La ONU hizo hoy un llamamiento para luchar “con nuevas herramientas” ante los “nuevos desafíos” que representa la protección de los niños en un mundo con mayores peligros a causa de unos conflictos cada vez más brutales.
El tema fue debatido en una sesión del Consejo de Seguridad de la ONU, donde ochenta participantes compartieron sus puntos de vista, propusieron soluciones y, en general, expresaron la alarma por un fenómeno que inquieta cada vez más a la comunidad internacional.
La argelina Leila Zerrougui, representante especial de la ONU para los niños en los conflictos armados, dio una cifra alarmante: se calcula que hay 230 millones de niños que actualmente viven en países y áreas afectados por conflictos.
Están en países como Afganistán, Irak, Sudán del Sur, Siria, Yemen, Palestina y otros, y a diario se enfrentan a numerosos desafíos para sobrevivir y para superar la brutalidad creciente de los conflictos armados.
“Hay niños forzados a servir como terroristas suicidas, se convierten en escudos humanos, otros son ejecutados públicamente, y otros más obligados a participar en actos de crueldad”, afirmó Zerrougui.
La figura más importante de la ONU en este tema contó al Consejo de Seguridad un ejemplo de esta crueldad, en Sudán del Sur.
“Hemos recibido testimonios de que niños, algunos de cuatro meses, fueron elegidos como objetivos por razones étnicas (…). Los testigos y sobrevivientes (de esos ataques) fueron arrojados a casas ardiendo”, afirmó.
Zerrougui reconoció que el año pasado fue “devastador” para los menores en zonas de conflicto, pero este año esta situación se está intensificando, con “consecuencias terribles a corto y largo plazo”.
También expresó su alarma propia el secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, que abrió el debate del Consejo de Seguridad, en el que participaron sus quince miembros y decenas de países invitados que quisieron aportar sus propias ideas.
“Alrededor del mundo, miles de niños han experimentado actos que ningún niño debería sufrir”, afirmó Ban. Los menores, agregó, están siendo “asesinados, mutilados, reclutados a la fuerza, torturados y abusados sexualmente”.
Recordó también que el secuestro de niños está siendo usado “como táctica para aterrorizar o castigar a determinados grupos étnicos o comunidades religiosas”, y dentro de esa dinámica “los niños han sido un objetivo particular”.
También lo dijo el ministro guatemalteco de Exteriores, Carlos Raúl Morales, quien calificó como “desproporcionado” el sufrimiento de los menores, los “secuestros en masa, los ataques violentos y el uso de niños como escudos humanos y en ataques suicidas”.
Con el fin de intentar aportar las “nuevas herramientas” que pidió Zerrougui para combatir esta tragedia, el Consejo de Seguridad aprobó una resolución que, en uno de los puntos, introduce un elemento clave en esta lucha.
El consejo pidió a Ban que se incluya el secuestro como uno de los criterios que se definen para que determinados países o grupos armados integren una especie de “lista de la vergüenza” por las violaciones a los derechos de la infancia.
Cambia el texto de una resolución aprobada en 2001 que incluía sólo el reclutamiento o la utilización de niños en grupos armados o ejércitos como elementos para integrar esa lista, y a partir de ahora se agrega el de secuestro.
El consejo, además, recordó la política de “tolerancia cero” en cuanto a la explotación y abusos sexuales que sufren los menores en áreas de conflictos, en algunas ocasiones de parte de “cascos azules” o tropas extranjeras que llegan allí.
Al respecto, el representante de España, el secretario de Estado de Exteriores, Ignacio Ybáñez, propuso que queden excluidos de las operaciones de paz los países que no hayan adoptado acciones contra abusos sexuales que afectan a los “cascos azules” que aportan.
El tema está de reciente actualidad por los abusos denunciados en los últimos meses en la República Centroafricana, tanto de tropas extranjeras sin control de la ONU como de parte de “cascos azules”.
En su mensaje, lleno reclamos para adoptar más acciones, Zerrougui pidió que la comunidad concierte mayores acciones para luchar contra este problema, tanto para evitarlo y prevenirlo, como para castigar a los culpables.
“Una generación completa de niños depende de nosotros para que podamos contar su historia y, más importante, para que tomemos acciones”, afirmó.
EFE