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Papa Francisco: No tener hijos es una elección egoísta; sociedad que descarta a sus mayores carece de dignidad

PAPA- NIÑOS 4–En una nueva reflexión sobre la familia, el Papa Francisco reiteró este miércoles que tener muchos hijos no puede ser visto como una decisión irresponsable y por el contrario, sostuvo que «no tener hijos es una elección egoista», a tiempo que llamó la atención sobre el cuarto mandamiento de la Ley de Dios –Honrar a Padre y Madre–, para advertir que una sociedad que descarta a sus mayores es una sociedad sin honor, sin dignidad.

En su catequesis de la audiencia general celebrada en la Plaza de San Pedro, el Pontífice habló en primera instancia sobre «los hijos como don de Dios para los padres y la sociedad».

Los hijos–dijo– son la alegría de la familia y de la sociedad. No son un problema de biología reproductiva, ni uno de los muchos modos de realizarse. Y mucho menos son una posesión de los padres… No, no. Los hijos son un don. Son un regalo: ¿entendido? Los hijos son un don. Cada uno es único e irrepetible; y al mismo tiempo, inconfundiblemente ligado a sus raíces».

Añadió que «ser hijo e hija, de hecho, según el designio de Dios, significa llevar en sí la memoria y la esperanza de un amor que se ha realizado a sí mismo encendiendo la vida de otro ser humano, original y nuevo. Y para los padres cada hijo es sí mismo, es diferente, diverso. Permítanme un recuerdo de familia».

«Recuerdo –continuó diciendo –que mi mamá decía sobre nosotros, éramos cinco: “Yo tengo cinco hijos”, “¿cuál es tu preferido?”, le preguntábamos. Y ella: “Yo tengo cinco hijos, como tengo cinco dedos. Si me golpean éste me hace mal; si me golpean éste me hace mal. Me hacen mal los cinco, ¡todos son míos! Pero todos diferentes como los dedos de una mano”. ¡Y así es la familia! La diferencia de los hijos, pero todos hijos.

También expresó: Un hijo se ama porque es hijo: no porque sea bello, o porque sea así o asá, ¡no! ¡Porque es hijo! No porque piensa como yo, o encarna mis deseos. Un hijo es un hijo: una vida generada por nosotros, pero destinada a él, a su bien, para el bien de la familia, de la sociedad, de toda la humanidad.

Advirtió que los hijos son amados antes de que lleguen. «Cuántas veces encuentro a las mamás aquí que me hacen ver la panza y me piden la bendición… porque son amados estos niños antes de venir al mundo. Y ésta es gratuidad, esto es amor», sostuvo.

Sin embargo, expresó que «hoy en día parece más difícil para los hijos imaginar su futuro. Los padres – como mencioné en las catequesis anteriores – quizás han dado un paso atrás y los hijos se han vuelto más inciertos en el dar pasos hacia adelante. Los hijos, por su parte, no deben tener miedo del compromiso de construir un mundo nuevo: ¡es justo desear que sea mejor del que han recibido! Pero esto debe hacerse sin arrogancia, sin presunción. A los hijos hay que saber reconocerles su valor, y a los padres siempre se los debe honrar.

Luego, teniendo en cuenta que la concepción de los hijos debe ser responsable, el Santo Padre también dijo que el simple hecho de tener muchos hijos no puede ser visto como una decisión irresponsable, puesto que la vida rejuvenece y cobra nuevas fuerzas multiplicándose:¡se enriquece, no se empobrece!

Después, se refirió a la formulación biblica del cuarto mandamiento–«Honra a tu padre y a tu madre para que tengas una larga vida en la tierra que el Señor, tu Dios, te da»–y señaló que el vínculo virtuoso entre generaciones es una garantía de futuro, y es garantía de una historia verdaderamente humana.

«Una sociedad de hijos que no honran a sus padres es una sociedad sin honor; ¡cuando no se honran a los padres se pierde el propio honor! Es una sociedad destinada a llenarse de jóvenes áridos y ávidos. Pero también una sociedad avara de generaciones, que no ama rodearse de hijos, que los considera sobre todo una preocupación, un peso, un riesgo, es una sociedad deprimida».

Y agregó: Pensemos en tantas sociedades que conocemos aquí en Europa: son sociedades deprimidas porque no quieren hijos, no tienen hijos, el nivel de nacimientos no llega al uno por ciento. ¿Por qué? Que cada uno piense y se responda. Si una familia generosa de hijos se ve como si fuera un peso, ¡hay algo mal!

Finalmente señaló: Que cada uno de nosotros piense en su corazón en sus hijos, si los tiene, piense en silencio. Y todos pensemos en nuestros padres y agradezcamos a Dios por el don de la vida. En silencio, quienes tienen hijos piensen en ellos, y todos pensemos en nuestros padres.

Que Jesús, el Hijo eterno, hecho hijo en el tiempo, nos ayude a encontrar el camino de una nueva irradiación de esta experiencia humana tan simple y tan grande que es ser hijos. En el multiplicarse de las generaciones hay un misterio de enriquecimiento de la vida de todos, que proviene de Dios mismo. Debemos redescubrirlo, desafiando los prejuicios; y vivirlo, en la fe, en la perfecta alegría. Y les digo: ¡Qué hermoso es cuando paso entre ustedes y veo a los papás y a las mamás que alzan a sus hijos para que sean bendecidos! Es un gesto casi divino. ¡Gracias por hacerlo!

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