Atrás quedaron los espectaculares atardeceres, los platos de comida sofisticados y los mejores looks que se cuelgan en Facebook, Instagram o Twitter. La ‘antired social’ de moda se llama Snapchat, una aplicación que permite enviar fotografías y videos que se autodestruyen en un máximo de diez segundos, después de ser vistas.
Lleva ya cuatro años en el mercado, es la red social que creció de manera más rápida el pasado año, y hasta Mark Zuckerberg, el todopoderoso creador de Facebook y dueño de Whatsapp, intentó comprarla por 3.000 millones de dólares, pero su cocreador, Evan Spiegel lo rechazó. A sus 24 años ya acumula una fortuna de más de 1.500 millones de dólares, según Forbes, y probablemente esperaba obtener mucho más de su creación, como finalmente lo ha hecho: hoy, Snapchat vale 15.000 millones de dólares y está cerca de convertirse en la tercera mayor empresa emergente en el sector tecnológico.
Según la compañía de Spiegel, cada día se envían más de 700 millones de fotos y videos a través de Snapchat, donde también se comparten más de 500 millones de historias. La mayoría de sus usuarios no superan los 25 años, y está desplazando a Facebook entre los estratos de ingresos más altos, según un reciente estudio del Pew Center.
Pero, ¿por qué triunfa una red social de lo efímero? Y más importante: ¿para qué sirve? Bajo el símbolo de un fantasma burlón, Snapchat se ha abierto espacio entre las redes sociales para mostrar breves fragmentos del mundo de las personas tal cual son. La idea es muy sencilla: no hay perfiles, ni ‘me gusta’, ni ‘seguidores’; lo que importa es el presente, las fotos naturales y lo que uno quiera comunicar sin necesidad de que trascienda o perdure. Eso le ha llevado a que muchos ya la hayan catalogado como una ‘antired social’.
Lo cierto es que muchos han encontrado en estas fotos fugaces una posibilidad de ser uno mismo dentro del universo de las redes sociales. Como describe la periodista Ana Iris Simón: “Si en Instagram mostramos en ocasiones más como queremos ser que como realmente somos, en Snapchat parece que los adolescentes se sienten cómodos para mostrarse como son”.
Muchos famosos ya se han apuntado a la ola Snapchat. Por eso, no es raro encontrar fotos de Rihanna en el baño, o del actor Jared Leto haciendo caras disfrazado del personaje del Guasón (Batman). Ellos están entre los más de 100 millones de usuarios que, se estima, usan la aplicación gratuita. Pero no son los únicos: las marcas de lujo han comenzado a comprobar su potencial, y algunas como Valentino o Michael Kors han lanzado sus campañas a través de esta red, por ejemplo, para promocionar sus desfiles en la New York Fashion Week, dando adelantos de diseños o del maquillaje que llevarán sus modelos. Burberry, incluso, puso a la modelo Cara Delevingne al frente de su cuenta de Snapchat hace solo unas semanas. La joven publicó unas divertidas fotos en bata de baño y toalla, totalmente natural, que causaron euforia en las redes.
Algunos expertos aseguran que Snapchat pertenece a la nueva era de las redes. Una diferencia que Spiegel marcó con la siguiente explicación: “Los medios de comunicación tradicionales requieren que vivamos experiencias en el mundo físico, grabar esas experiencias, y luego publicarlas en línea para recrearlas y hablar de ellas. O hay fotografías o no sucedió. En el caso de Instagram: o las fotos son hermosas o no eres cool (…). Snapchat se basa en el internet en todas partes para ofrecer una experiencia totalmente diferente: somos lo que somos ahora mismo. Simplemente vivimos y nos comunicamos a la vez”, aseguró el creador en una conferencia el año pasado.
Además de la espontaneidad, los famosos y los usuarios en general han encontrado el modo de comunicarse de forma más natural para mostrar su faceta más íntima. Tanto, que cuando la aplicación comenzó, las fotografías subidas de tono acaparaban la red. Spiegel y su cofundador, Bobby Murphy, intentaron alejarse de esa imagen y negaron que estuvieran cobrando fuerza los intercambios lascivos por chat, llamados sexting o ‘sexteos’. “No puedes crear un negocio basado en el sexting”, señalaba Spiegel. “Es un caso específico. Pero esto es mucho más”. En ese entonces Murphy, su socio, describía el servicio como “una herramienta digital para pasarse notas en clase”.
Pero hace solo una semana, las hermanas del clan Kardashian Kendall y Kylie Jenner protagonizaron un polémico video en Snapchat con un alto contenido sexual, y las críticas no cesan. Sin embargo, hoy el uso de la red es mucho más extenso, y llega incluso a lanzar una serie diseñada exclusivamente para Snapchat. Se trata de Literally Can’t Even –protagonizada por Sasha Spielberg, hija del productor y director Steven Spielberg–, cuyos episodios, de cuatro minutos de duración, desaparecen 24 horas después de ser lanzados en Discover tab, una plataforma de distribución de contenido dentro de la ‘app’, donde ya participan CNN, MTV, Cosmopolitan o National Geographic, un negocio por el que algunos medios calculan que las cadenas pagan entre 50.000 y 100.000 dólares diarios. Su éxito y la promesa de espontaneidad hacen que muchos vean en Snapchat a la sucesora de Facebook. ¿Lo conseguirá?
Capturas de imagen causan estragos
Aunque a través de Snapchat no se pueden almacenar copias de las fotos que se envían, un usuario ágil puede hacer una captura de imagen para retener la foto. Cada vez que eso sucede, el servicio le envía una alerta a la otra persona.
Desde sus inicios, los creadores advirtieron que “nada desaparece nunca en internet”, y en octubre esa premisa se volvió en su contra: la plataforma 4Chan, la misma en la que aparecieron fotos de famosas desnudas, filtró más de 200.000 fotos de Snapchat, sacando a la luz los datos de 4,6 millones de usuarios.
Ante las quejas de usuarios, la Comisión Federal de Comercio de EE. UU. advirtió que Snapchat no tomó las medidas de seguridad adecuadas. “Si una empresa comercializa la privacidad y la seguridad como principales puntos de su servicio a los consumidores, es fundamental que mantenga esas promesas”.
Fuente: El Tiempo