gobierno ha revisado el avance y propuesto nuevas alternativas. Uno de esos cambios es proveer accesos de banda ancha con diferentes tecnologías, mientras que el plan inicial contemplaba mayoritariamente la tecnología FTTP (Fibra hasta las instalaciones) para conectar a 93 por ciento de los australianos. Por otra parte, concluir el proyecto tomará tres años más de la fecha originalmente planteada y costará 79 mil millones de dólares, cifra muy por arriba de los 44 mil millones de dólares originalmente planeados.
Por otra parte, la política del Reino Unido en materia de banda ancha es estimular la inversión privada para proveer estos servicios a la población en zonas urbanas, mientras que el papel del Estado se enfoca a la cobertura de banda ancha en zonas rurales; sin embargo, los objetivos originales de lograr 90 por ciento de penetración en los hogares con velocidades de 24 Mbps y de 2 Mbps para el resto del mercado para 2015, también han sido revisadas y ajustadas hasta 2017.
Los ejemplos anteriores son una clara muestra de que las metas en materia de crecimiento de banda ancha por parte de los diferentes países enfrentan serios retos para llegar a buen término. El rezago en materia de penetración de banda ancha en Latinoamérica y la necesidad de incrementar el crecimiento del Producto Interno Bruto, empleo y productividad, obliga a los diferentes gobiernos a tener especial cuidado en el planteamiento de sus proyectos nacionales de banda ancha. En este sentido, cabe señalar que el desarrollo de esta solución tecnológica también está íntimamente ligada a políticas de inclusión digital; será importante fortalecer este aspecto en cada uno de los países que conforman la región. Con niveles bajos de penetración de computadoras y todavía una baja penetración de dispositivos con capacidad para conectarse a Internet como tablets, así como con niveles bajos de conocimiento de las tecnologías de información, el desarrollo de la banda ancha estará limitado.
Al mismo tiempo, las políticas del sector deberán tomar en cuenta no sólo compromisos de penetración, sino también de cobertura. La penetración en zonas rurales es un gran reto dentro de toda la región. Para tal efecto, las asociaciones público-privadas representan una oportunidad para cubrir esta necesidad en Latinoamérica.
Dentro del contexto anterior, es relevante subrayar que los esfuerzos de los gobiernos en la región deberán contemplar varios aspectos tales como licitar más espectro que permita a los operadores tener la materia prima para continuar ofreciendo servicios de banda ancha móvil. La demanda existe, las aplicaciones aparecen a diario, la tecnología está disponible; para cerrar este círculo virtuoso es importante contar con mayor espectro.
Para finalizar, habrá que destacar que los gobiernos deberán tomar en cuenta la opinión y experiencia de la industria en la elaboración de los planes nacionales de banda ancha, asegurando el fomento a la competencia sin distorsionar el mercado, generando al mismo tiempo certidumbre e inversión. El reto de los gobiernos es tener un balance entre regulación, competencia e inversión; sin uno de estos componentes, el desarrollo de la banda ancha y los beneficios a la economía quedarán rezagados.