Por: Luis Eduardo Forero Medina
Colombia suscribiría un TLC con el “Dragón Rojo”, esperando colaboración en educación, desarrollo rural y posconflicto.
Después del 11-S el panorama político en América Latina comenzó a ser favorable al horizonte ideológico de la República Popular China.
Lula en 2003, Evo y Bachelet en 2006, Ortega, Correa y Chávez en 2007, Funes en 2009, Mujica en 2010, allanaron el acercamiento iniciado a principios del siglo, y se oficializó en 2008 con la visita a varios países de la Región por el presidente Hu.( 2003-2014) . Esto pasaba sin que EE.UU. se preocupara.
El presidente Xi en 2013 y 2014, y el premier Li este año realizan un periplo por varios de los 33 países de América Latina promoviendo la alianza bicontinental. En 2014 prestó a la región 22.000 millones de dólares; Venezuela, Ecuador y Brasil, tienen cerrada la ventanilla de préstamos de EE.UU., y le cancelan a China con petróleo. Durante los próximos diez años Xi invertiría 250.000 millones de dólares en la región, mantendrá un comercio por US $500 000 millones y participaría en proyectos de conexión entre el Atlántico y el Pacífico, como son el Gran Canal que construye Nicaragua y un ferrocarril transpacífico.
¿Qué busca en América Latina la segunda economía del mundo y la que tiene las mayores reservas en divisas? El coloso asiático, gobernado por el partido comunista y el confucionismo como su religión, a través de empresas estatales ofrece a un Continente democrático y cristiano en un 90%, intercambio en materia de defensa, construcción de infraestructuras, tecnología y productos manufacturados El gigante país en desarrollo necesita las commodities (materia prima), recursos naturales y mercados. Gas y hierro de Bolivia, petróleo de Venezuela, soja de Argentina; hierro y acero de Brasil, cobre de Chile y minería de Perú. Los tres últimos países son en la Región, los principales socios comerciales de China, que internamente tiene el obstáculo de Taiwán, y puertas afuera ve en América Latina no propiamente un modelo de integración regional, pues está fraccionada en más de veinte bloques; China prefiere a la Celac como su interlocutor.
En el Continente se teme por el daño al medio ambiente y el entierro de la industria textil regional. Para Enrique García, el boliviano que dirige el Banco de Desarrollo de América Latina (CAF), la actual relación China-América Latina “no es sostenible” y debe tener un “valor agregado”.