Internacional

Papa Francisco pide combatir el cáncer de la corrupción, la explotación humana y el trabajo indigno

PAPA- EN PRATO–Que se combata el cáncer de la corrupción, la explotación humana y el trabajo indigno, clamó el Papa Francisco, en Prato, en la Toscana italiana, en un encuentro que tuvo con el mundo del trabajo.

El sumo pontífice advirtió que el carácter sagrado de todo ser humano exige el respeto de todos y un trabajo digno. Trabajo digno!, repitió y recordó la muerte de los ciudadanos chinos, dos años atrás, en la zona industrial donde trabajaban y también dormían.

Afirmó que se trata de una tragedia de la explotación y de las condiciones inhumanas de vida. Esto no es un trabajo digno, subrayó Francisco, quien llegó a Prato en un helicóptero que aterrizó en el campo deportivo.

Después de la adoración del Santísimo y la veneración de la reliquia del sagrado cinto de la Virgen en la Catedral, a las 8, 15 de la mañana, en la plaza de la Catedral, el obispo de Roma tuvo un encuentro con el mundo del trabajo, en que invitó a estar dispuestos a establecer pactos de proximidad con la armadura de la verdad.

“¡Trabajo digno! Me permito recordar aquí a los cinco hombres y a las dos mujeres de ciudadanía china muertos hace dos años, a causa de un incendio en la zona industrial de Prato. Vivían y dormían dentro del mismo galpón industrial en el que trabajaban: en una zona se había recabado un pequeño dormitorio de cartón y cartón piedra, con camas superpuestas para aprovechar la altura de la estructura… ¡Es una tragedia de la explotación y de las condiciones inhumanas de vida! ¡Y esto no es trabajo digno!”.

El Papa Bergoglio también destacó que la vida de toda comunidad exige que se combata totalmente el “cáncer de la corrupción, el cáncer de la explotación humana y laboral y el veneno de la ilegalidad”. Por esta razón, el Santo Padre exclamó “dentro de nosotros y junto a los demás jamás nos cansemos de luchar por la verdad y la justicia”.

De otro lado, habló sobre la verdad y advirtió que no se puede construir nada bueno en parcelas de engaño o falta de transparencia. Buscar y elegir la verdad no siempre es fácil; pero es una decisión vital, que debe marcar profundamente la existencia de cada uno y también de la sociedad, para ser más correcto, porque es más honesto, señaló.

Hacia el final de su alocución el Pontífice animó a todos, y especialmente a los jóvenes que durante toda la noche habían realizado una vigilia de oración a no ceder jamás al pesimismo y a la resignación:

“¡Gracias, gracias! Animo a todos, sobre todo a ustedes, jóvenes, a no ceder jamás al pesimismo y a la resignación. María es aquella que con la oración y con el amor, en un silencio activo, ha transformado el sábado de la desilusión en el alba de la resurrección. Si alguien se siente fatigado y oprimido por las circunstancias de la vida, confíe en nuestra Madre, que está cerca y consuela ¡porque es Madre! Siempre nos anima y nos invita a tener confianza en Dios: su Hijo no traicionará nuestras expectativas y sembrará en los corazones una esperanza que no decepciona. Gracias”.

De otro lado, en un denso discurso, de casi 50 minutos, frente a los representantes del V Congreso de la Iglesia italiana – en la catedral florentina de Santa María de la Flor – el Papa Bergoglio no quiso diseñar un «nuevo humanismo» «abstracto», sino presentar con sencillez algunos rasgos del «humanismo cristiano», que es el de los «sentimientos de Cristo Jesús», entre los cuales ha destacado al menos tres: humildad, desinterés, bienaventuranza.

Sentimientos – aclaró – que «no son sensaciones abstractas y provisorias del alma, sino que son la cálida fortaleza interior que nos hace capaces de vivir y de tomar decisiones».

Para alcanzarlos, el Obispo de Roma puso en guardia contra dos, de las numerosas tentaciones que se presentan: la primera es la pelagiana, que se opone a la doctrina cristiana y a la reforma de la Iglesia ‘semper reformanda’. Y la segunda tentación – explicó es el gnosticismo, que lleva confiar en el razonamiento lógico y claro y a perder la ternura de la carne del hermano.

«Porque Dios no envió a su Hijo para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por él» (Jn 3,17), recordó el Santo Padre, para luego evocar el Juicio universal y señalar que ante «Jesús Juez de misericordia, nuestras rodillas se doblan en adoración y nuestras manos y nuestros pies se revigorizan». Y que «Podemos hablar de humanismo solamente a partir de la centralidad de Jesús, descubriendo en Él los rasgos del rostro auténtico del hombre».

Tras enfatizar que «nuestro deber es trabajar para que este mundo sea un lugar mejor y luchar». Y que «nuestra fe es revolucionaria por un impulso que viene del Espíritu Santo», el Papa alentó a seguir este impulso, para salir de nosotros mismos, para ser hombres según el Evangelio de Jesús».

El Papa alentó a la Iglesia en Italia – pueblo y pastores – a caminar y anunciar juntos a Jesús que obra en la caridad y la justicia. A ser una Iglesia que sepa dar respuestas claras ante los desafíos del mundo de hoy, en todos los ámbitos, con especial atención a la opción preferencial por los pobres:

«Me gusta una Iglesia italiana inquieta, cada vez más cercana a los abandonados, a los olvidados, a los imperfectos. Anhelo una Iglesia alegre con rostro de mamá, que comprende, acompaña, acaricia. Sueñen también ustedes esta Iglesia, crean en ella, innoven con libertad. El humanismo cristiano que están llamados a vivir afirma radicalmente la dignidad de toda persona como Hijo de Dios, establece entre todo ser humano una fundamental fraternidad, enseña e comprender el trabajo y habita la creación como casa común, brinda razones para la alegría y el humorismo, aun en medio de una vida muy dura».

El Papa concluyó sus palabras invocando a la Madre de Dios y deseó que en las palabras al Ángel «he aquí la esclava del Señor», «estemos todos». Y que toda la Iglesia italiana las pronuncie con María».