
El criminal fue declarado culpable del delito lesiones personales agravadas por razones de género y tentativa de homicidio agravado, además de tortura, porque se comprobó que previamente al ataque con ácido venía sometiendo a la mujer a tratamiento inhumano y cruel.
Ante el juez especializado de Bogotá, que dictó la sentencia contra Pinto Valbuena, la fiscalía General de la Nación demostró que el procesado lesionó la capacidad y autonomía de la víctima y por su actuación incurrió en los delitos endilgados.
Durante los alegatos de conclusión, la Fiscalía 9ª especializada expresó que entre el 2005 y el 2010 el procesado violó todos los derechos de su pareja, una mujer de origen indígena que le pidió ayuda a Valbuena y terminó siendo su pareja.
Se indicó que luego de conceder un préstamo de dinero en efectivo a la joven indígena, el tendero, quien atendía su negocio en un sector del centro de la capital del país, comenzó a invitarla a salir y ella aceptó su compañía, resultando luego una relación amorosa. Cuando quedó embarazada Pinto Valbuena le sugirió abortar al hijo que esperaba y ella se negó.
Tras tener a su bebé, la mujer comenzó a recibir un tratamiento inhumano y cruel por parte de su pareja, quien le encerraba en un cuarto y durante varios días no le daba de comer ni a ella ni a su hijo. La víctima relató que la amarraba para someterla a vejámenes sexuales e insultos por su condición de indígena y la trató como si se tratara de un ser inferior por ser el hombre y de biotipo racial blanco.
La victima nunca pudo trabajar y tener libertad, pues cuando conseguía un empleo, la seguía, asediaba y la amenazaba durante sus labores de trabajo. Durante su relación, tomaba a su hijo, lo separaba de ella y lo llevaba a otros lugares durante varias semanas, amenazándola con quitárselo y entregarlo al bienestar familiar.
En el juicio se estableció que para mantenerla sometida, el procesado siempre le recordaba que ella no podía abandonarlo, pues de ser así, le dejaría un “regalito que nunca olvidaría”.
Sometida por el maltrato, las amenazas y los vejámenes sexuales, la joven buscaba el bienestar de su hijo, al cual el procesado siempre le negaba todo, llegando inclusive a considerar que era más importante tener plata para comprar cerveza que alimentar a su bebé.
Después de cinco años de soportar los sufrimientos, ella lo dejó y abandonó el lugar.
Tras estar sola durante casi un mes, el 27 de noviembre del 2010, en vía pública del Barrio 20 de Julio, al suroriente de Bogotá, fue interceptada por Pinto Valbuena, quien al recibir una negativa de volver con él la atacó con un puñal ocasionándole heridas que le generaron 15 días de incapacidad.
Tras recuperarse de las lesiones, continuó su trabajo en un sector del parque de La Mariposa, en pleno centro de Bogotá, donde el 24 de diciembre del 2010, un indigente que pasó cerca de ella, le arrojo acido en su rostro, causándole graves heridas.
Con desfiguración facial permanente, recibió la ayuda de la Fiscalía y se inició la búsqueda del autor intelectual del hecho. Pinto Valbuena fue cobijado con medida de aseguramiento en establecimiento carcelario.