Por: Gabriel Ortiz
BLANCO Y NEGRO
Para fortuna de Colombia, trata de imponerse la sabia doctrina del ex presidente Betancur: dialogar, dialogar.
El Presidente Santos abrió de nuevo la puerta al ex mandatario Uribe, para hablar de PAZ, en medio de un tinto en Casa de Nariño, no cabalgando, sino en una sala que permita tratar las cosas civilizadamente.
Santos está listo, no así su antecesor, al que manejan duendes que rellenan sus oídos con fantasmas de odio e intransigencia. Parece que la reunión depende de una condición que imponen los consejeros del CD, quienes quieren que el Presidente Santos se comprometa a cambiar su estilo de gobierno por aquel, que según ellos, le condicionaron a cambio de los votos para su elección.
Lástima grande que posiciones tan mezquinas, puedan malograr una iniciativa tan patriótica y edificante, como la planteada por el jefe del gobierno: ¡la PAZ!
Es imposible que continuemos con el palo en la rueda, en momentos en que se avanza con los diálogos de La Habana. Hacer un alto en el camino a estas horas y cambiar los acuerdos, sería como regresar dos años andados con éxito y paso firme. La democracia es sagrada y obliga a respetar a todos por igual, pero al mismo tiempo a acatar el criterio de toda la población. Esto es lo que busca el gobierno, para una nación que afanosamente quiere la paz y la concordia. Los dirigentes y especialmente aquellos líderes que tanta influencia tienen, deben abandonar su arrogancia y sus ambiciones para entrar honorablemente a la historia, como verdaderos prohombres.
Eso es lo que necesita Colombia en momentos tan definitivos como los que vivimos. No podemos seguir sacrificando a nuestros compatriotas, abandonando nuestra niñez, permitiendo mancillar a nuestras adolescentes convirtiéndolas en madres prematuras, retrasando el progreso, dilatando la reducción de la pobreza y, en general, olvidándonos de nosotros mismos, por codicia y avidez de poder.
Estamos en la antesala del desarrollo y para ingresar, debemos aplicar la filosofía del ex presidente Betancur: ¡dialogar, dialogar!
BLANCO: El acuerdo diplomático con Panamá.
NEGRO: La desaparición del gran amigo Alberto Piedrahita Pacheco. Se veía venir ese desenlace, desde cuando nos encontramos en el sepelio de Fernando González Pacheco. Ese día nos dijo con dolor a Vladdo, Jaime Castro y a mí: “hermanos esta viudez es irresistible. No hay cómo manejarla”. Su esposa había fallecido recientemente. Adiós al Padrino y compañero.
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