Ciencia y Tecnología

La estrella que intriga a los científicos

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Si juzgamos nada más por su nombre, podría tratarse de una estrella más.

Pero no hay nada en el comportamiento de KIC 8462852 que se asemeje al del resto de sus pares.

Esta estrella, detectada por un programa de ciencia ciudadana que ayuda a filtrar la información enviada por el telescopio espacial Kepler, tiene la extraña costumbre de disminuir la intensidad de su brillo a intervalos irregulares.

Para hacernos una idea de la singularidad de esta ocurrencia, baste señalar que de las cerca de 150.000 estrellas que vigila el telescopio, esta es la única que se comporta de este modo.

Detección por ausencia

La reducción temporal de la luminosidad se produce, por lo general, cuando un planeta pasa por delante de su estrella durante su recorrido orbital.

Y es precisamente este cambio el que nos permite deducir la existencia de un planeta.

La frecuencia de estas caídas –que son regulares– se corresponde con la duración de su órbita.

Pero en el caso de la estrella en cuestión, los intervalos observados fueron completamente irregulares, tanto en frecuencia como en intensidad.

En 2009, por ejemplo, se registraron dos pequeñas caídas, además de una caída asimétrica de una semana en 2011, y una serie de varias caídas durante tres meses en 2013 (algunas de ellas del 20%).

De lo dicho hasta ahora se desprende que entonces, la causa de este comportamiento no puede ser la presencia de un planeta.

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Y no puede serlo además, porque la intensidad de la disminución es muy grande: incluso si se tratase de un planeta del tamaño de Júpiter (el más grande de nuestro Sistema Solar), la luz de KIC 8462852 se reduciría solo en un 1%.

Entonces, ¿cómo se explica este fenómeno?

En busca de una explicación plausible

Tabetha Boyajian, astrónoma de la Universidad de Yale, en Estados Unidos, institución que lanzó el programa de ciencia ciudadana Planet Hunters en 2010, publicó un estudio recientemente sobre las posibles causas.

Pero cada una de ellas, dice la científica, tiene un punto débil.

“Nos rascábamos la cabeza… Por cada idea que se nos ocurría, siempre había algo que argumentar en contra”, explicó Boyajian.

En principio, Boyajian y su equipo descartaron que se tratase de una falla en el telescopio o en los procesadores de datos.

También desestimaron que fuese una estrella joven, que aún está en el proceso de acumular masa, y por ello está rodeada de una nube de polvo y rocas que podrían explicar la irregularidad de su brillo.

El estudio concluye que la explicación más factible puede estar en un grupo de exocometas que se acercaron a la estrella y se rompieron a causa de la gravedad, dejando en el proceso enormes cantidades de polvo y gas.

Si los cometas se trasladan en una órbita que los hace pasar frente al planeta cada aproximadamente 700 días, sus fragmentos que se siguen desgranando podrían explicar la disminución irregular del brillo percibida por Kepler.

La única manera de verificar esta teoría es con más información, pero desde que el telescopio dejó de funcionar correctamente en 2013, es más difícil obtener datos.