Víctima de los saqueadores de Interbolsa narra su tragedia; considera frustrante que los responsables sigan libres y se dan una vida de magnates
–“Nadie sabe la magnitud, si no lo sufre en carne propia, del daño que le causa este oscuro y planeado episodio a una víctima”, sostiene Javier Gnecco, odontólogo egresado de la Universidad Nacional, quien invirtió todos sus ahorros en Interbolsa y quedó prácticamente en la miseria y lo peor, con la sensación de desamparo, como consecuencia del escandaloso acto de corrupción. Paradójicamente, como actor de teatro y televisión, trabajó en la serie ‘Hasta que la plata nos separe’.
“Cuando empezaron los rumores de que algo andaba mal, empecé a sentir una ansiedad y un estrés permanentes. No podía trabajar, ni dormir, ni interactuar y menos aún creer que la empresa bursátil más poderosa anduviera mal”, precisa en un artículo publicado en el diario El Tiempo de Bogotá.
A los 77 años de edad su sueño era que todo el esfuerzo que había hecho tras de más de dos décadas de trabajo honorable que le permitiera tener “una tranquilidad económica para el resto del tiempo que me queda”.
Y agrega: “Logré obtener unos ahorros y me aconsejaron invertirlos en una entidad seria, responsable y confiable. Fui muy enfático: yo no quería ningún riesgo, quería que mi plata estuviera absolutamente segura, en el sitio más conservador y con disponibilidad. Y eso fue lo que se hizo en Interbolsa. Desafortunadamente, como ya se sabe, los resultados fueron catastróficos”.
Reseña que “aparte del daño económico a los inversionistas, también se producen a causa del fraude de Interbolsa, o de cualquier fraude, una serie de consecuencias gravísimas que ni la justicia ni los mismos responsables pueden reparar”.
“Después de este golpe fatal–continuó diciendo–, queda uno totalmente desconectado y desorientado, no se sabe con quién hablar, quién le contesta, quién le va a responder, a quién hay que acudir, a dónde debe ir y aparecen, además, el miedo y la desconfianza para efectuar cualquier diligencia en busca de poder recuperar lo que está embolatado. Queda uno como suplicando que le pongan atención para reclamar lo que es de uno.
No se explica cómo después de semejante fraude, todavía estén libres muchos personajes que intervinieron en él y pregunta: ¿Por qué tienen ese privilegio?
Además, subraya, fue un fraude doble porque se trataba supuestamente de la corredora de bolsa más confiable y honorable del país. Entonces no solamente engañaron, sino que también abusaron de la confianza de la gente.
“Es muy diferente si alguien invierte su plata en una captadora pirata. Esto es similar al pecado doble que comete un cura cuando viola a un niño, porque el cura es el dueño del buen ejemplo, de la moral, de la virtud, de la rectitud y esa era la imagen falsa de esta empresa. ¡Y están pagando abogados carísimos con la plata de nosotros, los ahorradores! ¡No hay derecho!”.
“¿Cómo es posible que las entidades oficiales que supuestamente vigilaban no se hubieran dado cuenta de lo que estaba pasando y dejaron llegar a este extremo semejante fraude?, inquiere.
Pone de presente que “el mismo presidente Santos, tres días después del escándalo, manifestó que ningún inversionista iba a perder un peso”, tal como lo publicó el mismo diario. “No hubo a raíz de este suceso una asesoría directa o una consejería que le dijera a uno qué hacer para reclamar sus derechos. Yo estoy seguro de que, en caso de que hubiera habido dentro de los inversionistas gente de la mafia, el reclamo habría sido directo y la devolución inmediata. Pero la gente de bien, aquella que ha obtenido lo que tiene a base de trabajo y honestidad tiene que recurrir a la justicia, y ¿cuándo le va a responder la justicia?
Luego señala: “Es frustrante y desconsolador ver a los miembros de esta empresa asistiendo a eventos sociales, dándose una vida de magnates y siendo acogidos y recibidos por gente que, como no sufrió las consecuencias del fraude y no es solidaria con los afectados, los trata como víctimas y como héroes a sabiendas de que están en líos penales. Aunque devuelvan la plata y los encarcelen, quiero decir que estos señores seguirán estando en entredicho. Además de las lesiones que nos han causado, será que esta gente no ha pensado en las consecuencias para sus parientes, hijos y nietos, que toda la vida van a quedar señalados como descendientes de personas en líos con la justicia que dejaron a gente sin con qué vivir, sin con qué comer. Gente mayor que no puede recuperarse. ¡Qué soledad les espera!
Y finalmente precisa: “Dentro de este truculento novelón en que nos toca actuar por culpa de la mala fe de estos ‘caballeros’ y como terapia consoladora, qué bueno ser la víctima y no el verdugo. Qué desgracia y sufrimiento vivir con esa espada de Damocles, con esa mancha indeleble de por vida y además, con sentimientos de culpa o al menos miedo, porque dudo que sientan vergüenza. Yo pediría perdón y haría lo imposible por pagar”.