Papa Francisco cuestiona la separación matrimonial y pide no herir el alma de los hijos, ni hacerlos rehenes de papá y mamá
-El Papa Francisco se pronunció este miércoles en torno a la desintegración familiar por causa de la separación o el divorcio de los padres y llamó la atención sobre las consecuencias para la descendencia, por lo cual pidió “no herir el alma de los hijos” ni convertir a los pequeños en “rehenes de papá y mamá”. Al mismo tiempo reclamó “proteger el corazón y la vida de los hijos de la desunión familiar”.
Los pronunciamientos los hizo el Pontífice en su tradicional catequesis semanal, en la cual reflexionó sobre las heridas que se producen en la misma convivencia familiar, muchas veces por egoísmo de los progenitores.
“Recemos por todas las familias separadas: que no se hiera el alma de los hijos, que los pequeños no sean rehenes de papá y mamá”, expresó en su intervención en la solemnidad de la Natividad de San Juan Bautista. “Recemos por todas las familias separadas, para que vuelvan a encontrar la luz de su primer amor y vivan estos momentos sin herirse y sin herir a los hijos”, añadió.
“Cuando los adultos pierden la cabeza y cada uno piensa en sí mismo; cuando los padres se hacen daño, el alma de los niños sufre marcándolos profundamente”, advirtió el Papa Francisco.
Dijo que en la familia todo está entrelazado: “Los esposos son “una sola carne”, de tal manera que todas las heridas y abandonos afectan a la carne viva que son sus hijos”.
Agregó que “así se entienden las palabras de Jesús sobre la grave responsabilidad de custodiar el vínculo conyugal, que da origen a la familia”.
Admitió, empero, que “en algunos casos, la separación es inevitable, precisamente para proteger al cónyuge más débil o a los hijos pequeños”. No obstante sostuvo que “no faltan los casos en que los esposos, por la fe y el amor a los hijos, siguen dando testimonio de su fidelidad al vínculo en el que han creído”.
En la catequesis de hoy–puntualizó– reflexionamos sobre las heridas que se producen en la misma convivencia familiar. Se trata de palabras, acciones y omisiones que, en vez de expresar amor, hieren los afectos más queridos, provocando profundas divisiones entre sus miembros, sobre todo entre el marido y la mujer. Si estas heridas no se curan a tiempo se agravan y se transforman en resentimiento y hostilidad, que recae sobre los hijos”.
Al respecto, el Obispo de Roma preguntó si “no obstante la “sensibilidad aparentemente evolucionada”, y los “refinados análisis psicológicos” de nuestros días, no estamos como “anestesiados” respecto a las heridas del alma de los niños. “¿Sabemos qué es una herida del alma?”
Al precisar que los esposos son ‘una sola carne’, de tal manera que todas las heridas y abandonos afectan a la carne viva que son sus hijos, Francisco advirtió que cuando el alma misma de la familia está herida en algún punto “la infección contagia a todos” y es por eso que “cuando un hombre y una mujer piensan en modo obsesivo en las propias exigencias de libertad y gratificación”, esta distorsión “carcome” profundamente el “corazón y la vida de los hijos”.
El Papa Francisco concluyó su catequesis dirigiendo una pregunta a todos: ¿cómo ayudar y acompañar a las familias en esta situación?
“Pidamos a la Virgen María que interceda por nuestras familias – finalizó el Sucesor de Pedro – especialmente por los que pasan por dificultades, para que sepan superar y sanar siempre las heridas que causan división y amargura. Muchas gracias y que Dios los bendiga”.
De otro lado, en su saludo a los peregrinos polacos y coincidiendo esta fecha con las vacaciones veraniegas, en algunas partes del mundo, el Papa exhortó a atesorar el tiempo vacacional para cultivar el encuentro con el Señor, con parientes y amigos y reponer las energías físicas y espirituales:
«Queridos hermanos y hermanas, al tiempo que entramos en el periodo de las vacaciones de verano, recordemos que Dios nos dona este tiempo para un buen descanso físico, pero también para recargar el espíritu y para fortalecer nuestros lazos con familiares, amigos y con Dios. Nunca olviden la oración, la Misa dominical y las obras de caridad hacia los necesitados»
Hace una semana, el Papa Francisco en la misma catequesis, recordó como “una regla sabia” una proclama de San Pablo Apóstol, en la cual estableció la reciprocidad de los deberes entre padres e hijos: Hijos, obedezcan siempre a sus padres, padres, no exasperen a sus hijos para que ellos no se desanimen”.