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Opinión

ODIANDO AL SENADOR, RECORDANDO AL EXPRESIDENTE

Diego Calle Pérez Por: Diego Calle Pérez. Profesor e Investigador Social Independiente.
CORTO Y PUNTUAL
Aunque muchos no lo digan, su salida fue por la puerta trasera. Abuso de su poder ejecutivo, de la constitución, de los amigos, prefirió quedarse sin su mejor vecino en el Ubérrimo y lo mando a dar cuenta vestido de naranja.

Muchos se lo imaginaban cabalgando en sus yeguas y potrancas con más calma. Algunos vecinos de su casa en Rionegro estaban preocupados, porque seguía la seguridad en las entradas de la parcelación. El hombre público se convirtió en animal político.

El animal político se transformo en un preso de su propio destino. Duerme menos, usa más gotas homeopáticas, le gusta la camorra y no se deja amilanar, aunque todo se le está devolviendo como un bumerán. El destino es favorecerse a como dé lugar de su posición y no perder a cada instante una elección popular. Firma avales como pan caliente, pero no aporta el cheque necesario para la campaña que empieza el candidato de pueblo que busca su sombra sin trono.

Manifiesta socialmente su interés por ayudar a miles de gentes, pero él es el único que sabe que eso es incierto. No depende de él sino de otros que legislan y controlan los presupuestos nacionales. Estuvo pendiente de los baños en los aeropuertos, pero no se le vio preocupado por el agua potable de Riohacha, Marmato y Puerto Asís.

Es práctico, más no teórico, no tiene una ideología. Se le olvido que empezó en los años noventa como Senador por Antioquia, en la lista del señor de la casa de mármol. No le come carreta a las decisiones de la junta de su partido. Es primario. No concilia. Arremete con su sonsonete entre montañero paisa y su perfil de orador moderno. Algunas veces manotea al mejor estilo fascista. No se culpa, ni se disculpa, se dilata entre sus más cercanos colaboradores.

Gobernó con sobrada sintonía con la gente. Es mediático. Más no inmediato. Construye partidos políticos que parecen movimientos espontáneos de señoras de costura. Muchos asumen que decide en las próximas elecciones, al mejor estilo del señor dueño de las vacas del norte antioqueño, aunque serán sus propios candidatos en gobernaciones y alcaldías, los futuros concejales y diputados los que posiblemente los favorezca su nombre. Otros reniegan por tener el aval, esperaban unos pesitos del gran jefe Ubérrimo. La monita Rendón que soñaba con ser gobernadora, por tener la bendición, se le olvidaba que él sabe más de alianzas que de tener palabra. Es un interventor, no sabe qué decir de sus más fieles amigos, los alaba y los desgasta a favor de sus propios intereses, después se les tuerce con una diplomacia que abruma, mas no sorprende. Nadie lo investiga. Nada lo destruye. Es muy recordado. Odiando al senador, queriendo al ex presidente.

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