El actor mexicano Rubén Aguirre decidió reunir en un libro los recuerdos de una vida dedicada a la comedia, sobre todo a través de su personaje del Profesor Jirafales.
A los 80 años Aguirre aún bromea que el libro “Después de usted” llega “en el ocaso” de su “vida triste”, tras décadas de fama como parte del elenco del programa “El Chavo del 8” que marcó generaciones en México y Latinoamérica.
Pero junto a un mundo de risas, reconoce que tuvo momentos que fueron difíciles de escribir, como el distanciamiento de integrantes del elenco como Carlos Villagrán y María Antonieta de las Nieves.
“Me costó trabajo, hubo un momento en que hasta quise borrar o quitar algunas cosas. Pero me dije, ‘A lo mejor es lo último que haces en tu vida. Vamos a decir las cosas como son”’, relató el actor en una entrevista telefónica con The Associated Press desde Puerto Vallarta, México, donde radica desde hace muchos años. “Fue difícil pero las puse”, agregó.
En el libro, editado por Planeta, Aguirre califica de “canallada” el hecho de que Villagrán y De las Nieves hayan registrado los nombres de sus personajes como propios.
Incluso relata la manera en que concluyó la amistad con “La Chilindrina”, luego de que ésta le llamara para reclamar que los hubiera llamado canallas, asegurando que ella en parte había moldeado al personaje al ponerle anteojos, pecas y vestido.
“Me dolió mucho porque la conocí desde niña, desde muy chiquita. Trabajó conmigo en el ‘Club de Shory’, ahí fue su primer trabajo en televisión. Me dio mucha tristeza que hubiera acabado esa amistad, porque nos llevábamos muy bien”, señaló Aguirre.
Aunque también tuvo la oportunidad de hacer giras como el Profesor Jirafales, nunca contempló la idea de apropiarse del personaje afamado por su “Ta, ta, ta, ¡ta!”. Roberto Gómez Bolaños, el creador de la serie más conocido como “Chespirito”, siempre se mostraba flexible para hacer uso de los mismos siempre y cuando se lo informaran y su imagen no se relacionará con el anuncio de marcas de cigarrillos o cervezas, dijo Aguirre.
Por ello, expresó, no le resultó complicado mantenerse fiel.
“Cuando hubo alguna diferencia de nuestros compañeros, lo primero que puse en claro que Roberto era mi amigo, por eso me hice de su lado. Segundo, estaba convencido de que Roberto tenía la razón. Eso no le gustó a algunos compañeros míos que iban contra él”, aseguró Aguirre, quien concluyó el libro en noviembre del 2014, unas semanas antes de la muerte de Gómez Bolaños.
Además de ello, Aguirre es contundente y señala en el libro que otro de los motivos de separación del grupo fue la actriz Florinda Meza. “Florinda siempre tuvo ‘gatos en la barriga’, como se dice en el ámbito taurino. Los españoles le dicen ‘mala leche”’, escribe Aguirre.
El actor escribe que Meza era “muy celosa” y que incluso “cuando queríamos hablar con él (Chespirito) se ponía en medio y llamaba su atención.
Aun tras haber concluido “El chavo del 8”, Aguirre intentaba mantener contacto con su amigo, pero la actriz lo negaba en ocasiones.
“Ella casi siempre respondía que Roberto estaba bañándose u ocupado, y entonces ya no insistía”, relata en uno de los capítulos.
Aun así, Aguirre justificó la actitud de la viuda de Gómez Bolaños.
“Imagínate que de pronto te cae un diamante de 100 quilates. Pues tienes que cuidarlo, tienes que celarlo, limpiarlo, pulirlo y guardarlo muy bien porque un diamante de 100 quilates no cualquiera lo tiene. Florinda tuvo un brillante de más de 100 quilates, porque Roberto era de miles de quilates”, expresó sobre la conducta de la actriz. “Le tenía más que amor, era devoción. Era una devoción lo que sentía por Roberto y Roberto igual por ella. Se querían tanto y se apapachaban tanto que daba la impresión que se aislaban del mundo o que no tomaban en cuanta la opinión de los demás compañeros”.
Aguirre señala que hasta la fecha mantiene una relación cordial y respetuosa con la actriz, con quien tuvo la mayor cantidad de escenas en “El Chavo”, donde juntos inmortalizaron el popular diálogo en el que ambos personajes se seducían cuando el profesor le entregaba un ramo de flores que abría una invitación: “¿No gusta pasar a tomar una tacita de café?”.
“Nunca llevé la cuenta, pero creo que fueron más de 500”, exclamó con una carcajada. “Imagínate lo que me gasté en flores, ¡jardines completos!”.