La hora del salario mínimo en Australia es de 9.5 dólares, en Francia es de 8.2 dólares y en Colombia apenas 0. 8 dólares que son equivalentes a 2.684 pesos aproximadamente.
Muchos dirán que es normal que en los países desarrollados la hora del salario mínimo redondee los 10 dólares, mientras que en Colombia no se alcance ni a un dólar; pero, según un estudio económico de Finacialred de México, al comparar el salario mínimo de los países suramericanos versus su canasta familiar, determinó que Colombia ocupa el deshonroso último puesto del salario mínimo más precario en América Latina.
La hora del salario mínimo en Australia es de 9.5 dólares, en Francia es de 8.2 dólares y en Colombia apenas 0. 8 dólares que son equivalentes a 2.684 pesos aproximadamente. Muchos dirán que es normal que en los países desarrollados la hora del salario mínimo redondee los 10 dólares, mientras que en Colombia no se alcance ni a un dólar; pero, según un estudio económico de Finacialred de México, al comparar el salario mínimo de los países suramericanos versus su canasta familiar, determinó que Colombia ocupa el deshonroso último puesto del salario mínimo más precario en América Latina.
Por ejemplo: en Uruguay el salario mínimo es de 100.00 pesos uruguayos y la canasta familiar es de 3.370 pesos uruguayos; en Panamá el salario mínimo es de 667 dólares y la canasta familiar es de 322 dólares, y en Colombia el salario mínimo es de 64.4350 pesos colombianos y la canasta familiar es de 1.300.000 pesos colombianos. Es decir, en Uruguay una persona que gane el salario mínimo le alcanza para sostener 3 canastas familiares de su país, en Panamá dos canastas familiares de su país y en Colombia, una persona que gane el salario mínimo le sirve para sostener media canasta familiar.
Según el economista y profesor de la Universidad Nacional Daniel Libreros, el primer gran problema a ubicar para entender esa desproporción, es que el país se desindustrializó desde los años 90 cuando se impulsó la llamada apertura económica. Esa política de globalización neoliberal ha producido una crisis brutal porque condujo a que la industria convencional prácticamente se acabara, igual que la producción agraria. Entonces la economía del país empezó a girar solamente en torno al negocio de los hidrocarburos, particularmente del petróleo, y luego de la gran minería. Resulta que el petróleo cayó de 90 dólares a 35 dólares el barril, lo que significa que los ingresos tributarios de la nación se redujeran en 22 billones de pesos, según reconoce el propio ministro de hacienda.
Además de que entran menos dólares el país se vuelve menos rentable, y entonces salen capitales que van a buscar otros negocios más favorables, que ofrezcan mayores ganancias. Eso implica que haya devaluación por ambos lados, y por esta causa también el país deja de recibir otros 8 billones de pesos, porque los contratos que estaban en dólares se vuelven un 80% más caros, pagándolos al precio del dólar de hoy que casi ha duplicado su valor. En conclusión vamos a empezar este año ya con un déficit fiscal de 30 billones de pesos. ¿Y quiénes vamos a llenar ese hueco en el presupuesto del gobierno y los bolsillos de los empresarios? Pues nosotros el pueblo trabajador, con impuestos y salarios bajos.
En Colombia el salario mínimo lo determina la Mesa de Concertación entre las centrales obreras, empresarios y Estado, como se determinó en la Constitución del 91 y se reglamentó en 1997. Desde ese año hasta ahora, el salario mínimo no ha sido posible acordarlo en esa Mesa y son los empresarios y el gobierno quienes finalmente lo definen. En medio de las fiestas navideñas el pueblo colombiano en general no tiene presente esa situación, pero queda con la idea de que hubo aumento salarial y sucumbe en la promoción del consumo que se hace en estas fechas decembrinas. Por esas razones el gobierno y las multinacionales determinaron soterradamente que el pírrico aumento del salario se hacía en tiempos de mayor distracción como el de los fines de año.
Si el propio DANE reconoce que la mitad de los trabajadores informalizados, los que aumentan en número cada año, están por debajo del salario mínimo, no tiene sentido que nos sigamos prestando a ese ridículo de la mesa de concertación. Lo que debemos es priorizar el fortalecimiento de la organización sindical y la movilización social, para exigir un salario digno para todos los trabajadores y trabajadoras. Históricamente los monopolios y sus gobiernos en nuestro país solo han atendido nuestros reclamos desde la protesta popular, eso no lo podemos olvidar.