–En clara referencia a pronunciamientos optimistas del presidente Juan Manuel Santos y de sus negociadores en La Habana, las Farc notificaron este lunes: “No aceptaremos jamás la paz de los arrodillados”.
En un comunicado publicado en su página en internet, el llamado secretariado general de las Farc también hace alusión a los cuatro meses de plazo fijados por el presidente Santos para que las negociaciones en la capital cubana concluyan con un acuerdo y al efecto afirma que “se agotan son la indecisión y los tiempos para la guerra”.
Según el escrito fechado en las montañas de Colombia, a propósito de los diez años del fallecimiento del llamado ideólogo del grupo guerrillero, Jacobo Arenas– que al igual que alias Manuel Marulanda o Tirofijo, no murió de un balazo sino por un infarto–, “mal hacen entonces los enemigos de la reconciliación y eternos azuzadores de la guerra, en presentar la vocación de paz de las Farc como el amargo resultado de una derrota militar ya cumplida o próxima a cumplirse”.
Y subraya que como bien lo decía Jacobo, “no aceptaremos jamás la paz de los arrodillados” y que por lo tanto “la paz es justicia social y democracia, no se parece en nada a la rendición y entrega de la insurgencia revolucionaria”.
Agrega que “el fin de conflicto sólo será posible con el diálogo respetuoso entre dos partes contendientes que llevan más de medio siglo enfrentadas sin poder imponerse una a la otra”.
Igualmente señala que tampoco el proceso de diálogos “es el escenario para el sometimiento de las Farc a la voluntad omnipotente de un Estado y una oligarquía que se niegan a pactar las más elementales reformas en las estructuras económicas, sociales y políticas”.
Los integrantes de la cúpula de las Farc dicen reiterar su “profunda convicción de persistir en la búsqueda de la salida política, por encima de la perfidia y los crímenes de nuestros adversarios” y añaden que por ello se ocupan actualmente de “temas tan sensibles como las víctimas, el fin del conflicto, la dejación de armas y el cese el fuego bilateral y definitivo, siempre inspirados por la idea de pactar fórmulas de entendimiento capaces de materializar la reconciliación y la paz efectivas y transformadoras en nuestra patria”.
Finalmente afirman que a los 4 meses de la partida de Jacobo Arenas, el entonces Presidente Gaviria, que en su posesión había dado al país la bienvenida al futuro, decidió ordenar el ataque a Casa Verde, lugar sede de las conversaciones de paz, dispuesto a aniquilar en breve plazo la justa rebeldía del pueblo colombiano.
“Veinticinco años después–continúan precisando–, el Presidente Santos, que advierte que el futuro no es un sueño sino el comienzo de una realidad, recién ha señalado un plazo de cuatro meses al proceso de paz, en un gesto de complacencia con la ultraderecha militarista. Encendiendo otra vela, también clama porque la guerra y las bombas queden para los libros de historia y no para los noticieros. La paz será una meta imposible mientras no sean desterrados los afanes y las ideas dubitativas sobre ella. Los que se agotan son la indecisión y los tiempos para la guerra”.
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