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Hip Hop al Parque logró asistencia masiva en su decimoctava versión

El Festival de Hip Hop más importante de Latinoamérica concluyó sus tres días de música, ritmo, rima, imagen, colorido, improvisación y baile con record de asistencia y demostró que al alcanzar la mayoría de edad está listo para seguir demostrando que la cultura Hip Hop es arte, respeto, compromiso, convivencia, disciplina y creación.

A la tarima de Hip Hop al Parque no es fácil llegar. Quienes lo logran, desde sus propios universos, han superado etapas, han sufrido, han aprendido, han luchado por crecer y por ser mejores y han vivido plenamente el reto que les impone su propia existencia.

“El Festival es la vitrina para mostrar nuestro producto, es la graduación del Hooper colombiano”, anota el B-Boy German Martínez destacando la importancia de un evento como el que organiza el Instituto Distrital de las Artes, Idartes, en términos de inclusión.

Porque el Hip Hop se expresa en el espectáculo, que es parte del todo, pero trasciende la escena y supera la tarima porque es todo un movimiento, es una cultura, es una forma de vida, es un proceso social que nace en lo que muchos llaman gueto, y que no es otra cosa que el barrio, la localidad o la cuadra, el espacio donde la libertad y el arte se juntan para crear juntas.

Detrás del Hip Hop que se hace show hay toda una serie de procesos sociales que cambian vidas. A través de arte, los procesos académicos y las escuelas en las que los Hoopers se entregan al rigor de la disciplina contribuyen a la construcción de proyectos de vida positivos, rescatan, transforman, enseñan métodos, disciplina, valores y respeto y generan el concepto de familia -del que muchos pueden carecer- desde la perspectiva del aprecio, el apoyo y la unión. El escenario es la vitrina donde el resultado de esos procesos se hace público.

En el Festival hubo espacio para todo como en el Hip Hop, para el artista del barrio, para el rapero internacional, para el grafitero local, para el emprendedor, para el MC, para “el sorrero” y el del pueblo, para el DJ de acetato y de consola, para el que se enorgullece de ser ñero, para el loco o para el cuerdo y para el que viene de lejos porque, como lo explica “el Trapo” uno de los “Sorreros Underground” que se presentó en el primer día del encuentro, “hay rap para todos, rap gomelo, rap bonito, rap ñero como el de nosotros o rap cristiano y para todos hay gusto”.

Pero de eso se trata, de inclusión, de convivencia, de reconciliación y de tolerancia. Esas son lecciones aprendidas para grupos del nivel y el recorrido de Desorden Social, que con más de 15 años en la escena del Hip Hop saben lo que es escapar de la violencia que se vive en los pueblos colombianos para cantarla después a su manera.

Naturales de El Peñol, Antioquia, ellos empezaron en el pueblo, del pueblo pasaron a la comuna y de la comuna a la gran ciudad en un proceso que comenzó cuando las cosas se hacían pegando cintas de casete. Ese recorrido y esa experiencia vital siguen alimentando su creatividad y dándole fuerza a su expresión artística, pero además, dibujan muy bien lo que son los procesos evolutivos que se viven en el mundo del Hip Hop.

Así, con los mejores dando lo mejor el Festival se despide y empieza el recorrido que lo llevará a su versión número diecinueve, porque el Hip Hop no se limita a un espacio de tiempo ni a un lugar, el Hip Hop está presente, con la potencia de todas sus expresiones, en la cotidianidad de sus seguidores porque es una forma de vida.