Elegir una bebida ya no es solo una decisión entre un buen sabor y una sensación refrescante, ahora el valor nutricional se ha convertido en una condición indispensable al consumirla.

Uno de los pilares de los estilos de vida saludables es una alimentación adecuada en la cual las bebidas juegan un papel fundamental. Aunque por excelencia se considera al agua como la principal bebida de la humanidad, en verdad, se entiende por bebida cualquier líquido que se ingiere ya sea agua, jugo, gaseosas, bebidas de malta, bebida alcohólica, etc. Aún cuando su principal objetivo ha sido el calmar la sed, hoy en día, es importante tener en cuenta que éstas pueden ser una excelente vía para aportar nutrición.

Bajo esta lógica, el mercado ofrece un abanico grande de bebidas que normalmente generan mucha confusión acerca de cuáles son realmente sus características y aportes al organismo.

Nutricionalmente, cada una de las bebidas que se encuentran en el mercado tienen características diferentes y en algunos casos están creadas para suplir las necesidades de un momento específico, o simplemente no aportan ningún beneficio, sino que por el contrario, pueden perjudicar la salud de quien las consume.

Uno de las confusiones más recurrentes es identificar a las bebidas de malta como una bebida gaseosa más, lo cual desconoce las marcadas diferencias existentes, sobretodo en el plano nutricional.

En este sentido, las gaseosas son bebidas saborizadas cuyo principal aporte nutricional es energía a base de carbohidratos simples o azucares. Son una muy buena opción cuando el consumidor busca refrescarse.

En cambio, las bebidas de malta, procedentes de la cebada, mantienen las características nutricionales de su producto base, por lo cual, nutricionalmente aporta no solo energía sino también proteína y vitaminas (A y B) y minerales como el calcio.

Para conocer con mayor detalle estas diferencias, el siguiente cuadro refleja las características nutricionales de estos tipos de bebida: