Farc y Eln se declaran ahora abanderados de reivindicaciones de los indígenas colombianos
–Los grupos guerrilleros de las Farc y del Eln coincidieron en declararse abanderados de las reivindicaciones de las comunidades indígenas colombianas, en pronunciamientos separados que hicieron en las últimas horas a través de sus páginas web, a propósito del Día de la Raza. Sin embargo, sólo los «elenos» ofrecen «disculpas» al reconocer «en ocasiones» haber «atropellado» a los pueblos aborígenes.
«Como Ejército de liberación nacional reconocemos que algunos mandos nuestros, por momentos han actuado por fuera de nuestra política de respeto y servicio a las comunidades indígenas, por lo cual pedimos disculpas», reseña el Eln en un escrito que titula «La deuda con los indígenas», en el cual, sin embargo, afirman que «en el actual conflicto interno, los indígenas siguen siendo víctimas de las Fuerzas Armadas y los paramilitares del Estado» y que sólo «en ocasiones hasta la misma insurgencia los atropellamos».
El Eln señala que «hoy la mayoría de los 102 pueblos indígenas que habitan en territorio de Colombia, continúan viviendo en la marginalidad, ignorados por el Estado que no les presta ayuda, por lo que muchos están desapareciendo, víctimas del hambre, la desnutrición y las enfermedades curables, además de seguir perdiendo su cultura comunitaria y lengua materna. Víctimas del desplazamiento que les hacen las multinacionales mineras y petroleras, los aborígenes siguen siendo arrojados hacia los rincones más inhóspitos de Colombia.Todos los derechos que han conseguido los indígenas, ha sido por medio de la lucha y todo que lo que consigan en el futuro, será luchando; pues la oligarquía al pueblo, jamás le regalará sus derechos».
Finalmente precisa que «el movimiento indígena hombro a hombro con el resto de sectores populares avanza en confluir con sectores democráticos, alrededor de un programa de cambios en dirección a lograr un Nueva Nación, en que florezca la paz estable y duradera, donde los colombianos podamos vivir en armonía entre sí y con la naturaleza, reconociéndonos los unos a los otros, mediados por relaciones solidarias y complementarias».
A su turno, las Farc en su escrito titulado «Viva la resistencia de los pueblos indígenas de Colombia», dicen que «no se trata solamente de elevar una consigna en la voz sino de sumarnos de manera constante y en la acción a la lucha por las reivindicaciones de los pueblos indígenas de Colombia y el continente».
Dicen que «si la paz es un asunto de todos, es con la participación decidida y directa también de los representantes de estos pueblos en el proceso de conversaciones de La Habana, que hemos de conquistarla».
La justicia no puede tener más demora, y su materialización implica la generación de condiciones para que se concreten los Planes de Vida de los pueblos originarios, se respete la consulta previa, sus tradiciones, su autonomía y el territorio, saneándolo, fortaleciéndolo, y brindando los recursos para su pleno desarrollo.
Subrayan que reafirman «con y para nuestros hermanos indígenas los principios de Unidad, Territorio, Cultura y Autonomía» y que «al lado del cumplimiento de los acuerdos y compromisos suscritos, un imperativo para el gobierno, entendiendo que los hechos y no las promesas son la mejor manera de construir La Paz» que «es hora que el presidente Santos entre a cumplir con lo pactado con los líderes de la Cumbre Agraria, entre otros, y que tiene que ver con las necesidades urgentes de orden económico, político y social plasmadas en pliegos ya bastante conocidos por el país».
Igualmente hablan del «imperativo compromiso de resarcimiento por tanto daño causado con la guerra sucia, el terrorismo de Estado y el abandono gubernamental» y ; pero especialmente subrayamos en que el régimen debe otorgar garantías de participación política, cesando la criminalización y la judicialización de la protesta social, y permitiendo la participación amplia, efectiva y con carácter decisorio en los asuntos de la nación.
«La palabra de las comunidades agrarias y de los pueblos indígenas –continúan diciendo– se ha expresado ya de múltiples maneras exigiendo que se detenga el modelo extractivista que concentra la propiedad de la tierra, que cese la entrega a empresas multinacionales que destruyen la economía campesina y la vida, y se opte por un modelo económico que garantice la existencia de los pueblos a través del fortalecimiento de las economías campesinas, indígena, afro descendientes y de los sectores populares.
Advierten además que «abrirle camino a la paz en favorecimiento de los pueblos indígenas y de los empobrecidos hijos de Colombia, requiere también dar garantía de acceso a la riqueza minero-energética para todos y todas, observando en el respeto por los bienes de la madre tierra, tomando en cuenta que la explotación debe ser una decisión consultada a las comunidades y desarrollada como ejercicio de soberanía nacional».
Finalmente señalan que «requiere además encontrarle alternativa a los cultivos de coca, amapola y marihuana, superando el prohibicionismo y el tratamiento militar y punitivo como las criminales aspersiones aéreas o la erradicación forzada que incluso desconocen los usos tradicional, ancestral y alternativos. Atender a la implementación de una nueva política con programas de sustitución autónoma, gradual y concertada, con el impulso a los cultivos alternativos con garantías de comercialización, es la solución que claman los de abajo».